4/12/2020

Columnas y opinión del periódico La Jornada sabado 11 abril 2020


No paran los megaproyectos por Covid-19
Se reconoce oficialmente que las comunidades indígenas y rurales serán las más afectadas por el Covid-19, pero no se hace nada para evitarlo. Sin agua, sin servicios de salud, sin caminos y sin información suficiente en sus idiomas, los pueblos van tomando medidas comunitarias para la resistencia, tema que dominan, pues es el centro de su historia. No es la primera epidemia que enfrentan, ni seguramente la última, pero los sorprende en medio de una de las peores ofensivas en contra de sus territorios y recursos naturales, es decir, en contra de su existencia.
Con los megaproyectos de antes y de ahora, los nuevos y los reciclados, se aumenta la zozobra en los territorios ancestrales. Y aunque los llamados a quedarse en casa detienen gran parte de la vida, los megaproyectos no paran. Se anuncia que son actividades esenciales y que las obras del Tren Maya, el Corredor Transítsmico, el aeropuerto de Santa Lucía y la refinería Dos Bocas no se detendrán, pero, eso sí, llaman a que se detenga la resistencia, pues se suspenden actividades públicas y concentraciones de más de 50 personas.
Las organizaciones indígenas advierten que la lucha por la defensa de sus territorios no se detiene, pero al mismo tiempo tienen que ponerse a salvo con sus propios recursos y organización. En los hospitales urbanos los médicos y enfermeras se quejan de la falta de suministros para su seguridad, pero en las zonas rurales no hay hospitales, ni médicos ni enfermeras, en momentos en los que, además, están recibiendo a miles de connacionales que han tenido que regresar de Estados Unidos por la pandemia y por la falta de trabajo. Algunos pueblos han cerrado sus puertas a todo extraño y puesto en cuarentena a quienes vuelven. Por lo pronto.
Paralelamente, el confinamiento indicado como medida sanitaria, sigue pasando desapercibido para los asesinos de defensores del medio ambiente. Esta semana se sumó a la lamentable e indignante lista Adán Vez Lira, ambientalista y defensor del territorio y del observatorio de aves del área natural La Mancha, Veracruz, asesinado en el municipio de Actopan.
Tiempos difíciles para las comunidades. Tiempo también de saberes y autonomía. Por lo menos ellas tienen lo que en la ciudad falta: tejido.

Se impone el home office en la crisis
Despidos, recortes de sueldo, cierre de empresas
El nuevo panorama de la vida laboral
Foto
El informe sobre la pérdida de empleo formal ante la emergencia sanitaria por Covid19 presentado por la secretaria del Trabajo, Luisa Alcalde, detalla que es en los sectores del comercio, servicios y turismo donde se registra la mayor cantidad de despidos. En total, se habían perdido 346 mil 878 plazas laborales, esto en el periodo de la contingencia por el coronavirus, del 13 de marzo al 6 de abril. ¿Cómo vas en tu empleo? De eso trata la encuesta de esta semana. (Ver gráfica)
Metodología
El sondeo fue distribuido por redes sociales. Participaron mil 636 personas; en Twitter, 454; en El Foro México, 560 y en Facebook, 622. Enseguida algunas opiniones.


Frases como puños
A las y cielos en el encierro: Tengo el asombro esencial que tendría un niño si, al nacer, se diera cuenta que nació de veras. Caeiro/Pessoa.
La vida es una enfermedad mortal. Jean Rostand.
Lo paradójico es que el ser vivo rejuvenece todo el tiempo: sus células mueren, pero se reconstituyen células nuevas. Edgard Morin.
Vivir de muerte. Morir de vida. Heráclito de Éfeso.
El poeta es el único capaz de destruir los monstruos construidos por la razón. María Zambrano.
La poesía y la música son tan poderosas que atraviesan la placenta. A.B.
“¡La belleza! ¡Quién supiera lo que es!… no lo sabemos con certeza matemática; pero sí que es algo que existe, que palpita en la naturaleza y que como la ola que llega a la playa rompe en espuma; la belleza llega a cielos y tierra y rompe en hermosuras… creo en la belleza, como creo en la verdad, como creo en el bien”. José Echegaray,
Somos olas del mismo mar, hojas del mismo árbol, flores del mismo jardín. (Leyenda inscrita en las cajas de cubrebocas que llegan de China a otros países).
Jacques Monod: “El lenguaje ha creado al hombre más que el hombre al lenguaje…El futuro de la humanidad se decidirá dentro de las próximas dos generaciones; hay dos requisitos absolutos: una sociedad con crecimiento demográfico limitado y la destrucción de armas nucleares…”
Timothy Snyder: No hay mejor condición para la formación de regímenes totalitarios que las situaciones de emergencia extrema, donde la supervivencia de todos está en juego. (Es decir, como anillo al dedo).
Franco Berardi: Este virus es la condición de un salto mental que ninguna prédica política habría logrado producir. La igualdad ha vuelto al centro de la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo que vendrá.
El amor está de nuestro lado: Araucaria Luna.
La mejor vacuna es uno mismo: Santiago López Petit.

México: 50 años en crisis
Medio siglo a la deriva
México –el mundo en general– vive tiempos extremadamente difíciles, en los que de la mano se tomaron rotos con descosidos, el hambre con las ganas de comer. Recesión económica –que se advertía desde mediados de 2018– y una crisis sanitaria de proporción espeluznante.
En su análisis semanal –del que se toman los siguientes pasajes–, el Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico subraya que México vive y paga los efectos perniciosos de medio siglo de crisis recurrentes; ese periodo resume la falla de economía política y de política económica en nuestro país. De igual forma, sintetiza la existencia de un Estado que no logró crear progreso y desarrollo para toda la sociedad; México ha sido un laboratorio en donde se experimentaron medidas económicas que no alcanzaron resultados positivos; reiterados errores de política económica, tanto en el Estado interventor de los años 70 como en la apertura comercial indiscriminada (y privatizadora) dictada por los organismos internacionales al final del siglo XX. El presidente López Obrador tiene la oportunidad de dar vuelta a esa página de la historia.
Frecuentemente se afirma que las crisis son oportunidades. Bajo esa perspectiva, México ha vivido oportunidades reiteradas para reinventarse y encontrar la ruta hacia el desarrollo. Hasta el momento no lo ha hecho. Las recesiones registradas durante el último medio siglo debilitaron a la nación, cancelaron su desarrollo y la llevaron a la aplicación de medidas de austeridad fiscal.
En la década de los años 70 falló el Estado asistencialista y desde 1982 el que promovió una apertura económica que sacrificó a la industria y a las empresas nacionales. No se puede entender la precarización del mercado laboral sin la correspondiente en el sistema empresarial mexicano. El fruto de las crisis fue la quiebra de empresas nacionales, su consecuencia directa: desempleo y el crecimiento de la informalidad. Sin lugar a duda que a ello contribuyó la corrupción y el uso poco eficaz de los recursos públicos. El Estado fue el primero en fallar al no implementar un modelo económico que no priorizara el interés nacional.
La ausencia de un Estado desarrollador, solidario y promotor del progreso social dislocó la tradicional cohesión y fraternidad social que existía en México. Propició el ascenso de la criminalidad y dio nacimiento a la captura del Estado. Lo descrito es parte del círculo vicioso con el que el país llega a la que globalmente se ha reconocido como la peor crisis desde 1929.
El presidente Andrés Manuel López Obrador tiene la oportunidad de gestar una respuesta distinta a la de la historia reciente del país. Para lograrlo se requiere de unidad nacional y de un acuerdo que permita enfrentar lo que el mundo ha catalogado como la mayor crisis económica en 100 años.
Se debe ser muy claro: en el terreno de salud, México va a superar el problema generado por el Covid-19. La acción preventiva y solidaria de la sociedad se anticipó a las medidas de contención que en su momento emitió el sector público. Algo positivo para disminuir el contagio. Resta ver la capacidad de gobernación y del gabinete económico para enfrentar las consecuencias socioeconómicas derivadas de la pandemia. La afectación llegará a millones de mexicanos, por lo que es necesaria una convocatoria a la unidad nacional. Los recursos del sector público son limitados: requieren de la cooperación ciudadana y del sector privado.


Editorial
Está demostrado que los desastres naturales, inevitables en sí mismos, se convierten en catástrofes sociales debido a las grandes desigualdades sociales y al desmantelamiento de la capacidad de respuesta del Estado, ambos fenómenos resultado directo de la lógica con que opera el sistema económico vigente. Así, fenómenos como sismos, huracanes, inundaciones o sequías, tienen efectos particularmente devastadores sobre los sectores de la población que ya se encontraban en una situación de vulnerabilidad, y no es distinto lo que ocurre durante la crisis sanitaria causada por la enfermedad Covid-19.

Piden compromiso de los empresarios contra la salida de divisas
México no es ajeno a la crisis económica del capitalismo detonada por el Covid-19. Los saldos del neoliberalismo aparecen en las finanzas públicas, el endeudamiento, la desarticulación del aparato productivo, la baja inversión privada, la dependencia de la economía de Estados Unidos y la precarización de las instituciones de salud pública.

En la actualidad la presencia de indígenas en diversas ciudades de México se ha venido a convertir en una realidad inocultable. La Ciudad de México, Monterrey, Guadalajara, las ciudades/frontera y en pasadas fechas los sitios turísticos del país, se encuentran entre los lugares de destino para miles de indígenas. Es justamente con la residencia de indígenas en contextos urbanos, como podemos observar que la migración indígena no sólo se ha venido a convertir en una vía para acceder a una fuente potencial de recursos o para mejorar las condiciones de vida, el fenómeno también muestra como a la migración debemos sumar el despojo de tierras y la violencia que azota a las comunidades de origen, todos los cuales son los motores que generan los cambios más drásticos en la distribución contemporánea de la población indígena. Para el caso de la ciudad de Guadalajara la presencia de indígenas se ha incrementado considerablemente. Los números así los reflejan. Por ejemplo, el 28 noviembre de 2015 en el Diario Oficial del Estado se publicó el Padrón inicial de localidades y comunidades indígenas de Jalisco, ahí se reportó que el total de indígenas en el estado ascendía a 68 mil 317 personas. Más allá de la exactitud de las cifras, existe un dato revelador: en Jalisco los indígenas vivimos mayoritariamente en la ciudad, pues del total reportado, resulta que 44 mil 727 vive en la urbe. Es decir, más de la mitad de la población indígena no vive en el contexto rural. En cinco años, sin duda los números se incrementaron.
No voy a cometer la grosería de aprovechar la generosidad de quienes me proporcionan gentilmente este espacio para dar una receta más para combatir el maldito virus que se ha puesto de moda. De hecho, ni siquiera lo voy a mencionar pues ya estamos hasta el gorro de oír hablar de él.
Se les ha invisibilizado siempre. Sin embargo, el número de personas jornaleras agrícolas y sus familias llega a representar casi 5 por ciento de la población nacional, más que la de un buen número de estados de la República. Cuando menos la cuarta parte de ellas son indígenas. Y vaya que su trabajo es esencial: gran parte de la actividad productora de los alimentos que llegan a nuestra mesa depende de ellas, así como la exportación de hortalizas, importante fuente de divisas.
Los momentos críticos de la vida social aceleran con enorme fuerza los flujos, avenidas, ríos y arroyos del conocimiento y, por supuesto de su componente inseparable, la emoción. No hay un sólo momento clave, un punto de inflexión en la historia de sociedades e instituciones, que carezca de fuertes corrientes de conocimiento y emociones desbordadas. Las mismas que, soliviantadas por acontecimientos naturales, sociales o políticos, interactúan con gran fuerza, se potencian recíprocamente y transforman su alrededor. Como el movimiento nacional que llevó al proceso electoral de 2018 y a López Obrador a la Presidencia; en otra escala, el reciente (y latente) movimiento estudiantil-feminista, y el largo y cruento movimiento magisterial 2012-2018 que zarandeó buena parte de la Constitución de Peña Nieto. En todos esos momentos, la emoción del movimiento obliga a la naturaleza humana colectiva a una intensa actividad: explosión de redes sociales, artículos, conferencias, foros, reflexiones personales y en grupos; ensayos, pronunciamientos, asambleas, movilizaciones y plantones, reflexiones, propuestas, ocupación de escuelas y universidades. Son experiencias de emoción-conocimiento que calan profundamente porque residen en la subjetividad y espacio cognitivo que constituye a cada individuo y grupo. Toda una generación transformó mucho del país e instituciones a partir del 68, por ejemplo, e hizo surgir universidades y sus organizaciones sindicales, una renovación educativa y un dinamismo político aún vigente.
Una pregunta que en estos días de crisis, hombres y mujeres de todo el mundo nos hacemos se refiere a lo que Cuba, una nación pequeña, sitiada por la mayor potencia mundial, que le ha impedido por años recibir medicamentos, alimentos y otros insumos básicos, esté hoy dando un ejemplo de solidaridad a escala internacional, mandando brigadas médicas a países afectados por el nuevo coronavirus, sin importar que éstos cuenten con recursos económicos varias veces ma-yores a los suyos. Pero la ayuda no es sólo a estas naciones, sus brigadas médicas también han salido en auxilio de varios países hermanos de Latinoamérica que no cuentan con los recursos necesarios para enfrentar la epidemia.
Todo el mundo, periodistas y analistas especialmente, escribe sobre la crisis del nuevo coronavirus haciendo analogías con la crisis económica de 2008. Pero hay que echar la mirada unos años más atrás para encontrar otro punto de referencia: la época posterio al 11S donde un shock a escala planetaria sirvió como excusa para el mayor recorte a las libertades civiles y políticas nunca antes visto, Patriot Act mediante.
El 24 de marzo, en medio de la crisis por el Covid-19, se aprobó la llamada Ley federal para el fomento y la protección del maíz nativo, con el voto unánime de la Cámara de Senadores. Con tal título muchos habrán supuesto que sería una norma para detener el asalto de las empresas trasnacionales de transgénicos sobre las semillas, los pueblos indígenas y las comunidades campesinas. Lamentablemente, no es así. Más allá de la intención de sus promotoras esta disposición favorece intereses claves de las empresas que desde hace dos décadas quieren avanzar en el país con sus semillas transgénicas y otras de alta tecnología.
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▲ Trabajadores rocían desinfectante como medida de precaución contra el coronavirus en Bagdad. Irak impuso toque de queda para combatir la pandemia. Foto Ap
El investigador francés Didier Raoult, microbiólogo de reputación mundial especializado en enfermedades infecciosas, se encuentra en el centro de una polémica desencadenada por la pandemia del nuevo coronavirus. Este científico propone un tratamiento a base de chloroquina, más precisamente hydroxichloroquine, producto que, según Raoult y el grupo de especialistas que lo secundan, podría curar las enfermedades contaminadas por el virus a condición de seguir sus instrucciones y aplicar el tratamiento al inicio de la enfermedad. Estos especialistas dan resultados en cifras que probarían la exactitud y la eficacia de su programa. Didier Raoult es director del Instituto Hospitalario-universitario en Enfermedades infecciosas de Marsella y laureado con el gran premio del Inserm (Instituto Nacional de la Salud y de la Investigación Médica) en 2010.

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