Es
apasionante tratar de desentrañar cuál es la motivación de los
electores cuando acuden a las urnas, sin olvidar a aquella mayoría que
opta por quedarse en casa o que se hace presente en la casilla y anula
su voto. Sin duda, un estudio al respecto concluiría en que existe un
amplio conjunto de razones que se ponen en juego, intereses,
convicciones, valores, ideologías, condicionamientos, cultura y
tradiciones.
La jornada del domingo 7 de junio pasado genera enseñanzas que se
nutren con las expresiones que la propia población plantea en las
calles, en los hogares, en las escuelas. Aún cuando se trató de una
elección intermedia que no incluyó la presidencial, la jornada concitó
un interés y una participación singular en algunas regiones del país,
particularmente en la ciudad de México. En sus resultados, se mantuvo
esencialmente el control de los partidos Revolucionario Institucional
(PRI), Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (Panal) en la
Cámara de Diputados; sin embargo, se hicieron presentes nuevos patrones
de conducta que acreditan niveles de cambio esperanzadores.
En el PRI y en el Panal subyace un componente clientelar y
corporativo. El primero ha sido el gran maestro de la coptación por la
vía del acarreo y el condicionamiento del voto con un amplio despliegue
de recursos que bajan por los propios gobiernos. El Panal mantiene un
voto duro procedente de los maestros y sus familias que buscan
protegerse en este espacio político, aún cuando esos legisladores,
atendiendo a su comportamiento, votan invariablemente de manera
subordinada, secuestrada, por el PRI. Si revisamos las votaciones del
Panal constataremos que nada tienen que ver con la visión popular,
progresista y laica de los maestros de México. Basta recordar, como
ejemplo, el voto de los legisladores del Panal en contra de dar un
espacio a las radios comunitarias al legislarse en materia de
telecomunicaciones.
La llegada del partido Morena en el escenario nacional y en especial
en el Distrito Federal dio una bocanada de oxígeno a la política al
mostrar una opción que sustenta una ética con compromiso social, lo que
explica su creciente popularidad en el sector estudiantil, académico y
cultural; también entre los luchadores sociales y aquellos que buscan
transformar este país por la vía de la honestidad y la igualdad. Los
triunfos de Morena son mucho mayores que los reflejados en la
estadística electoral; se lograron a pesar de múltiples adversidades,
como la ausencia de recursos y las múltiples campañas en su contra.
Muchos detalles serán motivo de análisis futuros, incluyendo
aspectos técnicos que se vieron reflejados en un buen número de
boletas, por ejemplo aquellas que fueron cruzadas al mismo tiempo por
Morena y Movimiento Ciudadano que quedaron en el renglón de los
sufragios nulos. Algunos votantes señalaron que el águila republicana
del segundo partido estaba vinculada con López Obrador.
El capítulo más indignante de la jornada está relacionado con la
compra abierta de votos que se hizo evidente bajo distintas
modalidades. En el Distrito Federal fue común la maniobra de pagar, en
las esquinas o en las propias casas donde estaban asentadas las
casillas, a votantes o acarreadores con lista nominal en mano. Todo
ello sin tomar en cuenta el uso de los recursos públicos para financiar
supuestos programas sociales de carácter especial previos a la elección
para influir en sus resultados. En la delegación Coyoacán se llegó al
extremo de utilizar el fondo de los futuros aguinaldos de los
trabajadores para financiar estos programas. No cabe duda de que la
escuela priísta fue asumida muy pronto, aún por aquellos que convocaron
y lograron convencer de que era necesaria una revolución democrática en
nuestro país.
Recuerdo
como anécdota del acarreo a una señora de avanzada edad en silla de
ruedas, que al llegar a una casilla en Santa Úrsula, Coyoacán, preguntó
¿para qué me traen aquí?; de inmediato fue callada por su hijo:
cállese, mamá, que nos lo pidió Joaquín, saliendo de un taxi, cuyo costo fue pagado por una joven de las muchas que se apostaban afuera de las casillas con lista en mano.
Capítulo especial requerirá conocer los motivos de los votantes del
Verde, partido que no cuenta en su favor con ninguna voz de prestigio
en nuestro país, y que ha convocado a un rechazo creciente entre la
ciudadanía más consciente. Cinismo e ignorancia parecen ser las
palabras claves para explicar el número de sus votantes, concentrados
–como se ha dado a conocer– esencialmente en Chiapas, estado de México
y Veracruz. Otra vez entre la gente más pobre y carente de instrucción,
que es víctima de falsas promesas y de la desinformación de los medios
de comunicación.
Los llamados analistas y aquellos que optaron por impedir que los
ciudadanos votaran no deberían estar contentos con los resultados. Se
confirmó que finalmente le hicieron el caldo gordo al voto duro de los
partidos que más rechazan y a los que ellos mismos identifican como sus
adversarios principales. Resulta una ironía que ahí en donde se dan las
luchas populares más enérgicas termina gobernando el viejo partido de
Estado o sus satélites.
Seguramente existirán observadores de los procesos electorales que
podrán elaborar una clasificación de los votantes que no será fácil
agotar: engañados, confundidos, vendidos, acarreados, sometidos,
ingenuos, responsables, militantes, incluyendo a los que optaron por el
voto de castigo, el voto útil, el de las opciones independientes, el
nulo o el voto ocurrente, ahora ocupado más en la figura de Batman que
en la del Cantinflas de tiempo pasado.
Tenemos mucho que aprender de las voces que se expresaron en esta
jornada, incluyendo aquellas que, sin votar, influyeron en los
resultados. Quienes asumieron compromisos y lograron el apoyo ciudadano
deberán tomar muy en serio la obligación de cumplir, porque la sociedad
no parece estar dispuesta a aguantar más engaños o decepciones.
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