5/29/2015

50 mil niños huérfanos por la guerra en México; se suicidan o se vuelven delincuentes: periodista palestino


 

México vive una hemorragia; en el norte tiene su propio Medio Oriente: periodista palestino
(28 de mayo, 2015).- Miguel tiene 7 años de edad, constantemente sueña con sangre. Afirma que es la sangre de su padre y sus dos hermanos que fueron ejecutados frente a él y su madre.
Ellos, su madre, padre y hermano, transitaban una de las carreteras de Chihuahua. Un comando armado los detuvo y bajó de su camioneta, hicieron que se formaran en una fila y así de pronto le dispararon al hermano y al padre de Miguel. El grupo de hombres armados aventó los cadáveres al monte. A él y a su mamá los dejaron en un entronque. Miguel sueña con sangre, no hay más sueños que ese.
“A sus 8 años, Jaime, originario de Torreón, Coahuila, le ha expresado a su abuela que espera “crecer para matar” a los asesinos de sus padres. Tan sólo en esa ciudad, suman poco más de 150 niños que han perdido a uno o a sus dos padres por la violencia de los últimos años”, afirma Ramiro Ornelas, psicólogo e integrante de la asociación civil Grupo Vida.
Asegurando que, “con frecuencia los familiares se ven en la necesidad de esconder qué fue lo que pasó con su ser querido, para no enfrentarse al escrutinio y condena social, a la que con frecuencia afecta en mayor medida a los menores de edad, principalmente en el ambiente escolar, donde predomina la discriminación, esto debido a que las instituciones gubernamentales se muestran incapaces de tomar medidas, al no estar preparadas para atender los efectos colaterales de la violencia”, afirma Ornelas.
La madre de Jorge apenas se percató que el niño tiene una alcancía, en la que deposita todas las monedas que llegan a sus manos, tampoco era un secreto que escondiera su hijo. Cuando ella le preguntó qué haría él con todo el dinero ahorrado, él respondió: “voy a comprar un cuerno de chivo para matar a los que mataron a mi papá”.
En  Chihuahua, uno de los estados más afectados, Jesús Ramón Lozano, candidato a diputado federal por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), afirma, “el narcotráfico tiene consecuencias gravísimas, sin dudarlo, una de las más sensibles es la orfandad de miles de niños de todo el estado y el país. Es urgente aplicar programas de larga duración, de atención psicológica y ayuda económica a las familias afectadas, a quienes el gobierno federal tiene en el abandono absoluto”.
Agregando que, “paralelamente el sistema de justica debe basarse en el cumplimiento de los protocolos internacionales establecidos con el fin de combatir al crimen organizado, documentos que México ya firmó y se comprometió a observar, motivo por el cual urge establecer un compromiso con los afectados”.
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Una familia que regresaba de vacaciones de Mazatlán, Sinaloa, casi llegando a la ciudad fue interceptada por un grupo armado. Ellos se llevaron al padre secuestrado, aunque horas más tarde apareció decapitado. En el lugar la madre quedó en el pavimento desangrándose, mientras sus hijos de 3 y 5 años lloraban desesperados.
Irene, de ocho años; Guadalupe, de 11; Ernesto, Carlos y Javier, de seis años, temen jugar a la pelota en las calles de su natal Chihuahua porque “vienen los malos que matan”. Ellos y ellas no saben si los malos que matan son soldados, narcotraficantes, policías o delincuentes comunes. Son, simplemente, adultos.
La diputada Lucila Garfias afirma que es urgente que se le dé prioridad a la atención de los niños huérfanos, víctimas de la lucha contra el crimen organizado, “ellos requieren apoyo adicional para evitar las secuelas psicológicas que producen los entornos violentos, porque hoy no existen programas especiales enfocados a los menores que han quedado en la orfandad, porque han sido invisibilizados, lo que es peor, no existe una contabilidad sobre los menores que se han quedado sin padres o tutores, pues de acuerdo con organizaciones civiles, sólo se tiene un estimado de 50 mil niños huérfanos en México”.
Sobre el tema, el Centro de Análisis de Políticas Públicas México Evalúa, en su más reciente estudio, revela que en el periodo comprendido entre 1990 y 2010, asciende a 803 mil 519 víctimas invisibles de primer grado. En cuanto al número de menores que quedaron en la orfandad por motivos de crimen organizado, no existe tal.
Julio, un niño de 9 años, comenzó ahorrar y pidió ayuda a sus familiares, quiere comprar una bomba y hacerla explotar en el canal de televisión, donde mostraron la cabeza degollada de su padre.
El periodista palestino, experto en conflictos bélicos, Abdel Bari, comenta a Revolución TRESPUNTOCERO: “México ha sufrido y sigue padeciendo una hemorragia, porque en su zona norte tiene su propio Medio Oriente, por absurdo que parezca, la sociedad mexicana no debe tenerle mayor miedo a los narcotraficantes, que a los políticos y sus mentiras, a su falta de humanidad. Poco más de 50 mil niños viven en orfandad, o se suicidan o se vuelven delincuentes, yo pregunto al gobierno, ¿dónde están los programas de apoyo psicológico, social, tanatológico, económico, educativo? No hay tales, porque padecen un gobierno ensimismado, una presidencia regida por los intereses personales y el control del poder. Un niño no podría significarle nada que no sea ‘una carga’, en los Pinos se invierte en que lo que deja dólares, ahí el humanismo, la democracia y el progreso por medio de políticas públicas eficaces, no son rentables”.
“El número de muertos y desaparecidos del gobierno de Calderón y de Peña Nieto no son exactos, mucho menos la cifra de los niños que ahora han quedado solos y huérfanos, de eso el gobierno no se ocupa, y a ciencia cierta tampoco los grupos independientes que estudian el crimen organizado. Ese factor demuestra que México es una zona de guerra. Nadie se ocupa, menos preocupa, y quienes lo hacen se basan en lo inmediato, olvidando lo permanente, es decir miles de niños desorientados y con la venganza a cuestas. Si en algo ‘triunfó’ la guerra contra el narco, fue en convertir la violencia en algo aplaudible, para el actual presidente todo a quien asesine el ejército es narco, exhiben y celebran que sus fuerzas mataron, sin llevar a juicio. Si alguien reclama le ponen una mordaza, si era un padre inocente, el niño crecerá con el resentimiento, él sí podría matar”, afirma.
Andrés,  tiene 7 años, él estaba sentado viendo la televisión cuando la policía entró de forma violenta a la casa y disparó a su padre, madre y abuela. El niño fue el único testigo presencial de los homicidios. Él no ha podido dormir desde entonces, a menos que un adulto esté con él. Algunas veces asegura que se vengará.
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