Manifestantes en El Cairo. Crédito: Mohammed Omer/IPS | |
Fue la mayor manifestación contra el gobierno en la historia moderna de Egipto, y abarcó a todo el espectro de la sociedad. Hombres y mujeres, niños y niñas, se volcaron a la plaza central desde la mañana hasta bastante después del toque de queda impuesto por el gobierno a las 15 horas (13 GMT).
Fue el octavo día consecutivo de protestas reclamando la renuncia del presidente Hosni Mubarak, en el poder desde hace 30 años. A comienzos de esta semana, el gobernante de 83 años designó a un vicepresidente y cambió su gabinete para aplacar la creciente ira popular.
"Usted puede cambiar el gabinete cuanto quiera, Mubarak. Pero nosotros no pararemos hasta que usted se vaya", dijo el carpintero Ahmed Refaat.
Refaat se quejó del alto desempleo, del aumento del costo de vida y de la corrupción endémica. Como la mayoría de los manifestantes, acusó a Mubarak y a sus partidarios de acumular riquezas a expensas del pueblo egipcio.
"Egipto recuperará su orgullo cuando Mubarak se haya ido", dijo Refaat.
El lugar elegido para la manifestación de este martes no pudo haber sido más adecuado. Midan Tahrir, o Plaza de la Liberación, es el epicentro de El Cairo, y se ubica a la sombra del emblemático edificio Mogamma, centro neurálgico de la burocracia estatal. También fue allí donde empezaron las manifestaciones del "Día de la ira", el 25 de enero, que terminaron en sangrientos enfrentamientos entre policía y opositores al régimen.
La fuerza policial antidisturbios estuvo notoriamente ausente de la manifestación contra el gobierno. Mubarak cumplió sus promesas de mantener a la policía fuera de la Plaza Tahrir y de hacer que los soldados apostados en los accesos a ese lugar no interfirieran con las manifestaciones.
"Mubarak retiró a toda la policía de Egipto durante 48 horas y condujo al país a la anarquía", dijo Fatma Ibrahim, quien trabaja como asistente en un comercio.
"Ahora no puede enviar a la policía a golpear a los manifestantes. Necesitamos que esa policía atrape a todos los delincuentes y asesinos que él dejó salir de la prisión para crear problemas", opinó.
La promesa sin precedentes de seguridad para los manifestantes generó una atmósfera festiva que atrajo a jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, de toda filiación política. Liberales, nasseristas, marxistas e islamistas se congregaron codo a codo. La gente hablaba con inusual franqueza.
"Tengo 52 años y nunca vi elecciones reales en mi vida", dijo el maestro Mohammad Hassan.
"Queremos que Mubarak se vaya, y queremos elecciones libres y limpias. En este país tenemos médicos e ingenieros que trabajan como choferes de fábricas, y la mayoría de mis graduados todavía viven (con sus padres) luego de 10 años. Mubarak y su familia le han robado todo a Egipto, incluso la dignidad", agregó.
La manifestación de este martes coincidió con una huelga general nacional. Los comercios cerraron y los empleados de las fábricas dijeron que no volverían a trabajar hasta que Mubarak renunciara. Todos los servicios de trenes fueron cancelados, y miles de pasajeros están varados en el aeropuerto de El Cairo.
La huelga se suma a la creciente crisis económica que vive el país. Todos los bancos están cerrados y el mercado de valores hizo lo mismo tras caer 16 por ciento en dos días, antes de que los funcionarios interrumpieran las actividades la semana pasada.
La mayoría de los supermercados han sido saqueados o se están quedando sin existencias.
"Sufriremos hasta que Mubarak se vaya, pero queremos que nuestra sangre signifique algo", dijo Refaat.
Según organizaciones de derechos humanos, más de 100 egipcios fallecieron en manifestaciones desde el 25 de enero. También advirtieron que el número real puede ser mucho más alto, dado que el apagón parcial de las comunicaciones impuesto por el gobierno ha limitado la recolección de datos.
No ha surgido ningún líder claro del levantamiento popular egipcio, inspirado en hechos similares ocurridos en Túnez, donde el 14 de enero fue derrocado el dictador Zine el Abidine Ben Ali.
Los manifestantes egipcios están unidos por su convicción de que Mubarak debe renunciar, pero no se ponen de acuerdo en cuán rápidamente ni en quién debería tomar las riendas del país hasta que puedan realizarse elecciones.
"Es muy importante que los manifestantes elijan quién hablará por ellos. Deben tener una sola voz que articule los reclamos ante el régimen de Mubarak y que fije una agenda para una transición política", dijo el analista político Amr Hashem Rabie.
Una marcha que se planeaba realizar hacia el palacio presidencial de Heliopolis, a siete kilómetros de la Plaza Tahrir, nunca se concretó. Algunos opositores dijeron que la harán el próximo viernes, si es que para entonces Mubarak sigue en el poder.
"En este preciso momento él está en su palacio mirándonos por televisión", dijo un manifestante. "Llevaremos nuestras protestas a su puerta", añadió.
(FIN/2011)
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