1/13/2020

Marcial Maciel operaba para el Vaticano contra la Teología de la Liberación

Alberto Athié. Foto: Duilio Rodríguez
¿Por qué Marcial Maciel y algunos de sus seguidores gozaron de impunidad tras acusaciones de pederastia? La ideología anticomunista de los Legionarios de Cristo los convirtió en una pieza clave de la geopolítica. En entrevista, el exsacerdote Alberto Athié sostiene que la congregación gozó de impunidad en el Vaticano por su alineación ideológica a Juan Pablo II 

El papa Juan Pablo II recibió todos los días un reporte de la CIA (la agencia de espionaje del gobierno de Estados Unidos) sobre las actividades pastorales cercanas a la Teología de la Liberación en América Latina. El mundo acababa de salir de la Guerra Fría, explica en entrevista Alberto Athié, pero la ideología hegemónica siguió durante años abriendo espacios y desactivando cualquier “amenaza” comunista. 

Alberto Athié es un cruzado contra la pederastia y los abusos sexuales dentro de la iglesia católica. Se convirtió en la oveja negra por denunciar, durante años, los abusos de Marcial Maciel ante autoridades religiosas. Pero quien terminó relegado fue él. 

Pero no se envuelve en banderas ni de izquierda ni de derecha. El hombre de 65 años, de una barbilla canosa y bien recortada, asegura que él se identifica con el pensamiento de Mahatma Gandhi. Durante la entrevista lo cita un par de veces. Es un humanista espiritual: 


“Leyendo a Ghandí me di cuenta de que no tienes por qué odiar a tus enemigos, puedes incluso amarlos, que es un tema complicado”, dirá en algún momento. 

Ahora, los Legionarios vuelven a ser generar controversia: el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha admitido que los investiga por lavado de dinero, En una extensa entrevista, Athié desmenuza una historia de complicidades que le ha permitido a la congregación tener tanta impunidad 
Legionarios, al servicio de Juan Pablo II 

— ¿Por qué la iglesia católica no ha hecho nada sobre la pederastia y los abusos sexuales de los Legionarios? 

— Yo tengo mi opinión, y es que Maciel les sirvió a ellos para lo que querían obtener: vocaciones, muchos recursos y, sobre todo, un anticomunismo muy cercano a Juan Pablo II. Maciel no sólo aportó muchos millones de dólares a la causa de Solidaridad en Polonia contra el comunismo, también operó aquí en México y en América Latina contra la Teología de la Liberación. Contra Obispos liberacionistas, como Samuel Ruiz, por ejemplo, contra teólogos y pastoralistas. 

La Teología de la Liberación es una doctrina nacida en América Latina, caracterizada por sostener que el Evangelio exige la opción preferencial por los pobres, ​y por recurrir a las ciencias humanas y sociales para acompañar a pueblos y movimientos en torno a su liberación. Algunos religiosos cercanos a esta doctrina han sido vinculados a movimientos sociales e incluso a grupos armados en América Latina, por lo que se les ha llegado a considerar “comunistas”. 

Athié asegura que los Legionarios de Cristo fueron utilizados por el papa Juan Pablo II, la primera ministra británica, Margaret Thatcher, y el presidente estadounidense, Ronald Reagan, para mantener a línea las ideologías de izquierda dentro de la iglesia católica. 
Confesiones de un sacerdote 

Alberto Athié fue sacerdote de la arquidiócesis de México durante años. Su devoción tenía una aplicación social muy profunda, más allá de las ideolologías políticas. “A mí lo que me motivaba eran los valores del evangelio”. El hombre se dedicó, sobre todo, a trabajar con poblaciones marginadas. Pero su devoción católica se fue minando con el caso de Juan Manuel Fernández Amenábar. 

Antes de morir, el padre Fernández Amenábar le contó que el líder de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, abusó de él: 


“Me dijo, ‘a mí, Maciel me destrozó la vida, la hizo pedazos. Yo estoy muy herido, no me quiero morir así’”.


Era 1994, y para Athié, aquella confesión era difícil de creer. Maciel era uno de los hombres más influyentes de la Iglesia católica. Por esas fechas, el papa Juan Pablo II lo había nombrado como un “guía eficaz de la juventud” que “ha querido poner a Cristo… como criterio, centro y modelo de toda su vida y labor sacerdotal”. 

Recordando a Ghandi, Athié le explicó al moribundo sacerdote que el perdón no significa olvido y que sin odio, también, se puede buscar justicia. Le pidió perdón en nombre de la iglesia católica y se comprometió a denunciar el caso dentro de la institución. 

Cuena que una de las últimas peticiones de Fernández fue: “te pido que en mi funeral les digas que yo he perdonado, pero que pido justicia”. 
“Entendimos lo que quisiste decir“ 

En la misa de cuerpo presente Athié cumplió la promesa: lo dijo frente a familiares y amigos del sacerdote. Aunque no dio detalles sobre a qué se refería, ocho sacerdotes se le acercaron después de la ceremonia y le dijeron: “entendimos lo que quisiste decir”. 

Todos ellos se identificaron como víctimas de Maciel: “Cuando me cuentan sus historias, sin que yo les contara lo que Juan Manuel me había dicho, me di cuenta que eran historias muy similares. Yo dije, en lo que pueda me comprometo a ayudarles”. 
El “complot” 

En 1997, el periodista Salvador Guerrero, de La Jornada, interpeló al Arzobispo Primado de México Norberto Rivera, sobre los abusos de los Legionarios de Cristo. A lo que Rivera, el hombre más poderosos de la Iglesia mexicana, respondió: “son totalmente falsas, son inventos. Y tú nos debes platicar cuánto te pagaron”. 

Guerrero fue la primera persona en cuestionar Norberto Rivera sobre el tema. La noticia circuló y el secreto a voces sobre los abusos quedó roto. 

Athié aprovechó la oportunidad para acercarse a Rivera y platicarle sobre los nueve casos que él conocía, pero Rivera le respondió que todo aquello era un “complot”. Lo echó de las oficinas, quedó etiquetado y luego de eso, Rivera aprovechaba cualquier ocasión para difamarlo. 

— Si esos casos se conocen desde entonces, ¿por qué no vemos que los casos lleguen ante la justicia?  

— Lo que sí sabemos es que, en el caso de la pederastia, cuando nosotros salimos a denunciar públicamente, eso lo operó Presidencia de la República, el grupo empresarial más poderoso, los dueños de los medios de comunicación más poderosos y los dueños de los medios escritos más influyentes, para bajar o apagar el nivel de información. 
La reacción de Ratzinger 

Después del fracaso con Rivera, Athié platicó sobre los casos con el nuncio –representante de la Santa Sede en México- Justo Mullor García. 

El hombre le recomendó escribir la denuncia en una carta dirigida a Joseph Aloisius Ratzinger, que en ese momento era Prefecto Para la Congregación de la Doctrina de la Fe, una especie de fiscal dentro del Vaticano. 

“Él me dijo: ‘esta carta se la tienes que entregar en manos del cardenal Ratzinger. A nadie más porque esa carta se pierde, hay mucho Legionario allá en Roma, tenga cuidado’”, cuenta. 

Athié no podía entregar la carta en persona, pero le encargó a una de las personas que más confiaba; el Cardenal Carlos Talabera, quien viajaría a Roma. 

Cuando Talabera volvió, le narró así el encuentro: 

“Ay, Alberto. Me quedé helado… leyó tu carta delante de mí y me dijo: 

–¿Conoce usted al sacerdote que escribió esto? 

-Sí. 

–¿Le parece a usted una persona moralmente creíble? 

–Sí. 

–Señor, ¿usted cree que lo que escribió este sacerdote es cierto?–, insistió Ratzinger. 

–Sí, porque cuando yo estaba estudiando aquí ya había escuchado historias extrañas que coinciden un poco con lo lo que dice ahí-. 

–¿Usted cree que es cierto lo que está aquí? 

–Sí, señor-. 

–Lo lamento, el señor Maciel es una persona muy querida del santo padre, le ha hecho mucho bien a la iglesia. No se puede abrir su caso, lo lamento, no es prudente. 

Era 1999, y desde Roma le avisaron a Norberto Rivera sobre la carta escrita por Athié: el nuncio Justo Mullor que había recomendado mandar el relato a Ratzinguer fue removido del cargo y lo mandaron de vuelta al Vaticano. “Le pegaron y le quitaron la carrera”, resume Athié.
    Los legionarios de Cristo, asociación religiosa fundada por el sacerdote Marcial Maciel, declararon que él mismo fue agresor sexual de 60 menores de los 175 casos que se presentaron contra dicha congregación. Asimismo, revelaron que 33 sacerdotes son responsables del resto de abusos. Foto: María Dipaola / Cuartoscuro 
“Aquí no hay nada que hacer” 

Athié acusa que Norberto Rivera le ofreció convertirse en obispo a cambio de dejar atrás las denuncias de abuso sexual. La oferta fue declinada por el sacerdote, quien decidió dejar México. 

El nuncio Justo Mullor García ya no estaba en el país, el Arzobispo Talabera, una de las personas más cercanas, tomó distancia, y Athié prefirió irse a Chicago para darle aire al asunto. Ahí se dedicó a trabajar con la población migrante… hasta que estalló el caso del cardenal Bernard Francis Law. 

El cardenal fue acusado de proteger y participar en decenas de abusos sexuales de niños. El caso fue publicado por el diario The Boston Globe y luego llevado al cine en la película Spotlight. El cardenal fue protegido por la iglesia católica, quien logró que Law no enfretara a la justicia en su país, el cardenal vivió en Roma hasta su muerte. 

Athié cuenta: “ese caso yo lo viví estando allá y dije: ‘’¡Qué es esto!’. Ahí me di cuenta que el problema era mundial, o sea que el procedimiento institucional era el mismo: encubrir, proteger, cambiar a los casos. Es igual, es cuando yo dije: ‘para mi esto se acabó, no hay nada que hacer’”. 

Athié decidió volver a México, ventiló los casos de los Legionarios de Cristo en un programa radiofónico con Carmen Aristegui y Javier Solórzano. Ahí también anunció su renuncia al sacerdocio. Era los primeros años del gobierno de Vicente Fox, cuando varias organizaciones de los Legionarios de Cristo empezaron a obtener recursos públicos. 

El programa de televisión provocó que los periodistas Aristegui y Solórzano fueran despedidos, recientemente la periodista relato: “hay que recordar que quien provocó esa salida, y de muy mala manera, fue Alfonso Romo, el hoy Jefe de la Oficina de Presidencia”. En aquel momento Romo era directivo de Grupo Imagen. 
Hecha para delinquir 

— Hablamos solo de los Legionarios, pero es un problema que se repite en otras congregaciones… 

— Sí, pero los Legionarios de Cristo son una congregación que se creó como una estructura de poder hecha para delinquir. La iglesia católica ha pretendido beneficiarse de sus relaciones de poder, así como la iglesia católica y otros grupos religiosos. No debería de ser, de ninguno, ni católicos, ni protestantes, ni ateos, ni nada. 

— ¿Qué opinas de la cifra que publicaron los Legionarios de Cristo en diciembre, donde admiten 175 casos de abuso? 

— Te estás basando en datos de ellos. Claro que no los podemos validar, yo no creo. Porque sólo de Maciel hay gente que afirma más de 200 episodios. Sólo de Maciel. Y del caso del padre Fernando Martínez, que es el caso que más ha sonado últimamente, no son seis casos, son seis escuelas. En cada escuela calculamos entre 10, 15 o 20 niñas y niños abusados. 

La fe después del horror 

— ¿Sigues siendo católico? 

— Si existe un dios que protege pederastas, no. Sabes qué, mi hermano, el día en que nos encontremos, si es que nos encontramos, te voy a mentar la madre aunque seas dios. Yo espero que dios no haga esas cosas, si es que es dios. No creo que dios siendo dios proteja delincuentes. En principio espero que no, y si me lo llego a encontrar le voy a mentar la madre, aunque sea dios. Y si me voy al infierno por eso, ni modo. Prefiero, el infierno que encontrarme un dios que sea cómplice en la protección de delincuentes. 

— ¿Qué pasa si la iglesia no hace nada? 

–El problema se ha incrementado. Históricamente llegamos a una cantidad enorme de casos, donde la iglesia no sabe qué decir. La iglesia está abrumada por el número y la magnitud de los daños, si siguen negando y siguen minimizando seguirán creciendo los casos. 

— Y sobre esta cosa que me decías al principio de amar al enemigo, ¿crees que uno pueda amar a un pederasta? 

— Sí, sí lo puedes amar. Buscando el bien auténtico, de él y de los que está dañando. Es decir que emerja la verdad, que haya caminos de la justicia y que lleguemos a un momento de reparación de los daños, incluyendo él daño que él pueda tener en su propia vida. 


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Texto: José Ignacio De Alba 
Fotos: Duilio Rodríguez y Cuartoscuro. 

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