12/02/2016

Carstens, el tranquilo del “simple catarrito”, frente a los desesperados por “el derrumbe”



Pedro Echeverría V.

1. Diría Agustín Carstens, “no pasa nada, estén tranquilos y verán que todo regresa más o menos a su estado actual”; eso ha representado para mí la expresión de Carstens del “simple catarrito” cuando la mayoría de los economistas ante una “crisis” saltan desesperados anunciando que no saben lo que pasará. Hace poco mi amigo Paco Taibo, respondiendo a mi pregunta acerca de lo que sucedía con el derrumbe de las izquierdas en México y el mundo, mi aconsejó a “no hacer análisis inmediatistas sino a ver las cosas a largo plazo”. Pienso que Carstens, con todos sus especialismos en economía desde 1989, y que siempre haya representado los intereses de la gran burguesía mexicana y del imperio de EEUU, su pensamiento de ver que “no pasa nada, que toda hay que tomarlo con calma confiando en que se va a componer”, le ha dado mucha solidez.

2. Obviamente a Carstens, con 27 años ocupando altos y variados cargos en el Banco de México, cobrando estratosféricos salarios y recibiendo buenas donaciones o regalos de gobiernos y empresarios “por sus favores” de cuidar sus intereses, nada le desespera. Está convencido de que en México y el mundo sí se van a registrar cambios, pero muy lentos; así como que la desigualdad social no desaparecerá y que el dominio imperial se suavizará a través de las décadas; que por todo ello no existe razón alguna para desesperarse. No le preocupa mucho que en México el 90 por ciento de la población viva en la pobreza y la miseria; tampoco que un puñado de grandes empresarios controle la riquezas del país. Piensa que así es la estructura política, económica y social del mundo y que tendrán que pasar muchas décadas para comenzar a cambiarla.

3. Revisando el currículum de Carstens me encuentro que es un técnico, un especialista, un teórico del campo de la economía. No habla de política ni se mete a opinar de otros campos porque como todo buen profesionista o técnico sólo conoce -y creo que bien- esa rama. Recuerdo cuando pregunté a un médico sobre la cantidad de niños que sufrían esa enfermedad, el presupuesto que se dedicaba a ella, etcétera; me respondió: “no sé, sólo se curar”. La realidad es que no sé por qué renunció Carstens: porque le ofrecieron una mejor chamba; porque tuvo enfrentamientos internos o, de plano, porque se avecina una crisis severa que no quiere enfrentar. De todas maneras con Carstens o sin él, México sigue tan jodido como antes: a) sin crecimiento, b) sin inversiones, c) creciendo el desempleo, d) emigración a los EEUU, desplome del peso, etcétera. (2/XII/16)

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