Los hombres son los grandes ausentes del proceso de transformación de la mujer y carecen de las herramientas para entender su nuevo papel en relación con el sexo opuesto. Son "víctimas culturales" del machismo, asegura la periodista mexicana Lydia Cacho.
CARTAGENA DE INDIAS, COLOMBIA - Cacho, de 47 años, cuyas investigaciones sobre las redes de prostitución y pornografía infantil han dado la vuelta al mundo y le han hecho merecedora de numerosos premios, pero también de persecuciones y amenazas de muerte, es una de las estrellas invitadas en el Hay Festival de Cartagena de Indias, donde ha vuelto a denunciar la impunidad con la que actúan las mafias.
En sus investigaciones sobre las redes de trata de mujeres, ha encontrado que los hombres que frecuentan la prostitución en EE. UU., Canadá y Japón sienten una especial predilección por las latinas, movidos por el estereotipo que tienen de ellas como mujeres sensuales y obedientes.
"Me llama mucho la atención en Japón, donde la Yakuza tiene una fascinación extraordinaria sobre todo con las mujeres colombianas y venezolanas, que son las más están traficando hacia Japón para explotarlas, y tienen muy claro el cliché de que las colombianas son las más calientes, las más hermosas, las más obedientes sobre todo", explicó Cacho.
También entre los turistas sexuales que visitan República Dominicana "están siguiendo esos estereotipos" y los estadounidenses y canadienses "vienen a buscar mujeres latinas porque obedecen, porque son sumisas, porque son eróticamente muy libres pero al mismo tiempo muy obedientes con los hombres".
Machismo
Esa fascinación, que conduce a un incremento de la trata de mujeres latinoamericanas, procede de "los valores culturales que tienen que ver con las construcción de la feminidad y la masculinidad" y que afectan también al estereotipo del hombre latino, que siempre aparece como un "macho", subrayó Cacho, partidaria de "tirar los muros de los lugares comunes".
La palabra "machismo" asociada a Latinoamérica y en concreto a México la ha encontrado "en casi todos los países del mundo". "Incluso en lugares como en la frontera con Afganistán, en Kirguizistán, la gente me decía: Ah, México, muy machos", afirmó la periodista.
Las leyes que luchan contra la violencia machista son positivas, según Cacho, que considera paradigmático el caso de España, mientras en México hay "una negación brutal de la realidad".
"Viendo desde afuera España, y haciendo un análisis de la última década, las transformaciones son impresionantes, lo que hacen los medios, la manera en que lo cubren, la manera en que lo expresan, ha cambiado mucho el abordaje del lenguaje con respecto a las mujeres y cómo se va erradicando el sexismo", dijo la activista pro derechos humanos.
Cambio cultural
Aunque las leyes sean necesarias, queda una tarea ardua por delante: el cambio cultural.
"Lo que no hemos entendido en el mundo entero es que lo más lento y lo más difícil son los procesos culturales para desarticular, o deconstruir, como dicen las sociólogas, nuestra visión de lo que significa ser mujer y de la masculinidad", explicó la autora de "Esclavas del poder".
"Y ahí esta el meollo del asunto. Porque todos los feminicidios que van en aumento -no sólo en España, en México nos está pasando exactamente lo mismo, en Guatemala tienen 3 mil feminicidios sólo el año pasado- tiene mucho que ver con que no ha permeado en un cambio cultural con esos hombres que son violentos".
Esos hombres "sienten que se les están cambiando las reglas culturales sin darles opciones distintas. El gran ausente en la transformación en el tema de género son los hombres. Y no solamente por voluntad propia. No les quiero hacer víctimas sociales, pero sí son víctimas culturales también. Hay que empezar a hablar de la transformación de la masculinidad", subrayó Cacho.
Porque mientras "a las mujeres se nos están dando ciertas herramientas, no solamente culturales sino jurídicas, a los hombres no se les está dando absolutamente nada", agregó.
"En las clases medias bajas no ha impactado esa transformación cultural. Y ellos no tienen herramientas, ni siquiera hay un discurso propio para entender por qué de pronto no está bien dominar a la mujer o apropiarse de ella", explicó.
Y en esta lucha tampoco ayudan muchos medios de comunicación, según Cacho, que "están perpetuando estos valores del sexismo, de la glamurización de la prostitución, de la explotación sexual, del machismo, del neomachismo".
CARTAGENA DE INDIAS, COLOMBIA - Cacho, de 47 años, cuyas investigaciones sobre las redes de prostitución y pornografía infantil han dado la vuelta al mundo y le han hecho merecedora de numerosos premios, pero también de persecuciones y amenazas de muerte, es una de las estrellas invitadas en el Hay Festival de Cartagena de Indias, donde ha vuelto a denunciar la impunidad con la que actúan las mafias.
En sus investigaciones sobre las redes de trata de mujeres, ha encontrado que los hombres que frecuentan la prostitución en EE. UU., Canadá y Japón sienten una especial predilección por las latinas, movidos por el estereotipo que tienen de ellas como mujeres sensuales y obedientes.
"Me llama mucho la atención en Japón, donde la Yakuza tiene una fascinación extraordinaria sobre todo con las mujeres colombianas y venezolanas, que son las más están traficando hacia Japón para explotarlas, y tienen muy claro el cliché de que las colombianas son las más calientes, las más hermosas, las más obedientes sobre todo", explicó Cacho.
También entre los turistas sexuales que visitan República Dominicana "están siguiendo esos estereotipos" y los estadounidenses y canadienses "vienen a buscar mujeres latinas porque obedecen, porque son sumisas, porque son eróticamente muy libres pero al mismo tiempo muy obedientes con los hombres".
Machismo
Esa fascinación, que conduce a un incremento de la trata de mujeres latinoamericanas, procede de "los valores culturales que tienen que ver con las construcción de la feminidad y la masculinidad" y que afectan también al estereotipo del hombre latino, que siempre aparece como un "macho", subrayó Cacho, partidaria de "tirar los muros de los lugares comunes".
La palabra "machismo" asociada a Latinoamérica y en concreto a México la ha encontrado "en casi todos los países del mundo". "Incluso en lugares como en la frontera con Afganistán, en Kirguizistán, la gente me decía: Ah, México, muy machos", afirmó la periodista.
Las leyes que luchan contra la violencia machista son positivas, según Cacho, que considera paradigmático el caso de España, mientras en México hay "una negación brutal de la realidad".
"Viendo desde afuera España, y haciendo un análisis de la última década, las transformaciones son impresionantes, lo que hacen los medios, la manera en que lo cubren, la manera en que lo expresan, ha cambiado mucho el abordaje del lenguaje con respecto a las mujeres y cómo se va erradicando el sexismo", dijo la activista pro derechos humanos.
Cambio cultural
Aunque las leyes sean necesarias, queda una tarea ardua por delante: el cambio cultural.
"Lo que no hemos entendido en el mundo entero es que lo más lento y lo más difícil son los procesos culturales para desarticular, o deconstruir, como dicen las sociólogas, nuestra visión de lo que significa ser mujer y de la masculinidad", explicó la autora de "Esclavas del poder".
"Y ahí esta el meollo del asunto. Porque todos los feminicidios que van en aumento -no sólo en España, en México nos está pasando exactamente lo mismo, en Guatemala tienen 3 mil feminicidios sólo el año pasado- tiene mucho que ver con que no ha permeado en un cambio cultural con esos hombres que son violentos".
Esos hombres "sienten que se les están cambiando las reglas culturales sin darles opciones distintas. El gran ausente en la transformación en el tema de género son los hombres. Y no solamente por voluntad propia. No les quiero hacer víctimas sociales, pero sí son víctimas culturales también. Hay que empezar a hablar de la transformación de la masculinidad", subrayó Cacho.
Porque mientras "a las mujeres se nos están dando ciertas herramientas, no solamente culturales sino jurídicas, a los hombres no se les está dando absolutamente nada", agregó.
"En las clases medias bajas no ha impactado esa transformación cultural. Y ellos no tienen herramientas, ni siquiera hay un discurso propio para entender por qué de pronto no está bien dominar a la mujer o apropiarse de ella", explicó.
Y en esta lucha tampoco ayudan muchos medios de comunicación, según Cacho, que "están perpetuando estos valores del sexismo, de la glamurización de la prostitución, de la explotación sexual, del machismo, del neomachismo".
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