2/04/2011

Juaritos: más allá del miedo


Emilio Álvarez Icaza


Ciudad Juárez es un laboratorio de diversas y contradictorias dimensiones. Esto quedó de manifiesto, una vez más, el pasado fin de semana en el marco de las Jornadas Ciudadanas de Ayuno y Reflexión “Camino a la Justicia” realizadas en esa ciudad y en otras de México y el extranjero.

Estas jornadas resultaron especialmente significativas, sobre todo porque se realizaron en un contexto de lenta pero constante desaparición del Estado democrático de derecho, consecuencia de la sumatoria de la crisis económica, la crisis de seguridad, la escandalosa corrupción e incapacidad gubernamental, la impunidad atroz, la violencia en aumento y la corrupción, complicidad e hipocresía deviene desde ciertos sectores de Estados Unidos y empresariales.

Los testimonios recabados durante la jornada son solamente “botón de muestra” de lo que ahí se sucede: “Lo que vivimos en Juárez es más que miedo… vivimos con terror”, me dijo con lágrimas en los ojos la señora Eva Pérez el pasado domingo 30 de enero. Doña Eva es una dentista con más de 30 años de experiencia que optó por cerrar su consultorio para no pagar las cuotas que le pedían los “malandros” (como les dicen a los delincuentes en Juárez). “Nos han robado varios autos (de la Comision Federal de Electricidad), para el trasiego de droga y varios de los verificadores han sufrido golpes y hasta torturas porque al llegar a tomar el registro del consumo de electricidad los malandros creen que se trata de halcones de los adversarios”. “Hace un año mataron a mi hijo (en Villas de Salvárcar) y todavía ni la autopsia me han dado”.

Adicionalmente, diversas fuentes sostienen que en esa ciudad fronteriza hay entre 80 mil y 100 mil viviendas vacías y que entre 200 mil y 250 mil personas han trasladado su domicilio a El Paso, Texas. Se pude constatar que el otrora activo, dinámico y bullicioso centro de Juárez hoy parece algo como un pueblo fantasma. Cientos de negocios, grandes y pequeños, han cerrado: restaurantes, bares, plazas comerciales, consultorios, tiendas de abarrotes, farmacias, hasta tortillerías y puestos de comercio informal.

Es por todo lo anterior que resultan tan significativas las acciones realizadas por organizaciones civiles, sociales, académicas, parroquias y personas en lo individual el fin de semana pasado.

En el Monumento a Juárez se llevaron a cabo un ayuno y diversas actividades sobre no-violencia y derechos humanos, participaron cerca de mil personas a lo largo de casi dos días. Paralelamente, se efectuó un evento binacional para exigir justicia a los gobiernos de ambos lados de la frontera, más de 50 organizaciones y 400 personas se dieron cita en la reja que separa Anapra (Ciudad Juárez), de Sunland Valley (El Paso), los organizadores no recuerdan un evento civil de esta dimensión en ese punto de encuentro; fue contundente la demanda de ciudadanos de Estados Unidos para detener el criminal comercio de armas que a tanta gente está matando en México. Llegaron más de 2 mil cartas de México y el mundo. Se activaron las redes de solidaridad para promover el envío de mensajes de acción de emergencia al gobierno mexicano (se informó de redes de más de 16 mil correos electrónicos).

Estas significativas y valientes acciones mandan un mensaje de otro tipo de laboratorio, el de la esperanza, resistencia y no resignación. Dicho por los propios actores: “Es el reflejo de una manera provechosa de trabajar con el conflicto”; “Hubo una acción muy valiosa, demostramos que no es una locura estar en el centro… que podemos recuperar las plazas públicas, que podemos articular acciones nacionales e internacionales”; “Los resultados son buenos, a partir de nuestras diferencias ubicar nuestras coincidencias. La capacidad de cruzar la ciudad con diferentes acciones”; “Estos resultados son particularmente esperanzadores…

Esto de reencontrarnos en la calle a partir de una situación de riesgo generó tres logros principales:

1) Vincularnos en una dinámica internacional, nacional y local;

2) Generó cohesión interna en temas y cosas vitales para la gente de Juárez (justicia) y;

3) Puso un ejemplo de cómo cambiar el paradigma de violencia, con especial referencia a los medios de comunicación”.

Si bien Ciudad Juárez tiene una realidad alarmante, también tiene una sociedad civil admirable que con el ejemplo y poniendo el cuerpo (literalmente) coadyuva a que las cosas en México sean diferentes, con justicia y paz. Que más allá del miedo y el dolor con el que se vive, toca actuar, exigir y movilizarse. También de lo malo se aprende. Gracias Juaritos.
Defensor de los derechos humanos

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