5/21/2015

“Modernización” del campo “va a legalizar una destrucción sin precedente de la diversidad de México”: especialista



    
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(21 de mayo, 2015. Revolución TRESPUNTOCERO).- Las amenazas a la propiedad social de la tierra en México han aumentado en los últimos tiempos debido a los intentos del capital privado de apoderarse de ejidos o tierras comunales, con el fin de explotarlos como mejor les convenga, generando ganancias sin importar el daño que pueda causar.
En este sentido, las actividades agrícolas en terrenos de propiedad social son los principales objetivos a eliminar en aras de implantar un desarrollo agrario industrializado de grandes envergaduras que erradique la agricultura campesina.
De acuerdo con Verónica Villa, investigadora e integrante del Grupo ETC, en la actualidad existe un intento por desaparecer gradualmente la agricultura campesina, con el fin de que las empresas tomen el control de la producción del campo en el país. Villa afirma que bajo la bandera de modernización, el poder quiere extender la producción industrial a gran escala en el sector agrícola mexicano.
“Por años hemos escuchado sobre la modernización del campo, pero esta se refiere a extender el manto de la producción industrial a todos los rincones de México, que se terminen los intercambios arcaicos de semillas. En tal sentido, hay una cantidad enorme de maíz que no pasa por el mercado y eso tiene exasperados a los grandes manipuladores de los granos en el mundo”, dijo.
Al respecto manifestó que la producción agrícola industrial es fuertemente cuestionada por las afectaciones que ésta trae al ambiente y la salud. Asimismo, enfatizó que para el poder la modernización del sector agrícola mexicano implica la legalización de los transgénicos, a pesar de los efectos negativos que su consumo puede traer.
“La modernización (para el poder) es que se utilicen semillas ‘mejoradas’, porque ‘cómo se van a usar semillas campesinas’ (…) Resulta que la producción agrícola industrial está cada vez más cuestionada por el daño que causa a las economías nacionales, a la salud de los que producen y consumen, al agua y a los sistemas climáticos. No promueve la competencia económica, al contrario hay un oligopolio cada vez más cerrado e indestructible”, expuso.
La investigadora detalló que la agricultura industrial emite el 57 por ciento de los gases de efecto invernadero y añadió que en el país la comida proveniente de agricultura industrial es la causa de que el 70 por ciento de los mexicanos tengan obesidad o sobrepeso y que México ocupe el 1er lugar en diabetes infantil. Además, dijo, hay más pruebas que señalan que el consumo de la agricultura industrial afecta la salud.
Por otro lado habló sobre la producción de maíz en México. Dijo que el poder, abanderado en la modernización, busca legalizar el maíz transgénico, argumentando que hace falta producir más y que con los métodos campesinos no será posible cubrir la demanda.
“En México se siembran y cosechan 23 millones de toneladas de maíz. Más del 60 por ciento de esas toneladas vienen del sur, que no está industrializado, donde prácticamente toda la tierra es propiedad colectiva. De esas 23 millones de toneladas se consumen 7 millones sin pasar por el mercado, y 11 millones se comercializan. De 23 millones de toneladas, México autoconsume 18 millones, y aun así nos dicen que necesitamos importar maíz, la pregunta es por qué nos dicen esto”, comentó.
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La investigadora señaló que en este intento “modernizador” del campo, se ha tratado de ubicar a la propiedad social de la tierra como “los restos de un pasado que no terminamos de superar”, sin embargo, dijo, las formas de producción agrícola campesina en terrenos comunales es la solución a los problemas alimentarios de la nación.
“La ONU dijo que la agricultura familiar (agricultura campesina) es la esperanza para revertir la catástrofe del clima y los problemas de hambruna porque hay cálculos de que las unidades campesinas familiares son las que tienen mayor productividad con menor gasto de insumos, son las que aseguran trabajo y bienestar colectivo de manera más certera. Está vinculada a la seguridad alimentaria”, manifestó.
En este sentido, recordó que la ONU ha afirmado que en los países en desarrollo y los desarrollados, la agricultura campesina es la forma predominante de producción y a nivel mundial es la responsable de generar el 56% de los alimentos.
“Mientras más avanza la crisis alimentaria y climática, más aparece la propiedad colectiva con agricultura de subsistencia como el punto de partida para revertir la devastación ecológica y de la salud que estamos padeciendo. Esas formas productivas ‘del pasado’ son verdaderos refugios ante las catástrofes que se anuncian. Son los espacios a partir de los que se puede reconstruir, son el repertorio para adaptarse de forma urgente y alimentar a la población”, dijo.
La investigadora afirmó que desde hace un par de años diversas organizaciones ya esperaban una reforma que pretendiera acabar con el campo, la propiedad comunal, la agricultura campesina, y establecer la legalización de los transgénicos. Sin embargo, explicó, ésta no se dio de manera abierta, sino “a través de la reforma energética, con la cual se pone a las comunidades y ejidos en desventaja ante particulares, pasando por encima de los derechos colectivos de la tierra, pues con estos cambios las comunidades deben negociar la tierra o se convierten en criminales”.
“Terminar con la propiedad social de la tierra en México, disque para modernizar, para dar seguridad alimentaria, va a servir para entregar las riquezas del subsuelo, pero en el camino se va a legalizar una destrucción sin precedente de la mega diversidad de México y de las posibilidades de soberanía alimentaria. Y como si eso fuera poco pegarle a la propiedad social de la tierra, es pegarle a uno e los pilares de la alimentación, a uno de los pulmones del mundo que se ahoga entre gases. Se va a acabar el maíz en su integridad genética. La propiedad social de la tierra es lo que puede mantener la independencia alimentaria o recomponerla, es lo que puede mantener al planeta respirando. La agricultura campesina debe ser la apuesta para mantener una soberanía alimentaria”, apuntó.

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