12/05/2012

Los periodistas pal cafe......


La función debe continuar: Jesús Murillo Karam promete con aires solemnes que durante su gestión como procurador federal de justicia sostendrá una firmeza absoluta e implacable para integrar averiguaciones previas contra presuntos culpables, se manifiesta contra arraigos y cateos arbitrarios, promete que no actuará por consigna y se declara ciego ante colores partidistas. Amplio catálogo de promesas renovadoras y justicieras de parte del ex gobernador de un estado, Hidalgo, en el que no hubo tales paraísos judiciales sino todo lo contrario, tanto en su propio paso por el cargo como en el de sus sucesores, con uno de los cuales hoy hace pesada mancuerna (Miguel Ángel Osorio, MAO, secretario de Gobernación).
Murillo Karam practica el juego por todos tan sabido y aceptado. El de la palabrería tan categórica como destinada al rotundo incumplimiento. Niega que actuará por consigna cuando todo mundo sabe que se mueve bajo instrucciones precisas de su actual jefe, Enrique Peña Nieto, quien le encargó el breve manejo también implacable de la mesa directiva de San Lázaro y quien ahora lo ha colocado en la PGR, previa aprobación senatorial aceitada. Futura ceguera partidista se diagnostica quien ha sido fiel soldado del priísmo y ejecutante a rajatabla de las órdenes recibidas. Y no es todo: el procurador MK se declara decidido a erradicar imágenes y percepciones negativas: nada de policías mal encarados ni algo que me preocupa todavía más, que (esa PGR) se convierta en la primera opción política.
Las declaraciones de un funcionario clave en el diseño de un gobierno implacable son una minúscula aportación al vandalismo institucional que ha generado una explicable irritación social extrema, cuyas expresiones recientes en el día inaugural del peñanietismo generan ya una acentuada división social entre los partidarios de la represión, como inmediato mecanismo de estabilidad gubernamental y quienes abogan por resolver de fondo las causas reales de esas manifestaciones de grave desajuste del sistema político y económico vigente.
Así como Felipe Calderón prefirió desatar una guerra civil contra el narcotráfico en lugar de analizar y combatir las razones profundas de desigualdad, desempleo, ignorancia y falta de oportunidades, la administración sucesora pareciera encaminada a convertir la disidencia en su objetivo bélico. De la guerra contra el narco a la guerra contra el anarco, pretendiendo constituir la base de legitimidad que las urnas no otorgaron, porque en lugar de ellas hubo cajas registradoras, y tratando de arrinconar y exterminar a quienes no se avengan a las lobunas palabras disfrazadas de tiernas promesas con las que arranca el sexenio (pactas o te pacto).
El eje conceptual del nuevo país de las maravillas es el autodenominado Pacto por México. El argumento consiste en que nada podrá cambiar de verdad si las fuerzas políticas y los ciudadanos no se alinean con la nómina de magnos propósitos reformistas que el buen peñanietismo está dispuesto a empujar y que podría alcanzar si se confirma en su derredor la unidad nacional que tan infructuosamente invocó un panista michoacano hasta el final de su administración. En una mezcla del echeverrismo de la apertura democrática y del salinismo de las reformas engañosas, Peña Nieto hace saber a los negociadores de PAN y PRD (ya liberado éste de la presión directa de AMLO) que está dispuesto a ir contra monopolios y poderes fácticos.

FUERZAS ARMADAS. El titular de la Secretaría de Marina, Vidal Soberón Sanz, durante la ceremonia de toma de protesta de funcionarios de la dependenciaFoto Cristina Rodríguez
En privado, peñanietistas en negociación han hablado la intención superior de contener, recortar e incluso desplazar el poder de Elba Esther Gordillo (previamente ablandada por Televisa y por documentales de panzazos críticos; en un proceso que tiene como telón de fondo la conversión del esquema de la educación pública) e incluso de contener y recortar el peso de la televisión abierta, específicamente en el caso de Televisa. ¡¿Peña Nieto contra Azcárraga y Televisa?! Bueno (según eso), un poco. O, dicho de otra manera, por esos argumentistas del supuesto reformismo peñista: lo suficiente para que ese poder fáctico quede reacomodado al esquema del priísmo de antaño, sin rebasar, retar ni doblegar a los poderes formales y a la clase política que hoy son constantemente arrodillados por la pantalla dominante. Peña Nieto sólo podría darse por bien instalado en el poder real cuando ya no debiera pleitesía a su fuente original de encumbramiento y convalidación (a los lectores insurrectos se les recuerda que lo consignado en este párrafo no es el punto de vista del tecleador, sino de algunos negociadores pactistas).
A partir de esas ofertas de temporada, el perredismo controlado por Nueva Izquierda (la corriente mejor conocida por el hipocorístico de dos de sus principales dirigentes: los Chuchos) ha decidido jugarse su resto en la partida que libra con sus adversarios internos y con el nuevo polo de atracción izquierdista que es Morena. Al mejor estilo del talamantismo que les es constitutivo (Rafael Aguilar Talamantes, un político que negoció siempre con el poder en términos de aprovechamiento faccioso, al amparo de fraseología izquierdista e invocaciones nacionalistas), los Chuchos han dado el paso al frente que significa la alianza sexenal con EPN, aun a riesgo de resquebrajar el de por sí crujiente entramado del sol azteca, con la esperanza de que el agradecimiento de Los Pinos les permita enfrentar y sobrevivir al lopezobradorismo al acecho.
Tales rejuegos infames de poder, la sabida devaluación de promesas y declaraciones, la persistencia de especímenes políticos reprobables y la eternización de la injusticia y la desigualdad constituyen el verdadero vandalismo, el que diariamente lleva a muchos, sobre todo a los más jóvenes, a estallar de irritación en un México al revés, lleno de delincuencia impune y destrozos de la institucionalidad, con las calles repletas de recurrentes violadores de la ley, de asesinatos, violaciones y carnicerías impunes, mientras el aparato se ceba contra jóvenes y se escandaliza por lo mismo que ha procreado. ¡Hasta mañana!
Twitter: @julioastillero
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Amí que me esculquen, dice el flamante secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien en eso de los poderes fácticos rápido pintó su raya y aunque éstos tienen nombre, apellido y logotipo, son creación del propio régimen priísta y de su mancuerna panista y han contribuido decididamente al estancamiento nacional, el nuevo inquilino de Bucareli no quiere identificarlos, no vaya a ser que se ofendan. Lo llamativo del caso es que hasta Enrique Peña Nieto aseguró que el Pacto por México es el proyecto de país que todos los aquí presentes compartimos y respaldamos, pero parece que no.
La Jornada nos ilustra, como siempre: “el secretario de Gobernación no quiso ‘personalizar’ quiénes son los poderes fácticos que buscan frenar a través del Pacto por México, porque esa es una postura de los partidos políticos. Pero coincidió en que estos poderes han impedido el desarrollo a plenitud del país. Al preguntarle si tienen dedicatoria sus críticas a los poderes fácticos, señaló que fue una exigencia de los partidos políticos promover reformas y programas para frenar estos intereses” (léase yo sólo dije lo que me dijeron que dijera).
Cuando se le interrogó sobre el mensaje que dio durante la firma del Pacto por México respondió: “‘di lectura a una redacción que hicieron los propios partidos políticos’. Refirió que desde la perspectiva de estas fuerzas ‘hay poderes que no queremos individualizar, señalar en lo particular, pero que sabemos que han impedido en muchos de los casos el desarrollo del país’. ¿Tiene dedicatoria al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación? (se le preguntó). No, no. Queremos impulsar al país. No estamos buscando a quién señalar o a quién decir. Tenemos que tomar las decisiones que permitan que de una vez por todas el país salga adelante; no debemos hablar en lo particular de algún ente del país” (Claudia Herrera Beltrán).
Si se atienden las palabras del ex gobernador hidalguense, a lo largo de muchos años los mexicanos han sido asaltados, ninguneados y manipulados por corporativos que no hay que mencionar, personalizar ni individualizar (ergo, deben permanecer impunes), porque no viene al caso. El país ha pagado un elevadísimo costo económico-social por los monopolios y oligopolios que han frenado el desarrollo nacional y deteriorado los de por sí ínfimos niveles de bienestar de la mayoría, pero no hay que mencionarlos porque se ofenden, como tampoco a los responsables gubernamentales de lo sucedido. Así, podría pensarse que, de entrada, nace muerto uno de los compromisos del Pacto por México: el de deshacer las trabas que han impedido el crecimiento y el desarrollo del país.
Que no hay que personalizar, dice el inquilino de Bucareli, cuando los nombres de los corporativos y sus dueños (incluyendo sindicatos) desde hace mucho aparecen por doquier: desde la alegre condonación o exención de impuestos y las leyes a la medida hasta la concentración de los mercados y el otorgamiento de concesiones públicas y contratos gubernamentales, sin olvidar los rescates y subsidios con recursos del erario y la entrega de gruesas rebanadas de la riqueza nacional para fines privados. Entonces, háblese de monopolios y oligopolios, pero fueran tan amables de no mencionar nombres de empresas y zares, nacionales y foráneos, de las telecomunicaciones, cemento, minería, banca, cerveza, farmacéutica, comercio al menudeo, bienes raíces, televisión, alimentos procesados, mercado bursátil y financiero, bebidas gaseosas y agua embotellada, ferrocarriles, transportes, agroindustria, exportaciones y demás etcéteras.
Desde tiempos de Ernesto Zedillo, cuando menos, el compromiso gubernamental ha sido combatir directa y eficientemente a monopolios y oligopolios, los mismos que, en los hechos, se han consolidado y robustecido sexenio tras sexenio. Así es, el gobierno lejos de cumplir con lo prometido se convirtió en el gerente de esos grupos concentradores del ingreso, la riqueza y la actividad económica y política. Por ejemplo, Felipe Calderón –sin olvidar a Fox– anunció el decidido combate de mi gobierno a los monopolios y oligopolios, y a la concentración del ingreso y la riqueza, porque de lo que se trata es construir un México nuevo para vivir mejor. ¿Qué sucedió? Lo de por sí concentrado se concentró aún más, y el poder de los que supuestamente combatiría creció como la espuma.
A qué nivel habrán llegado los poderes fácticos, que de tiempo atrás hasta el propio Banco Mundial (uno de los promotores del modelo económico nacional) se queja de “la influencia de dos tipos de estructura desigual que reducen el crecimiento del país: la que se da por medio de la concentración de la riqueza y del poder monopólico en el sector empresarial, y la que se presenta como resultado de la existencia de sindicatos en sectores protegidos y organizaciones agrícolas. La influencia de las élites interconectadas, de igual forma que la que ejercen algunos grupos corporativistas organizados (maestros, petroleros, trabajadores del IMSS y otros, los que, dicho sea de paso, el PRI se negó a tocar a la hora de aprobar la reforma laboral), tienen una relevancia especial para sentar la base de las trampas de desigualdad, estructuras de desigualdad que tienden a perpetuarse en el tiempo”.
Mucho se parece lo anterior a lo dicho por el propio Miguel Ángel Osorio Chong el mero día de la firma del Pacto por México: la creciente influencia de poderes fácticos, frecuentemente reta la vida institucional del país y se constituye en un obstáculo para el cumplimiento de las funciones del Estado mexicano. En ocasiones, esos poderes obstruyen, en la práctica, el desarrollo nacional, como consecuencia de la concentración de riqueza y poder que está en el núcleo de nuestra desigualdad. La tarea del Estado y de sus instituciones, en esta circunstancia de la vida nacional, debe ser someter, con los instrumentos de la ley y en un ambiente de libertad, los intereses particulares que obstruyan el interés nacional.
Sólo unas cuantas horas transcurrieron entre ese discurso del secretario de Gobernación y su declaración a los colegas, y del compromiso de someter a los poderes fácticos pasó a solicitar amablemente que no se les personalice ni se les mencione. ¿Qué sucedió en ese lapso? Adivinen.
Las rebanadas del pastel
La reforma laboral ya rinde frutos: la empresa Mead Johnson Nutrition despidió y liquidó a los 450 empleados sindicalizados que tiene en la planta de Delicias, Chihuahua, a fin de cancelar el contrato colectivo de trabajo con la CTM. La compañía estadunidense volvió a contratar a los empleados, pero bajo nuevas condiciones (La Jornada, Rubén Villalpando).



De pronto uno quiere hablar de poesía y topa con pared, y eso que al menos en parte a algo de eso se dedica uno. Ante tal inconveniencia quizá no es tan mal expediente recurrir a los versos; dejemos que los versos (la poesía es otra cosa) hablen, como puedan, de poesía.
1. No supo ser feliz, mas algo supo,/ que ya hay felicidad en no desearla./ De la felicidad yo no me ocupo,/ me dijo alguna vez, a qué intentarla,// cuando no se consigue ahi se anda herido/ mirando a ver a qué horas la sorpresa/ de dizque ser feliz. Naturaleza/ es del hombre vivir de ella en olvido.// Los infiernos infiero que están llenos/ de felices. Mejor lo natural,/ ser quien se es, que al cabo el ruidajal// de la felicidad trae desenfrenos que frenos son nomás. Lo universal/ ciertamente consiste en algo menos.



Llama a esclarecer actos vandálicos del día 1º
Si el nuevo gobierno de la República no se apresura en hacer la parte que le corresponde para esclarecer las criminales acciones vandálicas, perfectamente programadas, del 1º de diciembre contra la ciudad de México, habrá que denominarlas como Atenco II.


Enrique Peña Nieto ha reiterado que mantendrá el carácter laico de Estado, que como sabemos recientemente quedó plasmado en el artículo 40 de la Constitución, pero existen temores fundados de que en este sexenio se puedan operar dramáticas regresiones. Un primer recelo radica en el excesivo pragmatismo no sólo del PRI, sino del primer círculo que rodea al Presidente; la tradición y principios pueden ser abandonados según las circunstancias, cualquier cosa puede pasar. La segunda duda es: ¿qué entiende Peña Nieto por Estado laico? De acuerdo con algunas entrevistas, su visión es muy pobre y se reduce a la separación entre la Iglesia y el Estado, entre política y religión, cuando la laicidad de un Estado moderno es una construcción mucho más compleja. La tercera es la desconfianza que existe en la práctica vivida tanto por la persona como por el funcionario Peña Nieto frente al tema religión y su indiscutible adhesión a la Iglesia y principios católicos. Nuestra intención no es prejuzgar, sino poner sobre la mesa antecedentes, razonamientos y desconfianzas de muchas iglesias, grupos minoritarios y sectores académicos seculares.

Las ráfagas del cambio de expectativas, originadas en círculos estrechos, ciertamente inundaron, con la debida estelaridad, el horizonte de lo público desde el pasado sábado. No fueron vientos huracanados que exigieran coberturas o corajes para abrirse paso en la tempestad. Tampoco gélidas borrascas que paralizaran cualquier movimiento. Simplemente se sintieron allá arriba soplos circulares, revolventes, favorables a lo conocido. Ventiscas distintas sólo para los recién llegados, intercambiables palabras de aliento y muchos olores impregnados de propósitos de enmienda.

El Estado nos adeuda demasiado, empezando por su autocrítica. Con la introducción de algunas limitaciones, sobre todo las revestidas de leyes –más aún aquellas que cobraron rango constitucional–, su origen violento y la desigualdad orgánica que inaugura en la historia de la humanidad desaparecen bajo un grueso burka retórico.


Triunfo de la razón frente al atropello, el reconocimiento de Palestina como Estado observador no miembro de la ONU (29 de noviembre de 2012) fue también el del legítimo derecho a la resistencia y lucha armada de los pueblos contra el racismo, el belicismo, el expansionismo y el apartheid.


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