1/14/2020

Pemex: prudencia; continúa en quiebra



Durante el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador se han instrumentado acciones que han frenado el impresionante derrumbe y quiebra técnica, operativa y financiera de Pemex, que adquirió niveles de corrupción sin precedente en la administración de Enrique Peña Nieto, pero que comenzó, paradójicamente, desde José López Portillo con Jorge Díaz Serrano como director de esa empresa estratégica*.
Conforme a lo que anunció el Presidente de México el pasado 1º de diciembre se detuvo la caída progresiva de la producción de petróleo, la producción del sistema nacional de refinación pasó de 32 a 40 por ciento de su capacidad y se abatió el robo de combustibles. Por su parte, el director de Pemex anunció la incorporación próxima de reservas localizadas en el campo Quesqui, en Tabasco, por aproximadamente 500 millones de barriles de hidrocarburos. En el ámbito financiero se destinaron mayores recursos para inversión, amortizar deuda y se pactó con deudores reprogramación de vencimientos. Se presionó para que renunciara Carlos Romero Deschamps ante investigaciones por corrupción.
Lo relevante de la gestión actual es el freno en el deterioro de los principales indicadores de Pemex y la estabilización de la producción de hidrocarburos y refinados. Sin embargo, todavía se requiere de mayor plazo y eficiencia en la aplicación de los recursos para que los indicadores operativos y financieros expresen una mejoría de la empresa: su deuda externa supera 100 mil millones de dólares. Por el lado de la producción y manejo de reservas de hidrocarburos es recomendable no incurrir en la sobrexplotación de los yacimientos, como se venía practicando irresponsablemente y no adelantar estimaciones de reservas que resultarán agradables para las calificadoras, como declaró Octavio Romero, director de Pemex, frente actividades de perforación todavía no concluidas para comprobar la extensión del yacimiento encontrado por el pozo Quesqui-1 EXP.
Ante la obsolescencia, los cotos de poder y prácticas de corrupción prevalecientes tanto en el sistema nacional de refinación como en logística –que atienden lo relacionado con la producción de refinados y operación de ductos y que revelan todavía resultados muy críticos, incluyendo sus millonarias pérdidas de operación–, es recomendable revisar la estrategia aplicada y el cumplimiento de los estrategas y operadores. Por ejemplo, hasta octubre pasado la producción promedio de gasolinas fue de 200 mil barriles por día y representó 28 por ciento del consumo nacional. En buena medida la formalización de contratos para los trabajos de mantenimiento se demoró excesivamente por incompetencia de responsables de esa área estratégica de soporte. Personal directivo de la nueva administración desde que se presentó ante los trabajadores, técnicos y superintendentes no dejó de revelar y expresar en un lenguaje procaz e insultante que todos son corruptos y tontos.
La parálisis o bloqueo de operaciones de soporte en Pemex por los hackers a la red informática el pasado noviembre logró tener el impacto y la duración por el divorcio entre un sector de la nueva administración con el personal. Fue importante y delicado, por ejemplo, el impacto en la atención de los servicios de salud: los médicos no pudieron acceder a los expedientes de sus pacientes, no pudieron expedir recetas para surtimiento en las farmacias de los hospitales o clínicas, se tuvieron que reprogramar citas para estudios de laboratorio, etcétera.
Cuando el personal no es tratado con dignidad o no se cumplen las remuneraciones y condiciones laborales pactadas, es decir, se atropellan sus derechos, las consecuencias son un debilitamiento del tejido operativo, de vigilancia y las iniciativas espontáneas para proteger la operación. Precisamente, uno de los sectores más destacados por la calidad y compromiso de sus servicios es el personal de informática de Pemex. ¿Cómo explicar no haber dispuesto de sistemas locales para hacer frente inmediatamente al sabotaje de los hackers?
Consolidar los logros alcanzados y capitalizarlos requerirá no sólo de mayores desvelos, como denotan las ojeras de muchos directivos. Requerirá, principalmente, de mayor voluntad para integrar a niveles de mayor responsabilidad a trabajadores más jóvenes y ya experimentados que trabajan en Pemex, a establecer mecanismos y foros de rendición y evaluación de cuentas que vayan más allá de presentarse ocasionalmente a las conferencias mañaneras del presidente López Obrador, respetar los acuerdos y participación de los trabajadores sindicalizados para remover a sus dirigentes, promover acuerdos formales con la UNAM, el IPN y los principales centros de investigación científica de México para que propongan, evalúen y participen de la aspiración de un nuevo rumbo histórico para Pemex.
Y, también, publicar con mayor oportunidad sus cifras e indicadores de operación –incluyendo lo correspondiente al mercado huachicol–; respetando la Sener dicha información y no contar para análisis y decisiones con cifras distintas de los mismos datos.

*Francisco Colmenares, Despojo, resistencia y corrupción. México en los ciclos del precio del petróleo. Ed. Plaza y Valdés, México 2019.

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