12/24/2013

Santa llegó a Palacio Nacional





 Alberto Aziz Nassif
Sonrisas y aplausos en la fiesta de la reforma energética, el presidente Peña Nieto y su gabinete, la clase política del PRI y del PAN, las grandes compañías petroleras y las calificadoras, todos celebraron el cambio a los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución. El cierre triunfal del Pacto por México fue redondo. El PRI está de vuelta y el pasado 20 de diciembre fue como si Santa Claus hubiera llegado al Palacio Nacional. Sin embargo, de las 12 reformas del año quedan 11 incompletas. Afuera en la plaza está el Grinch.

Se terminó con la tarea: hacer las reformas que privatizarán las empresas públicas que quedaban. La polarización es explícita, para Peña y su coalición hay adjetivos que califican a la reforma como “transformadora”, un paso para fortalecer la “soberanía nacional”. El anuncio presidencial de los beneficios no tiene límite, me recuerda el triunfalismo de otros tiempos cuando López Portillo dijo que era necesario aprender a administrar la abundancia petrolera, y así nos fue. Ahora Peña Nieto dice que se podrán explotar yacimientos, habrá más recursos financieros y México crecerá más rápido. Para que no se diga que la reforma no está conectada con los mercados internacionales la calificadora Standar and Poor’s elevó ya la calificación de la deuda del país. El jurista Diego Valadés habla de otra historia: “Desaparecieron un modelo, modificaron la naturaleza del Estado y fortalecen el hiperpresidencialismo en un proceso de alta concentración del poder” (Proceso, 1937). Los cambios constitucionales y las leyes secundarias le darán más facultades al ejecutivo y menos al legislativo; y el litigio de asuntos en materia energética se llevará a cabo en tribunales internacionales.

Desde que el PRI era un partido hegemónico o dominante no se veía un operativo para aprobar una reforma como el de la energética, sobre todo en los estados. Resultó impresionante ver cómo uno a uno los congresos locales aprobaron la reforma, algunos hasta en media hora, se nota que discutieron ampliamente su contenido y que la soberanía de los estados es una pieza clave de nuestra República. Nada de eso pasó, en realidad fue como pasar un trámite por una ventanilla para pagar una multa de tránsito, ese fue el operativo de control que se ejerció para que Santa pudiera llegar a Palacio Nacional el 20 de diciembre. Los panistas dicen que la reforma fue su triunfo “cultural” con los votos del PRI, porque se ve que los doce años que pasaron en Los Pinos no les sirvieron para tener ninguna victoria cultural; tuvo que regresar su socio tricolor para que se hicieran las reformas. Es un triunfo de la derecha, de la que estuvo en contra de Lázaro Cárdenas; del panismo que surge en 1939 en contra de la Revolución mexicana y sus logros. “Victoria cultural”, quizá, pero una cultura elitista que cuida los intereses oligárquicos y privatizadores. Ganó una vez más la idea de que el mercado y las inversiones deben provenir del capital privado; se impuso la visión de que el Estado no debe tener control sobre sus recursos naturales porque lo público lleva a la corrupción y al abuso. Sin embargo, para nadie es un secreto que la corrupción también está en la inversión privada, y en la alianza del capitalismo de cuates (público-privado) que se fortalece en México y, que ahora abre sus recursos naturales para que venga la inversión extranjera. Lo importante es tener un Estado fuerte con capacidad de regulación, es decir, un Estado que en México no existe. Si se hubiera querido sanear a Pemex y conservar la propiedad sólo era necesario cambiar algunas leyes secundarias y mantener la rectoría pública.

La izquierda -que acompañó el Pacto- deberá sentirse muy mal, por este final previsible, otra vez espejitos por oro negro. La división entre colaboracionistas y opositores debilitó la defensa del petróleo, frente a un enemigo unido. A pesar de que no se tenían los votos en el Congreso para bloquear la reforma, se hubiera podido organizar una mejor defensa y una estrategia más eficiente. Lo que viene será una lucha por llevar el tema a una consulta popular, a la que le pondrán todos los obstáculos legales para que no pueda ser vinculatoria. Falta ver qué pasa con la oposición a la reforma y con el recurso de impugnación judicial. Faltan las leyes secundarias sobre las nuevas condiciones para la explotación petrolera.

El regalo de navidad al capital privado será la autorización para que se meta hasta la cocina en los energéticos. Santa llegó a Palacio para darle al PRI y al PAN sus regalos de navidad, mientras el Grinch observa desde la plaza. Esta historia continuará…
Investigador del CIESAS

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