Julio Hernández López: Astillero
El fallido domador pinolero trata de mantener en calma sus dos jaulas de leones: ya hizo que en la Comisión Federal de Telecomunicaciones cerraran la puerta de fea manera a las pretensiones de una tercera cadena nacional de televisión, con lo que garantizó continuidad al duopolio Televisa-Azteca y mantuvo nuevamente fuera de la jugada al ansioso Carlos Slim, y luego, a través de la Comisión Federal de Competencia, según se conoció oficialmente ayer, negó a la pareja Azcárraga-Salinas Pliego la posibilidad de convertirse en aliados en materia telefónica, mediante Iusacell, lo que les habría dado la posibilidad de acabar en amasiato de intereses en materia de televisión, un monopolio de pantallas apenas disfrazado.
El declinante usuario de Los Pinos espera que sus precarios equilibrios le permitan mantener de su lado a los incontenibles empresarios máximos de las telecomunicaciones, especialmente a la hora de la agenda electoral. Pero en el ámbito de los negocios hay aromas diversos, uno de ellos el del peñanietismo que hasta hace poco parecía firmemente encaminado a reinstalar los estilos priístas en la cúspide del poder nacional. Sin embargo, Felipe Calderón, utilizando sin mucho recato los organismos autónomos correspondientes, ha preferido dejar entre paréntesis las ambiciones expansionistas de Slim, Azcárraga y Salinas Pliego, para condicionar su apoyo electoral a favor del blanquiazul, o cuando menos para que no ordenen apoyo abierto hacia el priísmo.
A pesar de las dosis de mejoría que recibió con el nombramiento de los consejeros que durante largo tiempo le había sido escamoteado desde San Lázaro, el Instituto Federal Electoral no logra instalarse como autoridad respetada por las partes contendientes. Ayer, los representantes de seis partidos se retiraron de la sesión en que se pretendían emitir regulaciones sobre los debates de precampañas y su transmisión por medios electrónicos. Solamente se mantuvo en su asiento el comisionado del PAN, pues la resolución que pretendía leer el cuerpo ejecutivo del IFE era en respuesta a preguntas del partido de blanco y azul y de la cámara de radio y televisión.
Excepto el panismo, las demás fuerzas partidistas consideran que no atiende sus planteamientos el grupo directivo encabezado por Leonardo Valdés Zurita y que la presunta reglamentación de los debates contiene aberraciones y despropósitos de toda índole, que colocan en desventaja a los precandidatos únicos, Peña Nieto y López Obrador, y benefician a los panistas. Y, sin embargo, el IFE acabó aprobando su proyecto de resolución, desestimando la protesta de los seis partidos y confirmando que ese instituto sigue perdiendo capacidad de concertación y puede llegar a constituirse en todo un peligro… para las elecciones.
En el ámbito blanco y azul también hay suspicacia creciente respecto de los presuntos árbitros. A pesar de que las encuestas de opinión y la percepción pública le atribuyen a Ernesto Cordero una condición casi unánime de rezago irremontable frente a Josefina Vázquez Mota (Fantas Mota, la bautizaron en Twitter por su ausentismo a la hora de las votaciones en San Lázaro), son advertibles los signos de que desde Los Pinos se trabaja con intensidad en busca de hacer candidato presidencial al ex secretario de Hacienda, en un atropellado esfuerzo que involucra a la estructura de alta burocracia federal que ha sido incorporada a los órganos decisorios del PAN para tener mayoría fiel al supremo dador de bonos y sueldos varios.
En esa pretensión de inflar a última hora al inverosímil Cordero sucedió un error relacionado con el nombre miles de veces pronunciado con veneración casi religiosa por ese delfín (o así fue programado el error por los siempre ingeniosos propagandistas de grisuras panistas que ganan popularidad mediante disparates, como sucedió abundantemente con el siempre equívoco Fox).
Cordero rebautizó a su actual jefe como Vicente Calderón y con ello ganó presencia de primer nivel en Twitter (aunque todo fuera pitorreo), redujo el soso debate del martes a mera plataforma para la emisión de una más de sus alocuciones torpes pero llamativas, y abrió la puerta a una eventual reconciliación de Vicente y de Calderón este domingo en que habrá de elegirse al candidato presidencial del PAN, entre denuncias de compra de votos, de presiones del más alto nivel para apoyar al netamente deseado y de riesgos de enojos josefinos (ya se verá si Santiago Creel acaba convalidando el eventual triunfo polémico de Cordero, para cerrar la pinza de Vicente y Calderón que dejaría fuera a Vázquez Mota). Además, fue aprovechado el error, supuesto o real, para asentar la tesis del continuismo programado, pues según eso ahora se ha entrado en la nueva era de Vicente-Calderón-Cordero.
Enrique Peña Nieto se asoma con timidez a la puerta de la residencia donde manos con residuos de pinole le han dejado el paquete explosivo de las presuntas relaciones peligrosas de una parte de sus allegados con el tema del narcotráfico. No puede meter las manos al fuego por la inmensa mayoría de sus aliados, pero tampoco puede aparentar que no se ha enterado de las cargas envenenadas que le han sido enderezadas. Así que decide apoyar al menos impugnable de los tres tristes tigres tamaulipecos bajo indagación, al esotérico Manuel Cavazos Lerma que según eso sigue firme como aspirante al Senado a pesar de la lupa que le ha puesto la PGR. En los pasillos de tres colores se esperan nuevas acometidas del calderonismo judicial contra figuras priístas de reconocida mención pública como partícipes del gran negocio de las drogas.
Y, mientras sigue el jaloneo en las izquierdas por las candidaturas, ahora disfrazados los dedazos de encuestas (antes tan satanizadas por susceptibles de cuchareo), con Manuel Camacho como depositario de los mecanismos de imposición de beneficios, ¡hasta mañana, con el republicano puntero, Mitt Romney, advirtiendo que no hará concesiones a los indocumentados en Estados Unidos, salvo a aquellos que opten por enrolarse en las fuerzas armadas!
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En una decisión que pretende ser salomónica, el gobierno calderonista resolvió no autorizar nuevos canales de televisión y tampoco otra compañía de telefonía celular. Para efectos prácticos lo que hizo fue dejar la decisión al futuro gobierno que deberá tomar posesión dentro de 10 meses. Felipe Calderón optó por la salida que le resulta menos costosa frente a los intereses de las grandes corporaciones. Tal vez en su fuero interno hubiera querido quedar bien con todos, pero resulta imposible porque darle a un grupo implica quitarle a otro. Así que, por lo pronto, no habrá un canal de televisión para Telmex, para no afectar el mercado de Televisa y TvAzteca, y tampoco otra compañía de telefonía celular –la formada por Televisa y TvAzteca– para no ponerle enfrente a un nuevo competidor al gigante telefónico del Grupo Slim. Sin embargo, esconder la cabeza como avestruz no dilata las tensiones en el sector de las telecomunicaciones, al contrario, las agudiza y se anuncian nuevos litigios.
Reguladores en evidencia
En días pasados, la Comisión Federal de Telecomunicaciones hizo el anuncio de que daba marcha atrás en la creación de una tercera cadena de televisión. Quedaron en el aire una serie de preparativos, muy publicitados, que había desarrollado el presidente del organismo, Mony de Swaan, incluso una encuesta para pulsar la opinión pública acerca de la conveniencia de autorizar nuevos canales. No hay fecha para que tome alguna decisión. De ese modo, Televisa y TvAzteca seguirían con el control del mercado. Y ayer, la Comisión Federal de Competencia hizo pública su determinación de no autorizar la asociación de Iusacell y Televisa para ofrecer servicios de telefonía celular. En otras palabras, las cosas quedan como están en el mercado de las telecomunicaciones y difícilmente cambiarán en los 10 meses que le restan al sexenio. Una de las víctimas de las decisiones del gobierno calderonista es la supuesta autonomía de los reguladores, es decir, la Comisión Federal de Competencia y la Federal de Telecomunicaciones. Simplemente se doblegaron ante las necesidades políticas del momento.
No quedaron satisfechos
Iusacell dio a conocer ayer su opinión en el sentido de que el mandato de la Cofeco es alentar la competencia en un marco de legalidad y certidumbre jurídica. Por eso la resolución es cuestionable dado que está basada en suposiciones y presunciones hipotéticas, e ignora los efectos nocivos de la alta concentración que hay en el mercado de telecomunicaciones y los altos costos que, por ello, pagan los consumidores mexicanos. Televisa, a su vez, dice que la resolución notificada por Cofeco detalla que dos de los comisionados votaron en favor de la participación de Televisa en Iusacell porque eficientaría al mercado. Sin embargo, se impuso el voto de los otros tres comisionados. Tienen ambas empresas, como primer recurso, pedir a la Cofeco que reconsidere su decisión. Por su lado, el grupo Telmex tampoco está satisfecho, viene insistiendo de tiempo atrás que se le otorgue una franquicia para un canal de televisión de paga, puesto que ya ha cubierto, dice, todos los requisitos legales.
Reguladores en evidencia
En días pasados, la Comisión Federal de Telecomunicaciones hizo el anuncio de que daba marcha atrás en la creación de una tercera cadena de televisión. Quedaron en el aire una serie de preparativos, muy publicitados, que había desarrollado el presidente del organismo, Mony de Swaan, incluso una encuesta para pulsar la opinión pública acerca de la conveniencia de autorizar nuevos canales. No hay fecha para que tome alguna decisión. De ese modo, Televisa y TvAzteca seguirían con el control del mercado. Y ayer, la Comisión Federal de Competencia hizo pública su determinación de no autorizar la asociación de Iusacell y Televisa para ofrecer servicios de telefonía celular. En otras palabras, las cosas quedan como están en el mercado de las telecomunicaciones y difícilmente cambiarán en los 10 meses que le restan al sexenio. Una de las víctimas de las decisiones del gobierno calderonista es la supuesta autonomía de los reguladores, es decir, la Comisión Federal de Competencia y la Federal de Telecomunicaciones. Simplemente se doblegaron ante las necesidades políticas del momento.
No quedaron satisfechos
Iusacell dio a conocer ayer su opinión en el sentido de que el mandato de la Cofeco es alentar la competencia en un marco de legalidad y certidumbre jurídica. Por eso la resolución es cuestionable dado que está basada en suposiciones y presunciones hipotéticas, e ignora los efectos nocivos de la alta concentración que hay en el mercado de telecomunicaciones y los altos costos que, por ello, pagan los consumidores mexicanos. Televisa, a su vez, dice que la resolución notificada por Cofeco detalla que dos de los comisionados votaron en favor de la participación de Televisa en Iusacell porque eficientaría al mercado. Sin embargo, se impuso el voto de los otros tres comisionados. Tienen ambas empresas, como primer recurso, pedir a la Cofeco que reconsidere su decisión. Por su lado, el grupo Telmex tampoco está satisfecho, viene insistiendo de tiempo atrás que se le otorgue una franquicia para un canal de televisión de paga, puesto que ya ha cubierto, dice, todos los requisitos legales.
Allá por enero de 1995, el entonces secretario de Hacienda, Guillermo Ortiz, promovió consolidar un sector financiero más competitivo, y para ello propuso (léase impuso) a los legisladores una participación temporal del capital privado extranjero en la banca privatizada para estimular la competencia, y bajo el compromiso gubernamental de que el sistema de pagos quedaría en manos de mexicanos. A 17 años de distancia (en el circuito Zedillo-Fox-Calderón), en manos del capital extranjero se concentra alrededor de 90 por ciento del sistema financiero que opera en el país, y el citado ex funcionario hoy es empleado de uno de los mayores bancos, paradójicamente el único de capital nacional.
Una década y siete años después de aquella propuesta temporal (obviamente avalada por la mayoría legislativa priísta), brinca a la palestra otro de los hijos pródigos de la famiglia tecnocrática del sector público, Dionisio Pérez-Jácome, titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, para proponer que el capital extranjero participe al 100 por ciento en las telecomunicaciones nacionales, con el fin de (¡sorpresa!) consolidar un sector de telecomunicaciones más competitivo, convergente y dinámico, e impulsar una competencia más equitativa en el sector”, porque esa es la meta del gobierno calderonista. Para ello, precisó, se dialoga ya con legisladores para que se hagan cambios a la ley antes de que concluya la actual administración. Los bie- nes nacionales, pues, en bandeja de plata para quienes puedan pagar (es un decir, porque después ni siquiera eso), y si es en billetes verdes qué mejor.
¿Dónde hemos visto esta película de terror? En reiteradas ocasiones y sectores económicos privatizados para extranjerizarlos, como el citado cuan vergonzoso caso de la banca (que 15 años después los mexicanos siguen pagando y lo harán por varias décadas más), el relativo a la minería (un verdadero atraco a la nación) y la siderurgia, el de la generación eléctrica, el del gas natural, el del nuevo modelo de Petróleos Mexicanos (ver México SA del pasado 21 de enero), el del ahorro para el retiro, el de la industria refresquera y de agua embotellada (bajo control absoluto de Coca-Cola y Pepsi-Cola), el de los fertilizantes, el de los alimentos, el de la hotelería, el de la fibra óptica de la CFE y la masacrada LFC, y tantos otros que se quedan en el tintero. Y lo que no alcanzó a extranjerizar, simplemente lo monopolizó a favor de los amigos del régimen (telefonía fija y móvil, televisión abierta, por cable y satelital, cemento, pan industrializado, entre otros), que representan un importantísimo apoyo financiero, si no es que el único, para las campañas políticas (de presidente de la República a presidente municipal, sin olvidar, obvio es, senadores, diputados, delegados, etcétera), aunque después los hombres de negocios pasan la abultada factura.
Así, la propuesta calderonista, vía Pérez-Jácome (quien, dicho sea paso, mucho tuvo que ver en la privatización y extranjerización de la generación eléctrica en el país, y lo mismo con el gas natural) es idéntica a la de Guillermo Ortiz, 17 años atrás, es decir, simplemente se aplica el manual neoliberal que tanto ha dañado al país, el cual, entre otras gracias, establece que no existe mejor fórmula para combatir los monopolios autóctonos que autorizar monopolios extranjeros con bienes nacionales.
Entonces, ni competencia, ni crecimiento económico, ni precios más bajos para el consumidor, ni tasas de interés reducidas para los crédito habientes, ni crédito al sector productivo, ni mayores ingresos para el fisco (por el contrario), ni empleo generado, ni beneficio social alguno, ni desarrollo tecnológico, ni tantas otras cosas. En cambio, a estas alturas un ejército de ex funcionarios trabaja al servicio del mismo capital extranjero al que le abrieron las puertas de par en par. Desde luego que el caso emblemático es el del plurichambista Ernesto Zedillo, pero no es el único.
Es impresionante la manifiesta incapacidad de los fundamentalistas neoliberales de entrarle a resolver los problemas y atorones a favor de los intereses nacionales, de erradicar la improductividad de los empresarios nacionales, de romper los monopolios y duopolios y estimular la competencia, erradicar la evasión de impuestos del gran capital, y de socializar los beneficios que aportan los bienes nacionales. No pueden o no les interesa a los de aquí, entonces fácil: extranjericemos (con los mismos resultados). ¿Para qué quiere México y sus habitantes funcionarios como esos que se acobardan a la primera de cambio o que se dedican al jugoso negocio de 10 por ciento de comisión? (¿a poco creen que Raúl Salinas de Gortari es el único?).
Cinco gobiernos neoliberales al hilo han desmantelado la infraestructura productiva del Estado, propiedad de los mexicanos; han entregado los bienes nacionales sin beneficio alguno para el país; la supuesta autoridad opera como gerente de los intereses del gran capital y como vil gato del extranjero, a quien no roza ni con el pétalo de un decreto en contrario. Pero su voracidad y entreguismo no para allí. Al gobierno de Calderón lo que menos le interesa es cerrar su estancia en Los Pinos con avance social, empleo y salarios dignos, bienestar para sus presuntos gobernados. No, le vale gorro, pero le urge, antes del próximo 30 de noviembre, dejar la mesa servida: el sector de las telecomunicaciones al capital privado extranjero. Los mexicanos, qué más da, pueden hundirse más, es su problema, pero cuidado con los intereses del capital extranjero, para el cual siempre tiene tiempo, disposición y, sobre todo, bienes nacionales, que non suyos. Repugnante.
Ya lo dijo Pérez-Jácome: antes de concluir la administración federal serán puestas en práctica varias acciones para fomentar el despliegue de redes de banda ancha en el país, para aumentar su penetración y su uso entre la población. Una de esas acciones, describió el titular de la SCT, está relacionada con fortalecer el marco legal que norma al sector. Aunque, como siempre, hay de prisas a prisas: lo de Mexicana de Aviación acumula año y medio sin solución, y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes lo único que ha hecho es bloquear cualquier posibilidad de que los 8 mil 500 trabajadores regresen a sus empleos y que la aerolínea vuelva a volar.
Las rebanadas del pastel
Tras el fallo negativo de la Comisión Federal de Competencia sobre Iusacell-Televisa, Ricardo Salinas Pliego pretende combatir la decisión a punta de madrazos, que para eso lo contrató Emilio Azcárraga Jean. Bien por la Comisión de Competencia, aunque es una de cal por las centenas que van de arena.
cfvmexico_sa@hotmail.com
Una década y siete años después de aquella propuesta temporal (obviamente avalada por la mayoría legislativa priísta), brinca a la palestra otro de los hijos pródigos de la famiglia tecnocrática del sector público, Dionisio Pérez-Jácome, titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, para proponer que el capital extranjero participe al 100 por ciento en las telecomunicaciones nacionales, con el fin de (¡sorpresa!) consolidar un sector de telecomunicaciones más competitivo, convergente y dinámico, e impulsar una competencia más equitativa en el sector”, porque esa es la meta del gobierno calderonista. Para ello, precisó, se dialoga ya con legisladores para que se hagan cambios a la ley antes de que concluya la actual administración. Los bie- nes nacionales, pues, en bandeja de plata para quienes puedan pagar (es un decir, porque después ni siquiera eso), y si es en billetes verdes qué mejor.
¿Dónde hemos visto esta película de terror? En reiteradas ocasiones y sectores económicos privatizados para extranjerizarlos, como el citado cuan vergonzoso caso de la banca (que 15 años después los mexicanos siguen pagando y lo harán por varias décadas más), el relativo a la minería (un verdadero atraco a la nación) y la siderurgia, el de la generación eléctrica, el del gas natural, el del nuevo modelo de Petróleos Mexicanos (ver México SA del pasado 21 de enero), el del ahorro para el retiro, el de la industria refresquera y de agua embotellada (bajo control absoluto de Coca-Cola y Pepsi-Cola), el de los fertilizantes, el de los alimentos, el de la hotelería, el de la fibra óptica de la CFE y la masacrada LFC, y tantos otros que se quedan en el tintero. Y lo que no alcanzó a extranjerizar, simplemente lo monopolizó a favor de los amigos del régimen (telefonía fija y móvil, televisión abierta, por cable y satelital, cemento, pan industrializado, entre otros), que representan un importantísimo apoyo financiero, si no es que el único, para las campañas políticas (de presidente de la República a presidente municipal, sin olvidar, obvio es, senadores, diputados, delegados, etcétera), aunque después los hombres de negocios pasan la abultada factura.
Así, la propuesta calderonista, vía Pérez-Jácome (quien, dicho sea paso, mucho tuvo que ver en la privatización y extranjerización de la generación eléctrica en el país, y lo mismo con el gas natural) es idéntica a la de Guillermo Ortiz, 17 años atrás, es decir, simplemente se aplica el manual neoliberal que tanto ha dañado al país, el cual, entre otras gracias, establece que no existe mejor fórmula para combatir los monopolios autóctonos que autorizar monopolios extranjeros con bienes nacionales.
Entonces, ni competencia, ni crecimiento económico, ni precios más bajos para el consumidor, ni tasas de interés reducidas para los crédito habientes, ni crédito al sector productivo, ni mayores ingresos para el fisco (por el contrario), ni empleo generado, ni beneficio social alguno, ni desarrollo tecnológico, ni tantas otras cosas. En cambio, a estas alturas un ejército de ex funcionarios trabaja al servicio del mismo capital extranjero al que le abrieron las puertas de par en par. Desde luego que el caso emblemático es el del plurichambista Ernesto Zedillo, pero no es el único.
Es impresionante la manifiesta incapacidad de los fundamentalistas neoliberales de entrarle a resolver los problemas y atorones a favor de los intereses nacionales, de erradicar la improductividad de los empresarios nacionales, de romper los monopolios y duopolios y estimular la competencia, erradicar la evasión de impuestos del gran capital, y de socializar los beneficios que aportan los bienes nacionales. No pueden o no les interesa a los de aquí, entonces fácil: extranjericemos (con los mismos resultados). ¿Para qué quiere México y sus habitantes funcionarios como esos que se acobardan a la primera de cambio o que se dedican al jugoso negocio de 10 por ciento de comisión? (¿a poco creen que Raúl Salinas de Gortari es el único?).
Cinco gobiernos neoliberales al hilo han desmantelado la infraestructura productiva del Estado, propiedad de los mexicanos; han entregado los bienes nacionales sin beneficio alguno para el país; la supuesta autoridad opera como gerente de los intereses del gran capital y como vil gato del extranjero, a quien no roza ni con el pétalo de un decreto en contrario. Pero su voracidad y entreguismo no para allí. Al gobierno de Calderón lo que menos le interesa es cerrar su estancia en Los Pinos con avance social, empleo y salarios dignos, bienestar para sus presuntos gobernados. No, le vale gorro, pero le urge, antes del próximo 30 de noviembre, dejar la mesa servida: el sector de las telecomunicaciones al capital privado extranjero. Los mexicanos, qué más da, pueden hundirse más, es su problema, pero cuidado con los intereses del capital extranjero, para el cual siempre tiene tiempo, disposición y, sobre todo, bienes nacionales, que non suyos. Repugnante.
Ya lo dijo Pérez-Jácome: antes de concluir la administración federal serán puestas en práctica varias acciones para fomentar el despliegue de redes de banda ancha en el país, para aumentar su penetración y su uso entre la población. Una de esas acciones, describió el titular de la SCT, está relacionada con fortalecer el marco legal que norma al sector. Aunque, como siempre, hay de prisas a prisas: lo de Mexicana de Aviación acumula año y medio sin solución, y la Secretaría de Comunicaciones y Transportes lo único que ha hecho es bloquear cualquier posibilidad de que los 8 mil 500 trabajadores regresen a sus empleos y que la aerolínea vuelva a volar.
Las rebanadas del pastel
Tras el fallo negativo de la Comisión Federal de Competencia sobre Iusacell-Televisa, Ricardo Salinas Pliego pretende combatir la decisión a punta de madrazos, que para eso lo contrató Emilio Azcárraga Jean. Bien por la Comisión de Competencia, aunque es una de cal por las centenas que van de arena.
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Pedro Miguel: Navegaciones
El joven sudamericano me atendió con una amabilidad inusitada en cualquier latitud, se tomó la molestia de aclarar todas y cada una de mis dudas sobre la tarjeta de video que le estaba comprando y me ofreció ayudarme en la instalación del artefacto si me surgía un contratiempo. Esto ocurrió en un pequeño local de piezas electrónicas en la calle de Isabel la Católica, no lejos de donde esta soberana medieval se cruza con Venustiano Carranza, en una de esas extrañas maromas que llevan a personajes históricos disímiles a ayuntarse en la nomenclatura urbana. Unos cientos de metros al norte de allí, rumbo a Arcos de Belén, abre sus puertas un café propiedad de maronitas de origen libanés; del otro lado de la calle una cooperativa de zapotecos ofrece variados textiles de sobriedad impactante y cinco locales después se encuentra la pastería de León Kopeliovich. Allí se ofrece el modelo clásico, el minero, de carne con papas, más otros, de invención del propietario, como el de mango con queso filadelfia. León pone en sus productos la misma pasión que en la escultura (porque también es escultor) y los cuida desde que son ingredientes básicos hasta después de ser despachados: aconseja al comprador la manera correcta de recalentarlos y brinda una cuidadosa descripción de las envolturas y sus detalles, para que pueda identificarse cuál es cuál. Kopeliovich es amable y de plática fácil y cuida la venta de un paste de 20 pesos con el mismo empeño con que alguien cuidaría un contrato de construcción por 15 millones de dólares.
El Correo Ilustrado
Repudia apoyo legislativo a represores
A raíz de la muerte de Miguel Nazar Haro, muchos son los lamentos por la ominosa impunidad que lo arropó hasta el final de su vida.
Adolfo Sánchez Rebolledo: Retrato del hambre: rarámuris, campesinos y trabajadores
La fotografía de Tomás Montero Torres tiene el aura de una imagen clásica. Capaz de fijar el rostro cincelado por los elementos, sobresale la mirada, más de angustia que de extrañeza o temor. El retrato subraya la altivez del hombre, y al hacerlo propicia acaso involuntariamente el estereotipo, el viejo cliché fundador que, sin negar la desolación causada por la pobreza, reivindica como valor nacional recuperable la fuerza ancestral de la raza (Rarámuri: el indio de los pies alados) o la fuente de su otredad (La superstición: ruina de la raza india), en definitiva ese viejo recurso de autodescargo moral que permite mirar sin ver la realidad de los pueblos originarios bajo la óptica del desarrollismo integrador de mediados del siglo XX. Montero viaja a la sierra Tarahumara junto con el cronista Ignacio Mendoza Rivera para realizar un muy extenso reportaje que se publicaría a lo largo de 10 continuos en la revista Mañana, según registra su hija Martha, responsable del valioso archivo que ella conserva hasta hoy. Y lo hacen con la urgencia de registrar los episodios de hambre y mortandad que amenazan la sobrevivencia de las comunidades ubicadas en los páramos grandiosos de la serranía de Chihuahua: Hambre, sed y enfermedades en la Tarahumara, Huida a las montañas, son algunos de los títulos de la investigación periodística. La fecha: junio de 1953.
Entre ciertos sectores de la llamada sociedad civil, que etimológicamente es también política (cîvîlis, cîvîle = ciudadano, político, público, según mi diccionario latín-español), se reproduce la idea de anular el voto en las próximas elecciones federales. El argumento más generalizado es que tanto los partidos como los candidatos no son creíbles o, por lo menos, no son lo que algunos quisieran. Otra consideración semejante, pero distinta en su esencia, es que la mal llamada clase política ha expropiado a la sociedad sus derechos civiles (en el sentido de ciudadanos), para usarlos a su favor en la esfera del poder, de un poder con el que no cuentan los ciudadanos comunes. Otro razonamiento, que viene fundamentalmente del anarquismo, es que todo poder y toda jerarquía son, por definición, autoritarismo e imposición de unos sobre otros (dominación).
La verdad es que todo iba bastante bien. Josefina Vázquez Mota había sabido acogerse a la ola de esperanza que se ha levantado en torno de las mujeres que aspiran al Poder Ejecutivo, o que lo ejercen, para ganarse las simpatías de los sectores más modernos de la sociedad, que miran con curiosidad la perspectiva de que una mujer sea elegida presidenta el próximo 1º de julio. A la remota y chocante referencia obligada de Margaret Thatcher –ni modo–, en tres décadas se han sumado mujeres mucho más simpáticas y competentes. Algunas de ellas francamente maternales, como Violeta Chamorro; otras, en cambio, aguerridas como Benazir Bhutto; una oenegera germana como la inesperada Angela Merkel; una política inteligente e impecable como Michelle Bachelet, y una antigua guerrillera, ahora bien peinada, como Dilma Roussef, para no mencionar a la muy emperifollada Cristina Kirchner. Josefina Vázquez parecía encarnar las cualidades de la mexicana del siglo XXI: una profesionista también madre de familia, que ha sabido desarrollarse como una política profesional, astuta y resistente, tolerante; se decía que sabía escuchar, que tenía buen juicio para rodearse de buenos colaboradores.
Jorge Eduardo Navarrete: La prueba de ácido: primera reacciónEs frecuente que se caracterice la relación con Estados Unidos como la prueba de ácido de la política exterior y de la diplomacia de México. No son pocas las razones que respaldan este aserto. Es también común el planteamiento de que para este país no hay relación bilateral de mayor importancia. Al subrayarlo, a veces se implica que es la única que de veras importa, en la que deben concentrarse recursos e iniciativas. Con un enfoque utilitario, inmediatista, se asegura que ofrece mayores rendimientos, dado el enorme caudal acumulado a lo largo del tiempo. Este punto de vista ha prevalecido en varias épocas, en particular en los últimos tres decenios. Dada la geografía y ya entrados en gastos –se alega–, hay que ir más adelante por el mismo camino. Un ejemplo se halla en Un futuro para México, texto que Héctor Aguilar Camín y Jorge Castañeda publicaron en Nexos en diciembre de 2009 y que ha sido debatido con alguna amplitud.
Hay que gritarlo a todo pulmón en un mundo bárbaro como el que pretende implantar el imperio yanqui, donde no quede en pie ni uno de los principios de convivencia civilizada conquistados por la humanidad. La Primera Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba (PCC), culminada en La Habana el 28 y 29 de enero, ha demostrado la perseverancia del liderazgo cubano en mantener el rumbo y el ritmo –sin prisa pero sin pausa– de los cambios económicos, políticos y sociales dirigidos a dar sustentabilidad y perfeccionar sus conquistas socialistas. Inspiradas en las ideas de Marx, Lenin y sus continuadores, como también en las concepciones revolucionarias de José Martí, inscritas en la tradición nacional-popular latinoamericana, teñida por la sabiduría de sus ancestrales civilizaciones y la profética visión de unidad e integración de nuestros pueblos legada por la genialidad de Simón Bolívar.
Con el estudio de la OCDE sobre políticas y regulación de las telecomunicaciones, la evaluación de la actuación del gobierno federal y el costo de la ausencia de competencia en la economía entró de lleno en la discusión electoral. Al asunto, además, se añade la disputa en la Cofetel, entre cuatro comisionados y el presidente del organismo, sobre la autorización para que la alianza Televisa-Iusacell-Televisión Azteca participe en la licitación por una tercera cadena en televisión abierta
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