5/28/2010

MúSICA...

Melón

Para ritmos del Caribe

Luis Ángel Silva
Foto

Miguelito Valdés, una de las voces emblemáticas del son

Me mandó un emilio el señor Luis Manuel Ávila, quien celebra un año de vida de su revista Ritmos del Caribe por Internet. Empezaré por felicitarlo, ya que es loable el interés que manifiesta por el son hecho por mexicanos. Confieso que no he visto la revista y, por supuesto, ignoro su contenido, pero me complace muchísimo su interés por el son de México. Ojalá encuentre quien lo pueda orientar, porque en el pasado las notas acerca de esta expresión musical tan bella se pueden contar con los dedos de las manos. Hay un libro con entrevistas a soneros, titulado Recuerdos del son, que puede servir de referencia a ese pasado que fue llamado la época de oro del son cubano en México.

Leyendo la lista de voces y agrupaciones, creo que se quedó corto. De entrada noté que faltaron Julio del Razo, Cabezón, Eduardo Lara, Panchito Morales, Mario Robledo, Mario Chato Flores y El Juglar de Tlaliscoyán, Lalo Montané. Me faltan más, pero me llegó el Alka-seltzer y sólo les hablaré de los que me permita el espacio; de las agrupaciones lo haré en otra ocasión.

El Sabroso, Julio del Razo, es hasta hoy la historia viviente del son en México. Toca varios instrumentos y canta con propiedad todas las facetas del son, además, compone. Cabezón y Julio fueron el par de soneros más completos que he conocido; Eduardo Lara, su fuerte los boleros, pero muy competente en el son; Panchito Morales, dueño de una calidad fuera de serie; los dos Marios, por el estilo, y de Lalo Montané se puede decir todo lo que un sonero fino merece, y si hay duda, están los discos que grabó con Benny Moré.

Éste, su asereko, tuvo la oportunidad de estar en varias ocasiones con Lalo en grabaciones haciendo coro, y él y Homero Jiménez, sonero cubano, tuvieron a bien guiarme en momentos difíciles y enseñarme que el son cubano no es cuestión de enchílame otra gorda.

Noté también un error, que al paso de los años no se ha corregido. Pablo y El Negro Peregrino fueron hermanos y sobrinos de Toña La Negra, ambos treseros de gran calidad, pero El Gordo Pablo también era percusionista de aquellita. Aquí llegó a mi memoria otro sonero llamado Rafael Mora Limón El Morro, muy amigo de Pablo, compañeros en el Clave de Oro, y parte de los soneros de alta escuela.

Miguelito Valdés fue gran admirador de El Gordo, al que llamó para grabar unos números que se pusieron en el estudio y, la verdad, salieron con un sentimiento y jícamo admirables. Sólo voy a nombrar dos, Qué tal te va y Guararé. Ojalá los consiga, mi enkobio, porque son prueba de lo que se hacía en el pasado. En aquellos años el orgullo profesional era tal que no había que gritar quién era el intérprete, pues el público identificaba a intérpretes y orquestas tan sólo al escuchar unos cuantos compases.

Desde luego eran otros tiempos; los soneros sabían cuál era su lugar y no cabía entre ellos aquel que se autoelogiaba. El ambiente sonero era como una selva: había leones, tigres, panteras, leopardos, esto para que usted se imagine la calidad del son hecho por mexicanos, que de 1945, cuando llegó el Conjunto Matamoros, a 1954, no permitió la importación de grupos extranjeros.

Hoy es todo lo contrario. Que quede claro, no es mi intención impedir la importación de talento extranjero. Anhelo que aflore lo nuestro, que se den cuenta los soneros mexicanos de que copiar no es el camino. Que pueden interpretar los mismos números con otros arreglos, con otras ideas; que nosotros tenemos otro vocabulario. No es sonear, es inspirar o improvisar, y digo esto porque, al igual que usted, señor Ávila, soy mexicano y también estoy orgulloso de serlo.

También espero que con su revista se logre un acercamiento sincero entre los soneros para llegar a lo que hubo en el pasado: una hermandad que pueda llevarlos a crear fuentes de trabajo, llegar a tener fondos para que por medio de grabaciones surjan y se realicen nuevos intérpretes, porque talento, hay, pero ha estado mal encauzado. Si los soneros se unen y realizan actos en los que participen todos los grupos, ganarán más que las migajas que ahora reciben unos cuantos. Sé de lugares donde les dicen hoy no actúas porque no hay gente, y, lo que es peor, lo aceptan.

Ya es tiempo de actuar y dejar de hablar, de autoelogiarse, que eso no deja nada. La mediocridad que hoy envuelve el ambiente sonero en México es notoria. Basta con oír la programación de La Sabrosita y lo que presenta Reventón Musical para comprobar mis afirmaciones. El camino es ensayar, encontrar un estilo propio y dejar las imitaciones a un lado.

Me despido con lo siguiente. No es Joaquina, es Guagüina. Es obaniye porque con con con que ya la tumba mabo y Bonifacio no es lindo sino vivo. ¡Vale!

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