9/24/2014

El Grito de Dolores, Morena, el futuro de México y una sencilla ilustración




“Habrá camiones para ir al Grito de Independencia a las 6 de la tarde en Boulevar Diamante y Jardín de Niños. Los esperamos. Nos llevan y traen ¡No falten!”
Pancarta (colgada en algún lugar del Estado de México)

El 15 de septiembre (2014), Morena realizó un Congreso Nacional Extraordinario para cumplir con las exigencias del IFE-INE. Al mismo tiempo, como de costumbre y como el protocolo lo indica, fue el día de la Independencia de México en donde el llamado presidente dio el Grito de Dolores.
Haciendo un poco de memoria, Morena lanzó la propuesta de consulta popular para que se le pregunte al pueblo si está de acuerdo o no, en que se vuelva a entregar el petróleo a extranjeros y a empresas privadas. Y ahora todos, para no quedarse atrás, proponen su propia consulta popular y se cuelgan de causas que a simple vista parecieran justas. Los “progresistas” del PRI se montan en la reducción en el número de senadores y diputados; los descarados del PAN se montan del salario de las y los trabajadores para decir que buscan un aumento al salario mínimo; y los mediocres del PRD, como dicen que son de izquierda, le copian a Morena con la consulta sobre reforma energética; y, de pilón, la alianza PRD-PAN lanzan una propuesta extra para una supuesta reducción del salario del presidente y de altos servidores públicos.
La diferencia entre las consultas populistas de PRI-PAN-PRD (y el resto de sus afines) y la consulta que propone Morena, es que Morena ha impulsado esta propuesta desde abajo, con el pueblo y, así mismo, Morena ha sobresalido por encima de los demás jugadores, por ser la primera fuerza política en cumplir con los requisitos.
Digan lo que digan las —poco fiables— instituciones (Congreso, Suprema Corte, etc.), los millones de mexicanos honrados, la gran mayoría, lucharán con los medios pacíficos que sean necesarios para revertir las llamadas reformas.
Por otro lado, echando un vistazo a la foto de la familia presidencial, no son sino una familia acomplejada que, lamentablemente, como muchas, al puro estilo de las telenovelas de televisa, o como don Porfirio Díaz en sus mejores tiempos, buscan blanquear su piel para parecer lo más anglosajón posible. Este complejo de inferioridad —malinchismo mezclado con una dosis de odio a uno mismo— le ha pegado a buena parte de los mexicanos. Este es uno de los problemas grandes que por ser arraigado, debe estar en las prioridades y metas de largo plazo de la izquierda nacional que está resurgiendo.
Un Zócalo cercado con vallas en una fiesta que debiera ser popular, relativamente lleno de militantes, o que de alguna forma son parte del Revolucionario Institucional; tortas, plátanos y refrescos para los acarreados de abajo, y grandes banquetes para los privilegiados de arriba. Basta con ver el corazón del país para darse cuenta de lo enferma que está la patria.
Las fallas al izar la bandera, haberla tirado al piso sólo se puede interpretar como la forma funesta y mediocre en que se administra al país, de cómo el mal gobierno tiene la economía, la salud y la educación por los suelos.
Pero, en conclusión, los enemigos de México no son infalibles. A México lo rescataremos de entre ruinas. 

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