4/09/2010


El ejército mexicano existe para proteger la integridad de los mexicanos no para convertirnos en sus víctimas.


La única razón por la cual existe el ejército es para la protección del bienestar de la ciudadanía y en cambio se comporta como una amenaza que amedrenta, humilla y asesina a personas indefensas.


Esto se entiende por los bajos niveles de preparación, desde el reclutamiento hasta la vida en los cuarteles. Evidentemente no es un ejército bien entrenado y menos aún dirigido o controlado, como corresponde al brazo armado de una república democrática y soberana. Es más, en estos momentos las fuerzas armadas constituyen un factor de riesgo para las libertades y los derechos humanos de los mexicanos, ya que pudiera llegar en el corto plazo el momento en que se acaben de transformar en una maquinaria represora, que anule cualquier tipo de iniciativa legal que acuse algo distinto a lo que la hegemonía mantiene como su orden conveniente.


Cada día son más frecuentes las noticias donde aparecen los soldados como victimarios de gente inocente y no sabemos realmente si les falta disciplina, logística o sentido común, Lo más probable es que les falta todo, inclusive racionalidad, pues actúan con excesiva brutalidad y eso es muy preocupante. La sociedad civil, utilizando las vías constitucionales como el Congreso, debiera responder de inmediato, pues se juega la poca tranquilidad y estabilidad de la nación.


El pueblo mantiene con sus impuestos al ejército, costea sus salarios, equipos, armamento, absolutamente todo; desde la construcción de cuarteles, hasta el entrenamiento y la manutención que, aún siendo una de las naciones que menos gasta en ese rubro en América Latina (2, 900 millones de dólares anuales) no deja de ser una cifra considerable. Por tanto, es inadmisible que el ejército actúe en contra de los derechos y de la vida de esos ciudadanos que pagan para mantenerlo.


Pagamos, quienes trabajamos, por tener seguridad y en cambio le damos vida a una amenaza, ya que no se ve al ejército actuar contra los verdaderos delincuentes que están identificados, inclusive como ex gobernantes: Llámense, Salinas, Zedillo, Fox y demás ladrones, junto con sus familias e innumerables amigos y socios. Todos ellos han comprometido y comprometen hoy en día, los bienes de la patria y el futuro de varias generaciones de mexicanos. Es vergonzoso y humillante ver que esas lacras se burlan, gozando sus mal habidas fortunas, de los que más padecen la pobreza.


¿Sirve acaso el ejército para proteger a esta delincuencia? ¿Les pagamos para que, en lugar de evitar el desastre en que los verdaderos pillos han sumido al país, maltraten, violenten y asesinen a inocentes?


¿Por qué la disciplina, la capacitación de las fuerzas armadas, no sirve para poner un alto a los latrocinios y constantes atropellos de la Constitución, de la ley y del orden, y en cambio se utilizan par castigar al pueblo? ¿No tienen inteligencia y sentido común los altos mandos militares? ¿Están coludidos con el crimen que simulan combatir, porque les es más redituable apoyar la infamia que cometen los usurpadores y espurios que dizque gobiernan? ¿Se encuentran nuestras fuerzas armadas doblegadas ante el hampa local y los yanquis? ¿No aprendieron de la historia? ¿Vendieron el patriotismo y la dignidad?


Mexicanos: es posible que hayamos perdido nuestro ejército, porque se puso al servicio de la vileza, según lo que vemos todos los días.


Los militares nos infunden temor porque no sabemos a ciencia cierta en qué bando se encuentran, ya que todo parece indicar que las tropas están comprometidas para defender únicamente a la escoria del país. Esas élites que llevan años amamantándose del trabajo y del esfuerzo de los mexicanos. ¿Dónde está el honor de los militares? ¿Por qué no defienden al pueblo que les da todo?


No es posible aceptar que los militares renuncien al patriotismo y a los principios que todo ser humano que se dice honesto y coherente debe respetar, en primer lugar la vida de los semejantes que no han cometido ningún delito. Han asesinado hasta niños, por miopía o exceso de sangre fría, lo cual es deplorable y únicamente sirve para sembrar más odio entre la sociedad. ¿De qué se trata?


Que no le suceda al ejército una vez más lo que tantas veces ha mostrado el clero, que se ha puesto invariablemente, históricamente, de parte de los usurpadores, de los explotadores, de los que mancillaron la patria, como sucedió en la Guerra de Independencia, en la Reforma, en la Revolución mexicana y sigue sucediendo en cualquier avance progresista o emancipador del pueblo.


Vimos hace cien años al ejército alinearse bajo las órdenes del efímero gobierno del sanguinario y traidor, Victoriano huerta, el asesino de Madero, el mismo que se vendió a los norteamericanos que ambicionaban, como ahora, el petróleo y los bienes de México. Afortunadamente vencido ese ejército por los revolucionarios Villa, Obregón y Carranza, se transformó, según el curso de la historia, en un ejército que supuestamente defendería los principios de la Revolución: la tierra y la libertad, del grito de Zapata, lo mismo que la soberanía de la nación y los derechos y dignidad del pueblo.


Creímos en un ejército capaz de doblegar a los grupos del hampa y finalmente fue subordinado a los jefes de las mafias, desde EU, hasta Sinaloa. ¿Quién permanece realmente recto e intachable en el ejército mexicano? ¿Es verdad que los soldados vigilan cargamentos de droga, según el grupo o cártel favorecido? Esto es lo que se dice popularmente, inclusive en el exterior. Es importante llegar a la verdad, encarar los hechos como son. ¿Qué tan cierto es que Secretarios de la Defensa Nacional, como el general Cervantes Aguirre en el gobierno de Zedillo, operaban y aún lo hacen los actuales, junto con los "Zares antidrogas de EU", para controlar el trasiego de estupefacientes y armas entre ambos países? Es poco convincente la "guerra" contra estos delitos, toda vez que los capitales, como producto de este negocio, se invierten impunemente en cualquier actividad económica de la "libre empresa".


Es momento de que la sociedad reaccione, comprenda, despierte ante esta realidad amenazante. Más vale ahora porque así nos daríamos la oportunidad de salvar el destino.


En 1968 el ejército disparó contra la multitud inerme que se reunía en un mitin pacífico en la Plaza de Tlatelolco y según lo que se averiguó o salió a la luz años después, el ejército cayó en una trampa tendida por individuos sin escrúpulos que convocó a los militares a una lluvia de fuego cruzado y por tanto accionaron su armas. ¿Por qué lo hicieron contra la gente indefensa? ¿No les funcionaban los ojos, los oídos y los cerebros?


Se convirtieron de cualquier forma en asesinos y no ha aparecido nada que los absuelva.


El peligro ahora es que ese tipo de hechos se vuelva a repetir. Ojala que el próximo 16 de septiembre los militares se queden en sus cuarteles, puesto que no merecen el honor de que el pueblo los acompañe a desfilar. ¿A quién le apetece aclamar verdugos? Los mexicanos unidos deseamos que nuestro ejército demuestre que puede recuperar el respeto que tanto orgullo nos daría tener. Tal vez así los acompañaremos en el desfile en el 2011.


Espero que para entonces no se encuentre el país en manos del ejército, mediante un golpe militar como el que le costó a Argentina 30 mil víctimas, muchas de ellas hasta hoy desparecidas.


Ahora son esqueletos fríos que descansan en el lecho del mar o bajo capas de tierra de algún paraje perdido. No conformes ni satisfechos de tanta infamia, esos criminales mentalmente deformes, asesinos de gente que defendía ideales, les arrebataron sus hijos recién nacidos para entregarlos a familias o quien sabe a qué manos que se mancharon de lágrimas y tremendo dolor.


¿Eso hará el ejército mexicano?, ¿mutilará esfuerzos, segará vidas, acabará con anhelos de libertad, con generaciones de talentos?


Según lo que vemos ocurrir diariamente, hacia allá enfilan sus baterías, apuntan con sus armas. Por tanto, nuevamente, mexicanos, hagamos valer la razón. Este año, por todo lo que representa históricamente, es decisivo.


Digamos no al ejército, hasta que sea verdaderamente un defensor de los derechos de los ciudadanos que lo mantienen con el fruto de su trabajo, un ejército que sea verdaderamente útil al pueblo en sus momentos álgidos, en vez de actuar como una bestia que nos mata la voluntad y la esperanza que tenemos por hacer una patria mejor.

www.carlosvilaguzma.blogspot.com


No hay comentarios.:

Publicar un comentario