5/14/2014

Ahora: Tamaulipas


Detrás de la Noticia
Ricardo Rocha 
Ha sido la crónica de una federalización anunciada. Desde luego, no al grado de lo que aconteció en Michoacán, donde de plano se envió a un gobernador de facto en forma de comisionado. Sin embargo está claro que, en lo que hace al tema toral de seguridad, el gobierno de Enrique Peña Nieto ha tomado el mando también en Tamaulipas. Un estado clave, no sólo por su extensión de 439 kilómetros a lo largo del Golfo, con puertos fundamentales como el industrial de Altamira y el comercial de Tampico, sino por su frontera de 370 kilómetros con Estados Unidos, que incluye ciudades tan importantes como Matamoros, Reynosa y Nuevo Laredo, que es el mayor puerto de tierra del continente americano. Si añadimos instalaciones petroleras, hablamos de un estado que el gobierno federal no podía permitir que se saliera de control. Y era por desgracia lo que venía ocurriendo. Aunque no todo atribuible al actual gobierno de Egidio Torre Cantú, sino a un deterioro gradual de al menos 80 años. 

Desde los tiempos del legendario Juan N. (Nepomuceno) Guerra, que apenas adolescente contrabandeaba whisky en los tiempos de la prohibición; el mismo que fundó el Cártel del Golfo; el mismísimo que, formalmente preso, se inventó una enfermedad y despachaba desde todo el último piso del principal hospital privado de su Matamoros querido; al que todos, incluidos candidatos y funcionarios, acudían para hincarse, besarle la mano y pedir su bendición, que al cabo era el pontífice. Don Juan N., luego corregido y aumentado por Juan García Ábrego que comenzaría a desviar el negocio a la cocaína y quien reinó varios años hasta que fue detenido en Monterrey y extraditado fast track a una cárcel en Colorado donde sobrevive todavía a una condena de 11 cadenas perpetuas.

En el inter, la irrupción de Los Zetas enfrentados a los del Golfo; balaceras y matazones un día sí y el otro también, en un amasijo infame de complicidades y corrupción, en donde han estado envueltos gobernadores, presidentes municipales, empresarios y policías, para llegar a una crisis que estalló con el crimen del candidato Rodolfo Torre Cantú, predestinado a ganar por el PRI, que decidió relevarlo con su hermano Egidio. 
Por ello, las determinaciones anunciadas ayer en Reynosa por Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, en el Plan de Seguridad para Tamaulipas, son también un diagnóstico revelador del actual estado de cosas. Una estrategia federal, oficialmente consensuada con el gobierno estatal y que consiste en tres ejes: “desarticular la composición y organización de las bandas delictivas; sellar la ruta del tráfico ilícito de personas, sustancias, armas y dinero; y garantizar instituciones eficientes y confiables”. Lo que, sin eufemismos, significa el desmantelamiento de las policías estatal y municipales y de toda la Procuraduría Estatal, así como el control federal de la Secretaría de Seguridad Pública, al tiempo que se crea el Instituto de Formación Policial e Investigación para sustituir a una policía corrupta en su gran mayoría. 

Para ello, se anunció la fragmentación de Tamaulipas en cuatro zonas: Frontera, Costa, Centro y Sur que estarán a cargo de mandos especiales del Ejército y la Marina. Se investigará y se redoblará la vigilancia en cárceles, aeropuertos, puertos, aduanas y puntos fronterizos. En suma, una estrategia gigantesca que, como reconoció Torre Cantú, “significa un apoyo sin precedentes de un gobierno federal, en este caso el de Enrique Peña Nieto, que marcará una pauta en la historia de Tamaulipas”. En otras palabras, una federalización implícita y reconocida por el señor Osorio Chong, cuando al final de su mensaje no pudo evitar decir: “En Tamaulipas, daremos resultados, como en otros estados de la República”. ¿Así o más claro? 
 ddn_rocha@hotmail.com

Periodista

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