LABORAL
Especial
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Cimacnoticias | México DF.- En América Latina, únicamente 57 de cada 100 mujeres asalariadas están afiliadas a un sistema de pensiones. Se ha deslaborizado este derecho. Para México esta proporción se reduce a 43 de cada cien, menos de la mitad (datos de 2010). Es una proporción menor a la que tiene Nicaragua, inferior a la cobertura del 83.5 por ciento de Uruguay.
Las mujeres del país con 65 años y más que reciben pensión solamente representan el 17.8 por ciento (17 de cada cien): la gran mayoría dependen de la familia y sus cuidados. En América Latina la cifra es de 38.1 por ciento, muy superior.
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Conforme a la información publicada en el documento “Panorama Social 2012”, de CEPAL, entre las mujeres ocupadas en el sector informal las cifras para América Latina se reducen a 10 de cada cien mujeres con pensión, inferior a la cifra masculina de 14 por ciento.
Son ellas las que mayormente están excluidas de la seguridad social y en particular de las pensiones, lo que recarga los trabajos de cuidado que realizan las mujeres en el hogar.
El número de personas que están cubiertas con pensiones varía en función de su nivel de ingreso, escolaridad, grupos etarios y tipo de empleo. Este fenómeno se da en toda la región latinoamericana, incluyendo México.
Con datos de 2011 en el quintil 1(nivel de ingreso per cápita) la protección por pensiones es del 24 por ciento, en tanto que para el quintal V el porcentaje crece a 73; la brecha de ingresos también se refleja en la seguridad social. A mayor pobreza menor seguridad.
Pensiones y Educación
La cobertura de más del 80 por ciento que se da en el nivel de Universidad completa contrasta con el nivel de primaria incompleta, donde solo 38 de cada 100 personas tienen pensiones.
Pensión y edad
Del análisis de los grupos etarios se desprende que al comienzo y al final de la vida activa los niveles de afiliación son menores.
A menor edad, mayor carencia de protección, esas jóvenes de 15 a 24 años que hoy no tienen derecho a pensión tampoco lo tendrán en los 65 años, por eso en los 65 y más la proporción de personas con pensiones apenas es de 39 de cada 100. El grupo de edad con la cobertura más alta es de 35 a 54 años.
Pensión e ingresos
Esta situación también prevalece en México. Por ejemplo, la brecha entre ingresos y derecho a pensión es muy amplia.
Datos de 2010 indican que el nivel de ingreso per cápita I (el más bajo), sólo 9 de cada 100 personas tiene acceso a pensión; para el nivel V la cobertura aumenta a 50.9, pero aun en este nivel la mitad de la población no está cubierta.
Pensión y calidad del empleo
Por lo que concierne al tipo de empleo y su calidad, son los y las trabajadoras de microempresas los más desprotegidos en toda la región, pero particularmente en México, sólo 9 de cada 100 tienen afiliación a pensión.
Para América Latina la cobertura crece a 19.7 por ciento. Hay que recordar que en el país el volumen más alto de empleo se genera justo en las microempresas, mujeres sin afiliación a pensión.
En toda la región persisten notables diferencias de afiliación a pensión según el tipo de empleo. Por ejemplo, esta es generalizada (88 de cada 100) en los y las empleadas en instituciones públicas.
Sin duda, las que presentan los índices más altos de desprotección son las empleadas del hogar: 99 por ciento no tienen acceso a pensiones; es decir, de nuevo una cifra superior a la que registra la región latinoamericana, donde estas trabajadoras tienen una cobertura del 18.4 por ciento.
Si las mujeres trabajan a tiempo parcial (menos de 30 horas semanales) sus probabilidades de afiliación a un sistema de pensiones son menores. Los países que tienen mayor cobertura de asalariados al sistema de pensiones son: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica y Uruguay, su afiliación fluctúa entre un 68 y 85 por ciento.
Es más que evidente que las mujeres presentan una pérdida de ingreso en la vejez, marcado por sus episodios de empleo, desempleo y subempleo. Afecta sus riesgos relacionados con enfermedad, necesidades de cuidado, determinan el bienestar presente y futuro, su calidad de vida.
Los niveles de afiliación a sistemas de pensiones son indicadores de la informalidad en el mercado laboral y provocan mayor pobreza.
Tal como lo ha planteado la CEPAL (2006), “un sistema de protección es más que una estructura institucional, es un acuerdo político al que concurre la sociedad para establecer las bases sobre las que desea construir y regular su convivencia”. En México esta convivencia está polarizada, las brechas son enormes.
Este acuerdo, que está en construcción permanente, determina qué derechos se aplican a toda la población, cómo se garantizan y en qué forma se hacen viables. Por otra parte, la afiliación de los no asalariados, especialmente a sistemas de pensiones, es claramente excluyente y perjudica en especial a las mujeres.
* Economista especializada en temas de género.
twitter @ramonaponce
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