9/24/2014

Cambio climático y México ?

Detrás de la noticia
Ricardo Rocha
La verdad fue muy desilusionante que aquí no hayamos hecho nada. Las crónicas de este domingo son esperanzadoras: en Nueva York, 310 mil marcharon de Central Park al Hudson para exigir un alto al cambio climático; poner fin al deterioro ambiental; erradicar la amenaza del eco-escepticismo que asegura que es ya demasiado tarde y en cambio alentar la convicción de que todavía es posible salvar esta nave común en que viajamos todos, llamada Planeta Tierra.
A ellos se sumaron otros 300 mil en ciudades tan diversas como París en Europa, Sidney en Australia y Río de Janeiro y Bogotá en América Latina, para pugnar por hacer más respirable el aire de las grandes ciudades, rescatar nuestros ríos y mares, desarrollar energías limpias y terminar de una vez por todas con el gran crimen planetario: 13 millones de hectáreas de bosques que perdemos cada año. En México, ninguno de estos temas parece importarnos a pesar de que aniquilamos 500 mil hectáreas de bosques y selvas anualmente y ya somos quinto lugar mundial en deforestación. Con todo lo que significa: una drástica disminución en el suministro de agua; la extinción de una gran variedad de plantas y animales; y la destrucción de comunidades y formas de cultura ancestrales ligadas históricamente al agua y la tierra. A todo ello, añadimos un mexicanísimo ingrediente: la corrupción. Baste decir que el 70 % del mercado nacional de madera es de procedencia ilegal; como ocurre en Guerrero, donde la empresa canadiense Boise Cascade ha depredado la sierra con la complicidad de caciques y gobiernos.
El reporte más reciente de la Semarnat concluye que en México padecemos contaminación atmosférica, tala irracional de árboles, la caza indiscriminada de distintas especies, la contaminación de mantos acuíferos, la pérdida de recursos hidrológicos, la grave afectación que han sufrido manglares y corales en nuestras costas, el agotamiento y sobreexplotación de valiosas e irrecuperables especies marinas, la degradación y desertificación de suelos y el manejo irresponsable de residuos sólidos y líquidos tóxicos. Total, un desastre.
A propósito, y para ejemplificar, baste el caso presente del derrame de 40 mil metros cúbicos de sulfato de cobre con ácido sulfúrico a los ríos Sonora y Bacanuchi de la minera Buenavista del Cobre, en Cananea, perteneciente a Grupo México, cuyo accionista principal es Germán Larrea, el tercer hombre más rico del país y uno de los cien más ricos del mundo. Una mezcla letal de altas concentraciones de metales pesados y sustancias tan dañinas como arsénico, níquel, fierro, cobre, cadmio y manganeso, que están afectando gravemente la salud y la supervivencia de al menos 22 mil personas en 7 municipios. En un estado donde el agua es tan valiosa que su gobernador Guillermo Padrés se mandó hacer una presa en su rancho, con recursos públicos claro, y luego —ya en el desquiciamiento total— la mandó dinamitar.
Ahora hay un tenso estira y afloja entre el gobierno federal, el estatal y Minera México. Habrá que ver si hay voluntad política para que una de las empresas internacionalmente más productivas —con rendimientos de mil 170 millones de dólares tan sólo en el primer semestre de este 2014— paga por lo menos la reparación del daño o, como estima Greenpeace, una vez más se demuestra que “México sigue siendo un paraíso para contaminar impunemente”.
La añorada marcha de Nueva York se da en la víspera de la Cumbre de la ONU de Jefes de Estado y de Gobierno, ahí mismo, contra el cambio climático. Para animarla fue que mil 572 organizaciones efectuaron 2 mil 808 eventos en 166 países. Por eso duele que en México no se diera la menor expresión solidaria. Como si estuviéramos de acuerdo con quienes creen que todo está perdido. Que, al fin y al cabo, nuestra ciudad, nuestro país todavía están jodidamente habitables. Que no importa que heredemos a nuestros hijos un planeta asesinado. Una nave sin destino.
PD. Al momento de escribir estas líneas, me entero que en la ONU el presidente Peña Nieto afirma que, para México, el cambio climático es un asunto de Estado. Menos mal. Ojalá vaya en serio. Pero muy en serio.

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