5/13/2015

El triunfo no será tan fácil para la derecha




Ilustración: Pe Aguilar / @elesepe1
Según las encuestas de las empresas supuestamente más serias y profesionales, el PRI lleva una ventaja de al menos diez puntos sobre los partidos de oposición. Esto significa que tiene asegurados triunfos significativos que lo fortalecen electoralmente para los comicios del 2018. Sin embargo, una cosa son las encuestas y otra muy diferente la realidad, como quedó demostrado en los comicios del año 2012, cuando las autoridades electorales le reconocieron  16 millones de votos al candidato de la izquierda verdadera, Andrés Manuel López Obrador, aunque en los hechos la contabilidad fue muy diferente, tanto por las artimañas del candidato de la derecha, actualmente en el poder, como por la manipulación de los medios de comunicación al servicio de la oligarquía.
Es comprensible que la derecha no quiera perder los privilegios que goza actualmente, cada vez más ostentosos desde hace tres décadas, pero sus excesos y abusos han sido el mejor aliciente para que las clases mayoritarias empiecen a tomar conciencia de que un voto por el PRI o el PAN (y desde luego por el Partido Verde), es un aval a sus verdugos. No obstante la despolitización de las clases mayoritarias, la realidad del país les está enseñando que quienes están en la cúpula gubernamental son los responsables de su pobreza, del desempleo, de la violencia y la falta de expectativas de un futuro mejor.
El ciudadano común está abriendo los ojos a la realidad, no obstante la manipulación del duopolio televisivo, porque es víctima de un estado de cosas injustificable. Empieza a tomar conciencia de que la camarilla gobernante lo único que persigue es empobrecerlo para manipularlo con más facilidad. De ahí los brotes de violencia social en diferentes partes el país, que se concatenan con la que se desprende de la actividad de organizaciones delictivas, cada vez mejor organizadas y pertrechadas gracias a las facilidades para comprar armas en varios países, sobre todo de Alemania, como lo reconoció la propia Secretaría de la Defensa Nacional.
A un mes de las elecciones, la derecha ya está festejando triunfos en los estados donde habrá comicios para gobernador. Sin embargo, las cosas no serán tan fáciles a la hora del conteo de los sufragios, porque la ciudadanía más informada y organizada estará muy atenta al proceso, a sabiendas de lo que puede ocurrir porque el PRI, previamente, hizo una labor bien planeada para que las autoridades electorales reconozcan sus “triunfos”. Así lo está dejando ver la actuación del Instituto Nacional Electoral (INE), con su falta de rigor ante hechos que deberían ser sancionados conforme a la legislación que rige su labor.
Cabe preguntar, por ejemplo, ¿qué sentido tiene que se sancione al Partido Verde después de los comicios, cuando su tarea en favor del PRI ya esté plenamente consumada? Es el mismo caso en que está la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol), dependencia del Ejecutivo dedicada básicamente a comprar el voto de la población marginada, como es del dominio público. El cinismo en esta materia es obvio y no hay poder humano que ponga remedio a una situación tan vergonzosa, que nos retrotrae a los tiempos en los que el general Gonzalo N. Santos comandaba los grupos de choque que hacían ganar al partido tricolor, con los procedimientos más burdos y salvajes que se puedan imaginar.
Así lo patentiza la violencia gangsteril de grupos de choque del PRI y del PRD en algunas delegaciones del Distrito Federal, como en los tiempos del llamado “Alazán tostado”, o sea el general Santos. Por si eso no fuera suficiente, el PRI está entregando tarjetas tipo Monex, con las cuales busca conseguir el voto de los “beneficiarios” del programa “Por Ti”, consistente en un crédito por 4 mil 40 pesos; dichas tarjetas se empezaron a repartir la semana pasada en la Delegación Coyoacán.
Si las autoridades electorales no actúan conforme a la obligación que tienen de garantizar elecciones legales, equitativas y que contribuyan a mejorar la democracia en México, es obvio que la realidad nacional se habrá de complicar aún más de lo que ya está. Las consecuencias serán dramáticas, pues en el 2018 no habrá condiciones objetivas para organizar elecciones en un marco de paz social. Para entonces, los ciudadanos de a pie tendrán plena conciencia de que son víctimas de verdugos prepotentes, que además se ufanan de contar con su voto.

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