5/14/2014

El fusilamiento de J. Guadalupe Rodríguez Favela


85 años de un crimen


1929 fue un año clave en la historia contemporánea de México. En él se concretaron la división de la Confederación Regional Obrera Mexicana en el Distrito Federal y otras entidades federativas, el surgimiento de la Confederación Sindical Unitaria de México y los primeros pasos hacia la reorganización del movimiento obrero; se constituyó el Partido Nacional Revolucionario; fue derrotada la última asonada de importancia; fue dividida la Liga Nacional Campesina; dio término la rebelión cristera; comenzó la represión anticomunista del maximato, y se sentaron las bases --en lo fundamental-- de la institucionalización del nuevo régimen político posrevolucionario.

El Partido Comunista de México, la LNC, el Bloque Obrero y Campesino Nacional y la CSUM participaron activamente en la lucha para derrotar la asonada de José Gonzalo Escobar y otros generales. En Durango, Coahuila, Veracruz y otros estados, los comunistas organizaron guerrillas, enrolaron a campesinos y trabajadores sindicalizados, y atacaron, en forma organizada, a los alzados derechistas. En esos destacamentos guerrilleros sobresalió José Guadalupe Rodríguez Favela, miembro del Comité Central del PCM y tesorero de la Liga Nacional Campesina.

Pastor Rouaix escribía: “En el pronunciamiento del general Gonzalo Escobar, organizó algunas fuerzas entre los agraristas para apoyar al gobierno, pero en la gira que hizo por el Mezquital se apoderó de una partida de caballos que herró con el fierro de la hoz y el martillo y cometió algunos otros actos de indisciplina y pillaje que ameritaron su aprehensión y fusilamiento en mayo de 1929, ordenado por el jefe de Operaciones Militares del Estado, general Manuel Madinaveytia”. (1)

Desde el 14 de mayo de 1929, fecha del fusilamiento sin formación de causa de J. Guadalupe Rodríguez y Salvador Gómez, la explicación del crimen por parte de algunos historiadores está contenida en las tesis difundidas por Rouaix en el texto arriba citado. La verdad, pues, es menester exponerla.

De acuerdo con A. Volski (Stanislav Pestkovski): “Cuando en marzo de este año estalló la insurrección de los grandes terratenientes y de los generales contrarrevolucionarios contra el gobierno ‘radical’ y los rebeldes se apoderaron al principio del estado de Durango, la Liga [Nacional] Campesina llamó al mismo tiempo que el Bloque Obrero y Campesino a la lucha contra la contrarrevolución. El camarada Rodríguez fue a Durango para organizar la sublevación de los campesinos contra los reaccionarios.

“Constituyó un fuerte destacamento de campesinos que derrotó de manera decisiva numerosas bandas de guardias blancas , haciendo al mismo tiempo un rico botín de material de guerra. Por su resuelta acción facilitó la victoria de las tropas gubernamentales. En recompensa fue, una vez aplastado el golpe reaccionario, detenido por este mismo gobierno ‘revolucionario’ por denuncia de los grandes terratenientes que se quejaban de sus “delitos”. Se le acusó de ¡apropiación ilícita de armas’. Es el primer caso en la historia de las guerras civiles mexicanas en que se ha dicho que las armas tomadas al enemigo en la lucha eran ‘apropiadas ilegalmente’. El camarada Rodríguez fue al Consejo de Guerra [en realidad, sin formación de causa] y fue fusilado a pesar de sus méritos en la lucha contra los enemigos del gobierno”. (2)

En abril de 1929 fue detenido y luego liberado J. Guadalupe Rodríguez, con el pretexto de haber herrado algunas bestias, pero en realidad por el ajusticiamiento de varios cabecillas reaccionarios, la imposición de préstamos forzosos a los terratenientes, la organización autónoma del campesinado, la expropiación de algunas cabezas de ganado y la oposición militante al desarme de los agraristas. El 29 de ese mes envió una carta al Partido Durangueño del Trabajo, donde decía: “...solamente la reacción clerical y latifundista se asusta de nuestro distintivo comunista de la ‘hoz y el martillo’ y nos combate con villanía y también los que diciéndose revolucionarios y liberales, que se han colado en nuestras filas, cubiertos como los lobos con la piel de oveja, para traicionarnos y colaborar con la reacción de todos los matices”. (3)

Alberto Terrones Benítez, gobernador provisional del estado de Durango, comunicaba al secretario de Gobernación el 9 de mayo: “Me he visto en el muy penoso caso de hacer desarmar a las fuerzas que tenían los ciudadanos Guadalupe Rodríguez, Joaquín Antuna y Sixto Fernández, por causa de la violación de los preceptos contenidos en la circular respectiva y en virtud de los desórdenes y atropellos cometidos por dichas fuerzas, así como por haber cometido la falta de desobediencia en la campaña que se lleva a cabo en contra de los rebeldes llamados ‘cristeros’”...
“Mientras tanto, los señores Rodríguez, Antuna y Fernández, continúan detenidos...” (4)

El asesinato de los dos dirigentes campesinos se cometió durante el maximato, cuando eran presidente de la República Emilio Portes Gil, secretario de Guerra y Marina Plutarco Elías Calles y jefe de Operaciones Militares en el Estado de Durango Manuel Madinaveytia, por órdenes del jefe máximo. 1929 fue un año difícil para el Partido Comunista, pues además del cierre y ocupación de sus locales y el encarcelamiento de decenas de militantes, ese año presenció la caída de Julio Antonio Mella e Hipólito Landero, entre otros camaradas.

En el parte rendido a Portes Gil, Madinaveytia precisaba: “Permítome manifestar a usted que esta jefatura no ejerce represalias contra ningún elemento y menos procedió a la aprehensión de J. Guadalupe Rodríguez arbitrariamente. El citado individuo fue aprehendido por la Inspección General de Policía de esta ciudad, por haberse descubierto estaba en connivencia con empleados del gobierno del estado, quienes robaban parque que el ya citado Rodríguez compraba, además de que se le comprobó que hacía labor subversiva y agitadora en contra de las instituciones constituidas, invitando para secundarlo a algunos jefes de las fuerzas agraristas. Por lo expuesto y por los antecedentes que de este individuo existen en esta Jefatura, y considerando que es un individuo peligroso para la paz pública, solicité del ciudadano general de división, secretario de Guerra y Marina, autorización para pasarlo por las armas, en unión de su cómplice Salvador Gómez, y proceder al desarme de la Defensa, cuyos jefes estaban de acuerdo con el citado Rodríguez, autorización que obtuve, según mensaje número 3204 de fecha 13 de los corrientes, recibido hoy a las 2:05, habiendo procedido a ejecutar desde luego al individuo de referencia...” (5)

Por haber sido desaforado de su puesto de legislador, Hernán Laborde no pudo decir el 27 de mayo en la Cámara de Diputados: “...A mí se me echa de la Cámara por ser comunista y por militar en las filas del Bloque Obrero y Campesino. Los burgueses y pequeño burgueses enriquecidos que tienen en sus manos el poder, no ven con buenos ojos una lucha independiente de la clase trabajadora... Esto explica el asesinato de José Guadalupe Rodríguez en Durango...” (6)

El fusilamiento de J. Guadalupe Rodríguez, repercutió negativamente en el movimiento campesino en forma directa e inmediata. Por esas fechas, dada la represión, la intervención oficial, el sectarismo del PCM y el oportunismo de algunos líderes agraristas se escindió la Liga Nacional Campesina. La expulsión de Úrsulo Galván y otros cuadros dirigentes del movimiento campesino nacional de las filas comunistas significó la mayor pérdida en la historia del PCM.

En el plano internacional, el fusilamiento de J. Guadalupe Rodríguez fue ampliamente repudiado. Los partidos comunistas y otras fuerzas de izquierda realizaron actos públicos en Hamburgo, Berlín, París, Estocolmo, Buenos Aires y otras ciudades, protestas frente a las legaciones, embajadas y consulados mexicanos, así como otras expresiones de solidaridad con los comunistas de nuestro país.

En el Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana, celebrado en Montevideo, Uruguay, del 18 al 26 de mayo de 1929, se resolvió: “1º Expresar a nombre de todas las organizaciones obreras y campesinas del continente, aquí representadas, su más enérgica protesta ante el vandálico asesinato de los abnegados militantes obreros y campesinos Guadalupe Rodríguez y Salvador Gómez”. (7)

El Comité Ejecutivo Internacional de la Internacional Comunista hizo, erróneamente por cierto, la siguiente caracterización: “El asesinato de nuestros dos heroicos camaradas Rodríguez y Gómez, caídos bajo la metralla del pelotón de ejecución, y el cínico y desvergonzado terror desencadenado contra los obreros y campesinos mexicanos, acompañado de la disolución [persecución] del Partido Comunista, de la prohibición de la prensa revolucionaria, obrera y campesina y de la detención de millares de militantes que sostienen una lucha consecuente contra el imperialismo desenmascara completamente al gobierno sedicente ‘revolucionario’ de Portes Gil, Calles y consortes, y demuestra a todo el mundo que el gobierno mexicano se ha transformado en un gobierno abiertamente fascista y en un agente del imperialismo norteamericano”. (8)

J. Guadalupe Rodríguez permanece en la memoria de sectores de las masas, al llevar su nombre hoy día ejidos, centros de población, calles, escuelas y organizaciones populares; es más, en el histórico panteón de la Ciudad de Durango, por colecta pública, se le erigió y aún existe un robusto roble de mármol adornado con una estrella roja. Pese a que su muerte representó un fuerte golpe contra el PCM y el movimiento de masas, la labor de los comunistas continuó en pie en las duras condiciones de la clandestinidad. La muerte de José Guadalupe no fue en vano.
Notas
(1) Pastor Rouaix, Diccionario Geográfico, Histórico y Biográfico del Estado de Durango, México, Inst. Panam. de G. e Hist., 1946, p. 367. En torno al fusilamiento de J. Guadalupe, los anticomunistas de oficio han difundido versiones completamente falsas. Es el caso del poumista de derecha Víctor Alba: “...La orden de establecer soviets en las regiones norteñas de México --que costaron la vida al líder José Guadalupe Rodríguez, en Durango, durante el cuartelazo de marzo de 1929--, constituye otra de estas tentativas, realizada por iniciativa de los comunistas mexicanos, temerosos de que Moscú volviera a criticarles, si, en un momento de peligro para el gobierno, lo apoyaban no por sí mismo sino para dar jaque a las fuerzas reaccionarias. Esto había sucedido en 1927 y Moscú lanzó duras diatribas a los comunistas de México”. (Víctor Alba, Esquema histórico del comunismo en Iberoamérica, 3ª ed., rev. y aum., de Historia del comunismo en América Latina (1954), México, Ed. Occidentales, 1960, pp. 89-90).
(2) A. Volski, “Guadalupe Rodríguez”, en La Correspondencia Internacional, a. II, núm. 24, 7-VI-29, p. 189.
(3) Alberto Breamuntz, Material histórico. De Obregón a Calles. Melchor Ocampo, México, s. e., 1973, p. 14.
(4) Excélsior, 10-V-29, p. 1, 1ª Secc.
(5) “En el 25 aniversario del fusilamiento de José Guadalupe Rodríguez”, en Noviembre, a. VI, núm. 72, 11-V-54, p. 3, y Gerardo Peláez Ramos, De la vida de algunos militantes mexicanos, México, CESS del STUNAM, 2003. Según Emilio Portes Gil él no estuvo de acuerdo con el fusilamiento de J. Guadalupe. (Véase su obra, Quince años de política mexicana, México, Ed. Botas, 1941, pp. 370-371).
(6) Hernán Laborde, “Por qué fui desaforado”, en La Correspondencia Internacional, a. II, núm. 30, 19-VII-29, p. 235.
(7) Bajo la bandera de la CSLA. Resoluciones y documentos varios del Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latinoamericana efectuada en Montevideo en mayo de 1929, Montevideo, Impr. La Linotipo, s. f. [¿1929?], pp. 279-280.
(8) “Contra la represión en México”, en La Correspondencia Internacional, a. II, núm. 30, 19-VII-29, p. 233.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

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