Cuando su primer marido murió en 2003, Bano solo tenía 27 años. Pero sus familiares políticos se oponían a su segundo matrimonio porque ya habían invertido dinero en la boda de su hijo y no querían que se derrochara permitiéndole a su viuda un nuevo casamiento.
“Al principio, lo tomé como mi destino y viví así durante seis años. Y también quería que mi hija creciera un poco. Sólo tenía un año cuando murió su padre,” explicó Bano a IPS.
Pero con el paso del tiempo comenzó a sentir que no era más que una esclava en su hogar, dado que no tenía derecho legal a la propiedad de la familia.
“Les pedí que me dejaran en paz con mi hija o que me permitieran casarme, en cuyo caso dejaría a mi hija con ellos siempre que registraran una tercera parte de la propiedad a su nombre. Pero no aceptaron ninguna de estas dos opciones”, explicó Bano, que tiene una maestría en historia y da clases en una escuela pública.
“Yo podía brindarle fácilmente a mi hija una educación de calidad, ya que tenía un ingreso mensual estable, pero se negaron con vehemencia”. Si su familia política le hubiera permitido llevarse a su hija con ella, no se habría vuelto a casar, por el bien de la niña, aseguró.
Sin embargo, “la postura obstinada” de sus familiares la obligaron a librar una batalla legal contra ellos. Y una vez que el caso llegó a los tribunales, le ofrecieron una “trato” por el cual registrarían la propiedad a nombre de la hija de Bano, con la condición de que la niña viviera con ellos.
“Cuando vi que transaban, estuve feliz de llegar al acuerdo extrajudicial. Así que retiré la demanda”, contó. Bano ahora tiene una hija y un hijo con el hombre que se casó en 2009.”Me alegro de haber insistido en mis derechos y los de mi hija”, dijo.
Una tendencia reciente
Las mujeres recién están empezando a tomar conciencia de sus derechos en la región de Cachemira, en el noroeste de India.
Antes estaban limitadas “principalmente por el analfabetismo. La educación de la mujer se consideraba contraria a las normas de la sociedad de Cachemira,” señaló a IPS Bashir Dabla, un sociólogo de la Universidad de Cachemira en Srinagar, la capital de verano del estado de Jammu y Cachemira. El empleo femenino siempre fue menospreciado, agregó.
Pero esta tendencia, dijo Dabla, cambió en los últimos años. “Ahora las mujeres no sólo se ven en buen número en las instituciones educativas, sino también en los lugares de trabajo”, afirmó.
Según el censo de 2011, la alfabetización femenina en el estado de Jammu y Cachemira se incrementó de 20 por ciento en 1981 a 58 por ciento en 2011, frente al 44 y 78 por ciento para los hombres en el mismo período.
Los boletines de resultados en el examen de la junta escolar de Cachemira revelan que las niñas fueron primeras en los exámenes anuales normales seis veces en los últimos diez años. En la Universidad de Cachemira varios departamentos tienen una paridad casi total entre hombres y mujeres.
El impacto
Los resultados comenzaron a apreciarse. Tasaduq Ahmad, el comisario adjunto de la división de Cachemira, dijo que su oficina recibió 917 quejas este año de mujeres a quienes se les negó su parte de la propiedad familiar.
“Inmediatamente les pedimos a los funcionarios de la administración en cuestión que cancelaran el registro de la propiedad de todos los hogares donde las mujeres habían presentado denuncias”, aseguró Ahmad a IPS.
Según el funcionario, la legislación aprobada por la Asamblea Legislativa de Jammu y Cachemira en 2007 facilitó los reclamos de las mujeres sobre la propiedad familiar. Las leyes anteriores no eran claras sobre sus derechos de propiedad.
Las mujeres presentan cada vez más denuncias desde que se aprobó la legislación. “No era así hace 10 años, pero ahora la cantidad aumenta cada año que pasa”, dijo Ahmad, que trabaja en el departamento de ingresos de Cachemira desde hace 23 años.
Pero los activistas sociales dicen que las mujeres en Cachemira tienen mucho que recorrer en la lucha contra los prejuicios.
“Por ejemplo, cuando se trata de tomar las decisiones en la familia, los hombres siguen teniendo la última palabra. Las mujeres aún no están en condiciones de hacer valer sus derechos”, afirmó Abdul Rashid Hanjoora, destacado activista de derechos humanos.
El censo de 2011 reflejó que los habitantes de Cachemira continúan con su preferencia por los varones sobre las niñas, ya que la proporción entre ambos sexos cayó de 964 niñas por cada 1.000 niños en 2001 a 862 niñas por cada 1.000 niños en 2011. El promedio nacional en India es de 940 niñas por cada 1.000 niños.
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