12/26/2013

Los periodistas pal café. . . .



Dos mil trece será recordado como el año del pacto tripartidista que impulsó las reformas del segundo periodo salinista, en especial la muy perniciosa relacionada con los energéticos. Sin ese procesador de arreglos entre cúpulas, denominado Pacto por México, la plena instalación del peñismo habría sido más difícil o tardada, y las modificaciones constitucionales probablemente se habrían entrampado o habrían sido de menor cuantía y profundidad. Según la mayoría de las versiones en curso, la idea de ese mecanismo de entendimientos entre los tres principales partidos políticos (cuya presencia en las cámaras ha garantizado la aprobación calificada de las propuestas más arriesgadas) provino de una de las vertientes de la izquierda electoral, la de los Chuchos (Nueva Izquierda), y específicamente de su dirigente real y estratega, Jesús Ortega Martínez.
Una contribución especial corrió a cargo de un priísta polémico, el ex gobernador de Oaxaca José Murat Casab, a quien otras voces adjudican la autoría del esquema pactista. Murat tuvo un sorprendente repunte a partir de la instalación del PxM, llegando a ser el secretario técnico y uno de los asistentes de rigor a las ceremonias del caso, aunque luego dejó la escena sin mayor explicación, entre versiones diversas respecto a la causa de tal mutis. Su hijo Alejandro (quien ha hecho carrera política propia, miembro del equipo de Peña Nieto desde el gobierno del estado de México) es director del Infonavit y es mencionado como aún silencioso aspirante a gobernar Oaxaca (al actual mandatario, Gabino Cué, le adjudican la muy cantada promoción de un candidato ciudadano a la sucesión, el presidente nacional del Consejo Coordinador Empresarial, Gerardo Gutiérrez Candiani).
El rediseño del país, logrado a partir del pacto determinante, ha beneficiado naturalmente a la corriente peñista-salinista y a su partido, el de tres colores, pero también a las dos cúpulas participantes, la del maderismo que va ganando la batalla interna contra los calderonistas y cuya manifestación concreta habrá de ser la continuidad del chihuahuense por un segundo periodo al partido de blanco y azul, y la de los Chuchos, que parecían a principio de año en riesgo de crisis partidista ante el embate (que ya no fue del tamaño previsto) del lopezobradorismo escindido. Estos tres actores asociados ya han sentado las bases para un futuro que les sea cómodo, incluso prescindiendo del formato específico del PxM.
Enrique Peña Nieto hizo mucho más de los que sus fundados críticos preveían. No tuvo ninguna oposición partidista o electoral verdadera para instalarse en el poder, y a pesar de que virtualmente ha institucionalizado la emisión de pifias discursivas y atorones prosódicos, y de que ni sus más apasionados defensores se atreven a atribuirle inteligencia política suficiente para las difíciles circunstancias nacionales, ha logrado la imposición de un reformateo nacional a la medida de los intereses de las élites a las que sirve, ha contenido su sabida predisposición al uso de la mano dura para enfrentar protestas sociales y mantiene una vigorizada campaña propagandística internacional para hacerse ver como el gran reformador mexicano, el valiente político pragmático que fue capaz de conseguir los cambios que sus antecesores no lograron.
Más allá de ese México de cúpulas complicitarias, la realidad fue más grave de lo previsto. No fue satisfecho el cinismo electoral pragmático que llevó a mexicanos a votar por el PRI con la esperanza de que su experiencia en el manejo mafioso de la política reordenaría el negocio violentamente desbordado del narcotráfico. Por el contrario, los niveles de violencia social y de desplazamiento de lo institucional fueron incluso mayores que durante el calderonismo, sin que estén planteados procesos y fórmulas creíbles para retomar el control de ese fenómeno criminal extendido.
En las calles, a lo largo de todo el país (aunque, naturalmente, a causa del centralismo real que se vive, con mayor énfasis en la ciudad de México) y por diversas causas, la protesta social se multiplicó, sin tener como contrapartida más que una uniforme postura de posposición burocrática de las diversas autoridades conminadas a intervenir para dar soluciones (esa desatención sistemática fue una forma de provocación para que los demandantes se manifestaran mediante formas que así podrían parecer excesivas, una especie de saturación programada para que el ánimo social, la opinión pública, justifiquen el momento de meter al orden los activismos violentos).
El caso de los miembros de la CNTE ha sido altamente demostrativo. A pesar del vigor y la persistencia de sus protestas, hasta ahora se les ha sobrellevado, estacionándolos en plantones prolongados, en movilizaciones rutinarias y reuniones y más reuniones con funcionarios de la secretaría de Gobernación y algunos gobernadores, sin que en el fondo hayan conseguido más que una especie de largo paréntesis que podrá ser roto por las autoridades cuando se les termine la paciencia.
Astillas
Aun cuando las fechas sugieren treguas y prudencia, el gobierno del Distrito Federal consideró adecuado destacar ayer centenares de granaderos para romper un plantón ciudadano que se ha opuesto a la instalación (irregular, aseguran los inconformes) de una estación surtidora de gasolina en San Pedro Mártir, en la delegación Tlalpan… La aparición de los restos de una mujer en una maleta abandonada en una estación del Metro (San Antonio) es preocupante en sí misma. Es de esperarse que no sea aprovechada, además, para justificar un endurecimiento de la vigilancia en ese transporte público, con la intención de enfrentar el movimiento social del #PosMeSalto que retomará fuerza en enero… Y, mientras los publicistas de la muy mala cinta (proporcionalmente exitosa en taquilla) dirigida por Eugenio Derbez, No se aceptan devoluciones, juegan al 28 de diciembre adelantado al sostener la idea de que pudiera ser postulada al Óscar, ¡hasta mañana, en esta columna que luego de la entrega del viernes se tomará dos semanas de vacaciones!
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En materia económica, el año que está por concluir fue el que peores resultados registró desde la crisis de 2009. Pésimo arranque del gobierno peñanietista en este renglón, aunque en su destartalada bola de cristal los voceros oficiales y oficiosos vislumbran un 2014 más que venturoso producto de la reformitis en la que ha estado inmerso el país desde hace tres décadas, con los resultados conocidos.
En el ámbito latinoamericano, de acuerdo con las cifras de la Cepal, la economía mexicana ocupó el escalón número 19 de 20 posibles, sólo marginalmente por arriba del resultado venezolano (1.3 contra 1.2 por ciento, respectivamente). Como ya es costumbre, los defensores del modelito impuesto treinta años atrás achacan los males a factores externos, como si internamente la situación fuera de jauja.
Así, en 2013, y en el mejor de los casos, el poderoso navío de gran calado (Fox-Calderón dixit) reporta un crecimiento idéntico al promedio de las naciones que conforman el Caribe, aunque se dan casos (como los de Bahamas y San Vicente y las Granadinas) con avances (1.6 y 2.1 por ciento, en cada caso) por arriba del registrado por México.
No es novedad que la economía mexicana se ubique en la parte más baja de la escalera latinoamericana. De hecho, acumula cuando menos una década con un crecimiento menor al promedio regional. Y si se trata de caídas, como la de 2009, entonces México sí sobresale, pero por registrar las más profundas.
Sin embargo, por primera vez en cuando menos una década, la Cepal estima que en 2014 la economía mexicana crecería por arriba del promedio latinoamericano, aunque la diferencia no sería notoria (3.5 contra 3.2 por ciento). Aun así, México no escaparía de los últimos peldaños pues en ese año, de acuerdo con el organismo citado, se ubicaría en el escalón número 14 de 20 posibles, a la par de Guatemala y ligeramente por arriba de Honduras.
Con esas cifras en la mano, la perspectiva económica mexicana aparentemente mejoraría en el año por venir, pero de cualquier suerte no se alejaría de la mediocridad que la ha caracterizado desde que el grupo en el poder impuso el modelito económico y decidió desaparecer el concepto de nación y sociedad, para sustituirlo por el de mercado y consumidores. Crecería 3.5 por ciento, en el mejor de los casos, cuando lo mínimo requerido es de 6 por ciento sostenido, si es que en realidad se quiere salir del hoyo.
En fin, por lo que toca a la perspectiva latinoamericana la Cepal prevé cierta aceleración del crecimiento del producto interno bruto regional durante 2014, que alcanzaría una tasa cercana a 3.2 por ciento, asociado a un entorno externo más favorable que contribuiría a un aumento de las exportaciones. Este mayor crecimiento dependerá, en parte, de que continúe la recuperación en México y mejore el crecimiento de Brasil, puesto que ambos países crecieron a una tasa menor que el promedio regional en 2013.
Al crecimiento de la región en 2014 seguirá contribuyendo la expansión del consumo privado, aunque con aportes menores que los observados en años pasados, especialmente entre 2003 y 2008. Esto se debe a que el ingreso disponible crecerá menos que el PIB, como consecuencia de que no se producirán mejoras significativas de los términos de intercambio (en América del Sur) o aumentos de las remesas (en Centroamérica y el Caribe); a la desaceleración del crédito ya observada en la región en 2013, y a que la expansión de la masa salarial será menor como consecuencia de un aumento menos dinámico del empleo.
A pesar de que América Latina y el Caribe crecerían más rápido que las economías desarrolladas, apunta la Cepal, se proyecta un mantenimiento o una leve desaceleración de los flujos de inversión extranjera directa netos, debido a expectativas de una moderación de la demanda mundial por productos básicos. Por otra parte, la menor disponibilidad de liquidez a nivel internacional a partir de la reducción esperada de la adquisición de activos por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos durante 2014 podría incidir en un menor flujo de inversión de cartera y en nuevas salidas de flujos financieros externos, en particular de aquellos más volátiles, como los depósitos de corto plazo.
Después del débil aporte del empleo a la dinámica de la demanda interna en 2013, se puede esperar una moderada recuperación al respecto, pero sin que vuelva a producirse la dinámica generación de empleo que se observó a partir de 2003. Entre 1991 y 2002, un crecimiento económico regional de 4 por ciento redundó en un aumento de la tasa de ocupación de solo 0.1 puntos porcentuales por año, mientras que entre 2003 y 2012 un crecimiento económico similar generó un incremento de la tasa de ocupación de casi 0.5 puntos. Ello probablemente fue el resultado de una pauta de crecimiento en que varias actividades productoras de bienes y servicios no transables (comercio, construcción, servicios comunales, sociales y personales), intensivas en mano de obra, se expandieron sobre la base de un crecimiento generado cada vez más por el dinamismo del consumo de los hogares.
Para la Cepal parece razonable prever que en 2014 no se volvería a la intensidad de la generación de empleo registrada entre 2003 y 2012, pero tampoco se caería en el crecimiento poco intensivo en mano de obra del período previo. De esta manera, con un crecimiento económico de 3.2 por ciento como promedio regional podría esperarse un moderado aumento de la tasa de ocupación, de alrededor de 0.1-0.2 puntos porcentuales.
Por otra parte, en la mayoría de los países los salarios reales continuarían creciendo durante 2014. Sin embargo, la limitada demanda laboral incidiría en un crecimiento más ajustado de los salarios reales. Aun así, sobre la base de una generación de empleo algo más elevada que en 2013, se puede estimar que en 2014 la masa salarial de la región aumentaría moderadamente más que ese año, con lo que el consumo privado en la región también podría crecer en forma modesta, sin retomar el dinamismo de los años anteriores.
Las rebanadas del pastel
Dice el Consejo Coordinador Empresarial que 2013 fue un año con un crecimiento económico muy por debajo de las expectativas iniciales y con la mitad de los empleos que el país necesita. En pocas palabras, un asco, pero eso sí, muy productivo en la tarea de preparar el terreno para que México pueda crecer sostenidamente a tasas acordes con su potencial y necesidades, es decir, lo mismo que dice, junto con el gobierno en turno, año tras año, desde hacer tres décadas.
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La relación entre migración y bienestar es compleja, pero hay rasgos definidos: la movilidad humana ocurre por los más diversos motivos, pero los más importantes se relacionan con deficiencias en las oportunidades en los lugares de origen, ya sea empleo, salud, seguridad o paz. Los flujos más relevantes son los que van de sur a norte, ya sea en América Latina hacia Estados Unidos o Canadá, o del norte de África hacia Europa central.
La expulsión de la población trae como consecuencia grandes desventajas: se transfieren importantes inversiones sociales y humanas a los países que reciben a esas personas, que contribuyen con su energía a la creación de riqueza en los países del norte. Por ello, es claro que esa migración y movilidad por motivos de injusticia de origen debe ser evitada y combatida por políticas públicas inteligentes y decididas.
La migración también significa destrucción de hogares, niños sin figura paterna o altísimos riesgos para la sobrevivencia (véase el caso de los centroamericanos a su paso por México). Aunque algunos piensan que las remesas de los migrantes a sus familias son una recompensa equivalente para el país, lo cierto es que éstas no generan desarrollo, pues se usan para consumo directo y no forman capital que pueda reproducirse; únicamente alivian la presión social de la situación de injusticia que provoca la migración Sur-Norte.
Aunque lo señalado es bien conocido por los gobiernos de Centroamérica y México, sus políticas migratorias son nulas y francamente retrógradas. En este país no se garantizan mínimamente los derechos humanos de las personas que viajan hacia el norte y tampoco hay políticas para evitar la expulsión de su población hacia Estados Unidos.


 

En décadas recientes, a la par de la imposición y la consolidación del modelo económico neoliberal en nuestro país, algunos de los principales ramos de la economía nacional se han convertido en auténticos polos de saqueo de los recursos monetarios o naturales de la nación, con el consecuente crecimiento del poder fáctico de las empresas foráneas que controlan esos ramos. Tal es el caso de la minería, una actividad que en México es dominada por empresas trasnacionales –la mayoría de ellas, de origen canadiense–, y que se ha caracterizado por arrojar grandes ganancias a los principales accionistas de éstas, a costa de una profunda devastación económica y social.

Preguntas sobre la pobreza de indígenas
De acuerdo con estadísticas oficiales, casi 80 por ciento de los indígenas del país, equivalentes a 5.4 millones de personas, viven en situación de pobreza, tres de ellos de manera extrema, lamentó la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH; La Jornada, 24/12/13).

Los trabajadores mineros, metalúrgicos y siderúrgicos de México hicimos hace unos días un balance de los hechos registrados en el año que está por terminar, 2013, y llegamos a la conclusión, más allá de triunfalismos, de que se trató de un año muy positivo para este sector fundamental de la economía nacional. Una estrategia adecuada de negociación, así como una constante vigilancia de nuestras propias actividades, así como las de la sociedad, de las empresas del ramo y las de los gobiernos federal, estatales y municipales, contribuyeron a obtener ese resultado. En otros términos, tuvimos un año de permanentes avances y éxitos porque jamás consideramos la posibilidad de rendir nuestras justas banderas de lucha en defensa de la autonomía y la libertad sindical, por el mejoramiento económico y social de nuestros agremiados y sus familias y por la solidaridad internacional que los trabajadores del mundo nos han otorgado.

El saqueo que significa la reforma energética se impone por la ambición de poderosos intereses políticos y económicos, la complicidad interesada de gobernantes y legisladores, y el apoyo de una ideología económica ad hoc. Al margen de discusiones jurídicas y políticas, el argumento central para imponer la llamada reforma energética es económico. El discurso tiene varios niveles: para el pueblo en general se ha puesto en marcha una demagógica y avasalladora campaña publicitaria que afirma que con las reformas se abatirá la pobreza, se generarán empleos y se reducirá el costo de electricidad, gas y gasolina. Para los círculos políticos y dirigentes se pregona una argumentación más elaborada: llegarán cuantiosas inversiones, despegará la economía, crecerá el PIB, se elevarán productividad y competitividad. Para los actores más influyentes (grandes capitales nacionales y extranjeros y comisionistas) se incluye la promesa de participar en el negocio.

El levantamiento zapatista de 1994 dio un golpe de muerte a la política del indigenismo mexicano. La insurreción indígena mostró la persistencia de relaciones de poder que operan desde por lo menos 500 años. Ahora, estamos a unos meses de conmemorar el 20 aniversario de la aparición pública de los compas zapatistas. Y ¿qué ha pasado en las dos décadas recientes? ¿Cómo respondió el Estado? ¿Cámbio el discurso políticamente correcto hacia los indios? ¿Las condiciones de los pueblos indígenas han cambiado en algo? Las respuestas no son difíciles de encontrar. La pobreza, el desplazamiento forzado de personas, el racismo, el extractivismo de tierras, aguas y minerales, así como las distintas privatizaciones no dan margen para dudar. Las cosas están cada vez peor.

Interrumpo los comentarios sobre temas nucleares que inicié el mes pasado para abordar una cuestión que se vincula con la reforma energética que acaba de aprobarse en nuestro país. Se trata de la forma en que sucesivos gobiernos mexicanos han intentado definir o quizás más bien matizar la relación entre México y Estados Unidos. Son dos los aspectos fundamentales de dichos intentos.

El año del Pacto y las grandes reformas estructurales concluye sin ponerle piso a la solución de la crisis que corroe a la sociedad mexicana, esa que desalienta toda esperanza y contamina las ideas salvadoras, vengan de donde vinieren. Una parte muy importante y no siempre visible de la gente se siente defraudada aunque todvía no consiga expresar sus verdaderos sentimientos, habida cuenta la campaña sin cuartel desatada por el gobierno para ahogar las críticas bajo una montaña de falacias y promesas.

Cuba concluye 2013 con una mortalidad infantil de 4.2 por cada mil nacidos vivos, índice que no alcanza ningún otro país de América Latina y el Caribe y ni siquiera muchos países desarrollados. Esa cifra la coloca en el selecto grupo de diez países con menor muerte infantil en el mundo precisamente en el momento en que en muchas otras naciones se reduce sustancialmente –como en la rica Europa– el gasto público destinado a educación, salud y al bienestar de la población.

Como cada final de año,aprovecho el espacio que me concede La Jornada para hablar de los libros de teatro que me han sido regalados en 2013 como una muestra de mi agradecimiento y, de paso, como sugerencias para regalar en los intercambios habituales en estas fiestas. Los estudiantes de teatro, los miembros de grupos en los diferentes puntos del país, pueden encontrar en mis artículos algún texto que no conozcan y en todos estos casos me doy por bien servida. Empecemos la revisión con los volúmenes editados por El Milagro,una de las editoriales especializadas de mayor relevancia en el país, muchas veces en coedición con el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta).

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