12/05/2012

Con sus trece iniciativas Peña Nieto quiere ganar tiempo


Con sus trece iniciativas Peña Nieto quiere  ganar tiempo
Lo sensato en este momento, es iniciar una lucha política tendiente a presionar a Peña Nieto, a fin de que no ceda a las presiones ultraderechistas del grupo oligárquico


El que haya finalizado la docena trágica encabezada por el partido ultraconservador, no significa que las cosas vayan a cambiar para bien del pueblo de México, pues la oligarquía sigue en el poder. Esta es la gran tragedia que sufre México, la cual podrá superarse en la medida que las clases populares tengan conciencia de su fuerza, y puedan y quieran usarla para cambiar una realidad inaceptable. Mientras tanto, podemos asegurar que la lucha por la democracia habrá de continuar, porque no hacerlo, pacíficamente, sería equivalente a permitir que el PRI retome un papel hegemónico en la sociedad, que luego sería mucho más difícil combatir.

Podría suponerse que Enrique Peña Nieto tiene muy buenas intenciones, pues su discurso de toma de posesión así lo permite avizorar. Las trece iniciativas que anunció son incuestionables. Podría decirse que algunas de ellas son progresistas, democráticas y necesarias para el progreso del país. Sin embargo, una cosa son los planes que se puedan tener para el sexenio, y otra muy distinta las posibilidades para hacerlos realidad.

No deja de ser una ominosa advertencia, la provocación realizada en las cercanías de Palacio Nacional mientras se esperaba la llegada de Peña Nieto. La violencia suscitada por porros hace recordar los viejos tiempos en que la Dirección Federal de Seguridad organizaba eventos para justificar actos represivos. Ahora se pretende revivir estas prácticas para echar la culpa a la verdadera izquierda del avivamiento de una lucha de clases, que no es más que una natural respuesta social a los desmanes de una minoría insaciable, que pretende acorralar a los trabajadores y mantenerlos en calidad de esclavos.

Históricamente está demostrado que la violencia no favorece avances sociales, pues los costos los pagan siempre los más pobres. La violencia es el último recurso que le queda a las clases mayoritarias cuando, por obligación, debe usar su fuerza en legítima defensa. En este momento no existe tal circunstancia, así que sería un lamentable error caer en las provocaciones de los segmentos más radicales de la derecha, quienes quisieran obligar al nuevo gobierno priísta a seguir la ruta antidemocrática y fascista impuesta por el grupo que lideró Felipe Calderón.

Lo sensato en este momento, es iniciar una lucha política tendiente a presionar a Peña Nieto, a fin de que no ceda a las presiones ultraderechistas del grupo oligárquico que lo patrocinó. No hay duda que la estrategia de sus ideólogos será esa, como se advierte por la provocación del día primero, más aún porque consideran que lo ganado luego del sexenio fascista de Calderón, no debería perderse. Harán lo indecible para evitarlo, sin importar las consecuencias, incluso desfavorables para el propio Peña Nieto, al enfrentarlo con sectores democráticos y progresistas.

Saben esos ideólogos de la ultraderecha, que no deben permitir que Peña Nieto tenga interlocución con la verdadera izquierda, a fin de aislarlo y hacerlo presa fácil de sus ambiciones. Para ello cuentan con el apoyo de Los Chuchos, como ha quedado demostrado luego del interés del dirigente del PRD, Jesús Zambrano, de firmar un acuerdo espurio junto con el PRI y el PAN, mediante el cual se pretende deslegitimar la lucha política de las fuerzas progresistas, encaminada a formar un frente amplio antifascista que sirva de eficaz muro de contención a la voracidad de la oligarquía.

Con sus trece iniciativas, Peña Nieto quiere ganar tiempo a fin de organizar un gobierno con posibilidades de negociar desde posiciones de fuerza con sus adversarios. Pero esto mismo puede ser aprovechado por la verdadera izquierda para presionar, desde posiciones institucionales, al grupo en el poder a fin de que cumpla sus promesas y no empiece a engañar al pueblo.

Bajo tal perspectiva, Los Chuchos están actuando equivocadamente, pues se están abaratando de manera anticipada y muy pronto sus servicios no serían necesarios. Este es el momento de cerrar filas en torno a posiciones progresistas, no prestarse a juegos demagógicos que sólo obedecen al interés de la oligarquía de aislar a la verdadera izquierda, y colocarla, a los ojos de la ciudadanía, como la única instigadora de la violencia y de posiciones irreductibles.

Un acuerdo político de grandes alcances sólo podrá alcanzarse en la medida que se tomen en cuenta las demandas de las clases mayoritarias, se frenen las ambiciones de los fascistas y se les aísle, tal como lo aconseja una elemental sensatez y un mínimo sentido común. Porque, en definitiva, los verdaderos enemigos de México son esos grupos oligárquicos de ultraderecha, que ahora se sienten obligados a continuar la lucha en favor de las posiciones fascistas que defendió Calderón. En este orden de ideas, sería un grave error de la oligarquía pretender que Peña Nieto siga ese mismo derrotero. No están dadas las condiciones, menos cuando existe una izquierda racional  y patriótica que tiene muy claro su papel político de vanguardia en favor de la democracia verdadera.
Guillermo Fabela - Opinión EMET

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