5/12/2015

El Bronco ya ganó

Mario Campos

Jaime Rodríguez ya se ganó un lugar en la historia electoral de este país. Y aunque quizá ese nom
bre no le diga mucho, seguro le sonará el apodo de El Bronco, como es conocido el candidato independiente para el gobierno de Nuevo León que no sólo alcanzó el registro para contender en una entidad con un bipartidismo muy fuerte, sino que ha logrado construir una seria y competitiva candidatura.
Tan es así que El Bronco ha sido noticia en estos meses. Primero, en El Financiero cuando en la encuesta de Parametría publicada el 8 de marzo apareció en segundo lugar, desplazando al aspirante del PAN a la tercera posición; y semanas después, cuando según la medición de El Norte/Reforma, El Bronco sorprendió —apenas este 7 de mayo— con la mayor intención de voto con 29.2 por ciento, 1.8 por encima de la candidata del PRI a la gubernatura, Ivonne Álvarez.
Por eso Rodríguez ya ganó, triunfe o no en las elecciones del próximo 7 de junio. Si gana, como es obvio, pasará a la historia de la democracia mexicana por ser el primer candidato que gana una gubernatura sin llegar de la mano de un partido político. 
Pero aun si pierde, habrá que reconocerle que abrió brecha cuando todo el sistema está construido en contra de los que buscan disputarle una posición a los partidos políticos. Como ya he apuntado antes en este espacio, sólo para darnos una idea del miedo del sistema a los ciudadanos externos, para registrar una candidatura independiente a la Presidencia de la República se requieren casi cuatro veces más firmas que para formar un partido político con registro nacional. 
De ese tamaño son los candados que los propios partidos pusieron con la última reforma electoral. Por eso resulta extraordinario que aún con esas restricciones un aspirante independiente esté tan cerca de ganar. ¿Cómo es posible? La respuesta pasa por dos factores, en primer lugar los méritos de El Bronco y su campaña —sobre los que no me habré de detener ahora— y en segundo, por el evidente deterioro de la confianza de los electores en los partidos políticos. 
Porque nadie puede decir que en Nuevo León los votantes no saben lo que están haciendo. Esa entidad tiene una amplia historia democrática, ha probado la alternancia ya en dos ocasiones, con gobernantes priístas, panistas y ahora con priístas de nuevo. Y con estos antecedentes es que está abierto a probar una nueva opción. 
El caso es relevante para Nuevo León, pero también para el resto del país, pues lo que hasta hace unos meses sólo parecía una posibilidad en el papel, en esa entidad hoy es una realidad: que los electores decidan por personas, más allá de los partidos. Incluso que puedan, si así lo desean, decir no a todos los partidos. 
Por eso vale la pena mirar lo que ocurra en ese estado el 7 de junio, porque el resultado será un mensaje para el PRI, para el PAN y para todos los partidos que también estarán en la boleta. Porque lo que pase en Nuevo León puede ser el principio de lo que podría comenzar a ocurrir en otras entidades, y por qué no, en la disputa presidencial de 2018. 
Es fácil suponer que las cúpulas partidistas estén muy preocupadas, arrepentidas de haber abierto el juego a la competencia (aún con tantas restricciones) y no dudo que ya estén pensando en quitarle más fuerza a esta figura con una nueva reforma electoral que proteja aún más a los partidos y jugadores de siempre. 
Tocará a los electores de todo el país impedirlo, pues lo que hace falta a la democracia mexicana son más opciones, no menos, y el caso de Nuevo León así lo demuestra. Por eso, suerte a El Bronco, no por él, sino por la poderosa señal que lanza para todos los ciudadanos de este país, se coincida o no con la propuesta de Jaime Rodríguez.
Politólogo y periodista

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