1/16/2016

Una mina de oro: historias de pioneras feministas salen a la luz


100 años del Primer Congreso Feminista en Yucatán
   Escrito de Hermila Galindo; bisnieta de Rita Cetina honra legado


Este segundo día de las jornadas conmemorativas por los 100 años del Primer Congreso Feminista, una ligera llovizna –contrastante con el ardiente sol que caracteriza al clima meridano– enmarcó la charla de historiadoras, sociólogas, antropólogas y expertas de otras disciplinas que aquí llegaron desde distintos puntos del país, para relatar detalles de la vida y obra de las precursoras por los derechos femeninos en México.

En un recinto de la Universidad Autónoma de Yucatán –edificio colonial testigo del ir y venir de las feministas de 1916– las especialistas contaron sus hazañas para sumergirse en la historia y obtener información de Elvia Carrillo Puerto –la primera diputada yucateca–, Hermila Galindo y Rita Cetina Gutiérrez, gestora del feminismo mexicano.

Como si hablara del descubrimiento de una mina de oro, la historiadora Rosa María Valle Ruiz describió a detalle –ante las asistentes ávidas de esos relatos– cada paso dado para hallar el legado escrito y otros documentos de la vida de Hermila Galindo, también fundadora de la revista Mujer Moderna, que promovió la educación laica, el sufragio femenino y la igualdad entre los sexos.

Qué emoción sintió la biógrafa de Galindo cuando, tras años de estudios, encontró la máquina de escribir de la precursora feminista y –aún puesto sobre el rodillo– miró un papel de antaño ignorado durante mucho tiempo y que muy probablemente fue el último escrito de la luchadora social minutos antes de su muerte en 1954, un año después de que las sufragistas de ese momento hubieran conquistado el derecho al voto para las mexicanas.

Ese papel en la máquina de escribir de Galindo es un escrito en el que la feminista se duele de los resultados hasta entonces de la Revolución Mexicana.


LA SIEMPREVIVA

Otra de las mujeres más remembradas en estos descubrimientos históricos fue Rita Cetina Gutiérrez, “La Siempreviva”, como se llamó su revista impulsora del feminismo en 1870.

A esta maestra, poeta y literata que antecedió a las mujeres de la posrevolución y del Constituyente de 1917, además de investigadoras y jóvenes, la vino a recordar su bisnieta María Elisa Cetina, mujer de más de 60 años de edad.

La descendiente de Cetina Gutiérrez destacó que su ancestra fue impulsora de la educación para las niñas, y no ocultó su orgullo de saber que las estudiosas sigan investigando la vida de su bisabuela, quien –aseguró– le dejó el legado familiar de poderse educar y mantener una forma de vida única, regida por la disciplina.

“Antes no nos contaban todo sobre ella o era tema que no se hablaba”, dijo la bisnieta de Cetina mientras platicaba con otras mujeres –todas yucatecas mayores de 60 años y una de ellas maestra– que llegaron juntas a las jornadas conmemorativas, y que se conocen porque saben entre sí que son familiares de otras figuras históricas de su estado.

Las mujeres se prometieron visitarse una a la otra para celebrar juntas nuevos hallazgos sobre sus familias.

UN CAMINO PARA LAS JÓVENES

Estas jornadas conmemorativas del Primer Congreso Feminista –a cargo de 14 mujeres expertas en distintas disciplinas– lucen en su logotipo el número 100 dibujado entre flores bordadas.

Los coloridos bordados típicos de Yucatán –enmarcados con letras  moradas como emblema del feminismo– recuerdan también el legado maya, y la principal actividad de las mujeres de los pueblos originarios.

Diseñados por Brenda Ortiz y Dioné León –jóvenes comunicólogas y feministas–, los bordados simbolizan una suma de generaciones pasadas honradas por el esfuerzo de las mujeres actuales.

Cada que terminaba un relato sobre las mujeres que dieron pie al Primer Congreso Feminista de 1916 las asistentes más jóvenes levantaban sus manos inquietas: “Quisiera saber dónde encuentro más información sobre ella”; “quiero agradecer que nos haya compartido esta historia”; “quisiera conocer más sobre el feminismo”.

Preguntas que iban y venían de parte de muchas estudiantes de alguna carrera de ciencias sociales convocadas por sus maestras… otra vez las maestras.

Entre las reflexiones finales, las más jóvenes también concluyeron: “Necesitamos volver a reunirnos”; “hay que formar alianzas”; “tenemos que cuestionarnos las desigualdades de clase”; “cómo frenamos la violencia en las calles”; “por qué se ha rodeado de mitos y mentiras al feminismo”…

Pasadas las ocho de la noche, ya sin lluvia, las mujeres salieron de las aulas para seguir comentando cada tema abordado y congratularse por haber asistido.


Especial
Por: Angélica Jocelyn Soto Espinosa, enviada
Cimacnoticias | Mérida, Yuc.- 

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