2/03/2012

LETRA INSURRECTA/Silicona de segunda y Revolución


ROSA ELENA PÉREZ MENDOZA

- rosaelenaperez@gmail.com

Ciudad Caracas

Dan dolor nuestras chicas de 20, 30, 40 y 50 que tienen sus mamas aumentadas con silicón de segunda. Supongo que las sonrisas, blanqueadas o no, que antes se ofrecían orgullosas por coincidir con un patrón de belleza impuesto vía industria cultural, ya no brotarán con tanta frecuencia desde los labios delineados. Las cejas tatuadas de algunas se mantendrán impávidas, pese al rictus de preocupación que atravesará sus ceños. Los entrecejos inmóviles por el bótox, de otras, parecerán indiferentes ante la angustia imperante en el resto de sus rostros.

Esos rasgos abultados, petrificados, momificados, solicitan ahora auxilio frente al engaño del que fueron víctimas. Los senos de estas mujeres ya ni siquiera son una marca de visto bueno en el manualito de belleza que casi todas las venezolanas manejamos consciente o inconscientemente en nuestro autoexamen mental, y que día a día aplicamos a nuestro cuerpo. Los senos de esas chicas ahora pasaron a ser una amenaza, un miedo latente causado por la incertidumbre de no saber en qué instante el líquido fatal horadará el material que lo contiene, para corroer sus tejidos musculares. Bomba de tiempo interna que las hace pedir ayuda con desesperación –a veces hasta exigir de forma altanera- a un Gobierno que da la cara, incluso, ante dramas no generados ni por su propia mano ni por desequilibrios climatológicos que han traído consecuencias devastadoras en nuestro territorio, y que ocupan con seriedad a nuestros dirigentes. Así, el Gobierno da muestras de su sensibilidad ante el riesgo de perder a mujeres valiosas, pero manipuladas en asuntos tan íntimos, haciéndoles saber que está dispuesto a retirar los implantes sin costo.

El tema es penoso porque algunas de ellas se han colocado tantos injertos que podrían llegar a ser estampas de un muestrario de productos clínicos e industrializados, podrían ser ejemplos de una mujer del futuro ya alcanzado: robotina, que puebla el mundo para hacernos ver que el daño del capital es hondo, pues terminó inoculando en la mujer creencias falsas. Entonces, los senos, creados naturalmente para tareas sublimes: nutrir, dar calor, amar, procurar vida; ahora son navajas de a cuenta gotas.

Es penoso también porque una parte de ellas, sobre todo las púberes, revelan la imagen de la inocencia mancillada, y van por allí con implantes de espanto asustadas por lo que jamás imaginaron podría ocurrir.

Entonces, entre tanto polímero y bótox, entre tanta nariz rectificada y refrescamiento, las venezolanas y venezolanos debemos construir una mujer que responda a cánones distintos: los de la Revolución.

Tomado del blog: Género con clase

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