5/14/2020

La construcción de la nueva normalidad

Editorial La Jornada


Durante la conferencia de prensa matutina de ayer, las autoridades federales presentaron la estrategia oficial de reapertura de las actividades sociales, escolares y económicas Regreso a la nueva normalidad. Al explicar las tres etapas en las que se divide el plan, la secretaria de Economía, Graciela Márquez, sostuvo que se debe seguir un camino gradual, ordenado y cauto para alcanzar los objetivos de la reapertura, centrados en la vida y salud con fundamento en los principios de la economía moral y productiva. Por su parte, el titular de Salud, Jorge Alcocer, recordó que en este momento nos encontramos en la parte crítica de la pandemia y confió en que el país saldrá fortalecido de ella siempre y cuando se siga observando la jornada de sana distancia hasta su conclusión dentro de 16 días. En este sentido, el presidente Andrés Manuel López Obrador pidió que los medios de comunicación contribuyan a divulgar el plan presentado, pues los buenos resultados dependen de la actuación de la sociedad.
Como indica la expresión nueva normalidad, el plan presentado ayer de ninguna manera significa que en los próximos días los ciudadanos vayan a retomar su vida cotidiana tal como la llevaban a cabo antes de la aparición del coronavirus SARS-CoV-2. Por el contrario, debe verse como el inicio de una etapa llena de riesgos y cuya principal característica será la incertidumbre, pues lo inédito de la situación actual impide predecir los efectos de retomar las actividades que se encuentran paralizadas por las medidas de distanciamiento social.
Por lo anterior, cabe saludar que las autoridades federales y varias de las estatales hayan emprendido esta labor de reactivación con cautela y realismo, no sólo porque el Regreso a la nueva normalidad se plantea de manera escalonada, sino porque las distintas etapas se aplicarán de acuerdo con la realidad sanitaria prevaleciente en cada municipio del país. Así, debe destacarse el cambio de postura de la Secretaría de Educación Pública, cuyo titular, Esteban Moctezuma, dejó de lado la idea de un reinicio general de clases el primero de junio para señalar que el regreso no se dará hasta que sea seguro, y el anuncio de que el gobierno capitalino trabaja en una Propuesta de plan de reapertura en CDMX en la cual se difiere incluso hasta septiembre el regreso de algunos giros comerciales no esenciales.
Parece claro que tanto el plan nacional como los que elaboren las entidades federativas deberán aplicarse con sumo cuidado y estarán sujetos a continuos reajustes: no puede ser de otra manera en un contexto en que se presentan tantos factores incontrolables e impredecibles. Como indica la experiencia de los países que en días recientes han comenzado sus propias tentativas de reapertura, incluso cuando se toman todas las precauciones pueden ocurrir nuevos brotes epidémicos, y es imposible descartar la ocurrencia de una segunda crisis.
Cabe apelar a la sensatez de las autoridades de los tres niveles de gobierno, del sector privado, de las organizaciones y de la sociedad en general para asumir que la pandemia no ha desaparecido y que, como advirtió la Organización Mundial de la Salud, quizá el coronavirus nunca desaparezca, por lo que deberemos aprender a vivir con él. No se trata de pesimismo ni de catastrofismo, sino de afrontar con responsabilidad el desafío de construir una vida cotidiana y unos hábitos sociales que hace sólo unos meses resultaban impensables pero hoy son ineludibles si hemos de preservar la salud pública.

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