Por
Álvaro Delgado
El mensaje es nítido: Justo cuando, en Campeche, el Partido
Revolucionario Institucional (PRI) acataba la orden de Enrique Peña
Nieto de eliminar los “candados” para que un advenedizo “ciudadano” sea
su candidato presidencial, el secretario de Hacienda, José Antonio Meade
Kuribreña, comía en el restaurante “La Docena”, de la colonia Roma, con
la embajadora de Estados Unidos, Roberta Jacobson.
Esta reforma, que será sin duda ratificada en la plenaria de la XXII
Asamblea Nacional del PRI, el sábado 12, no era para Aurelio Nuño,
secretario de Educación Pública, ni para José Narro, secretario de
Salud, sino para Meade, el único de los prospectos presidenciales de
Peña que no cumplía con el requisito de 10 años de militancia.
Y si Peña hizo reformar el artículo 166 de los Estatutos del PRI, un
traje a la medida de Meade, es para usarlo, exactamente como cuando, en
la XXI Asamblea Nacional de marzo de 2013, ordenó reformar el artículo
302 del Programa de Acción para materializar la privatización del sector
energético del país avalado por los firmantes del Pacto por México.
Es sabido que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio
Chong, no es avalado por el gobierno de Estados Unidos, al que tan
sumiso es Peña, y que Andrés Manuel López Obrador es visto con recelo en
los factores de poder de ese país, por lo que la comida de Meade con
Jacobson, justo el día de la reforma en el PRI, tiene una relevancia
enorme.
La decisión de designar al candidato del PRI por dedazo recae
solamente en Peña, como tomo mundo lo sabe, fortalecido a su vez por la
reforma que no encontró la oposición de la que alardeaban los falsos
“rebeldes” de ese partido que, con Meade, quiere mostrarse como moderno,
pero para hacerlo ganar usará todas las mismas prácticas de
defraudación electoral.
Meade es no sólo bien visto por los grupos de interés de Estados
Unidos, sino también de México. Su biografía personal y profesional,
siempre en la alta burocracia, lo hacen ser el emblema de lo que se
conoce como el PRIAN-PRD, que minaría al Frente Amplio Opositor que
negocian las facciones no priistas del Pacto por México.
Meade es un tecnócrata literalmente hijo del neoliberalismo: Su
padre, el priista Dionisio Meade y García de León, fue el creador del
Instituto de Protección al Ahorro Bancario (IPAB), el organismo mediante
el cual se legalizó el saqueo del rescate bancario mediante el
Fobaproa.
Meade y García de León encabezaba la Comisión de Hacienda de la
Cámara de Diputados cuando, el 12 de diciembre de 1998, el PRI y el PAN
que presidía Calderón convirtieron en deuda para todos los mexicanos lo
que robaron banqueros y empresarios que financian a esos partidos.
El jefe del clan Meade es actualmente director general de Contraloría
y Administración del Banco de México, que encabeza Agustín Carnstens, y
en el sexenio de Vicente Fox fue subsecretario de Gobernación con
Carlos Abascal, algo que no debía extrañar porque es hijo de un fundador
del PAN: Daniel Kuri Breña.
“Yo voy a ser presidente de México”, solía proclamar Meade mucho
antes de ser cinco veces secretario de Estado con Calderón y Peña, una
marca sólo superada por Plutarco Elías Calles, el “Jefe Máximo” de la
Revolución y fundador del PRI que muy probablemente lo llevará como
candidato. Falta ver si gana…
Comentarios en Twitter: @alvaro_delgado
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