Parecería que, como
decía Vico, la historia se desenrolla como espiral y pasa varias veces,
más alto o más bajo, sobre el mismo punto. Ahora, a 50 años de la Unión
Popular chilena, la mayoría de las clases dominantes intenta oponer al
Poder Ejecutivo el Poder Judicial, dado que el Legislativo se les escapó
de las manos y también en los Estados gobernados por PRI o PAN rechazan
la Guardia Nacional y, sobre todo, el nombramiento de coordinadores
federales porque ambas cosas debilitarían sus lazos con los militares
locales y les controlarían los gastos.
Esa guerrilla institucional
defiende sus privilegios, sus enormes ingresos y, sobre todo, el poder
de facto que esas clases poseen y que desean seguir cubriendo con un
poder legal. No hay que subestimar este sabotaje que recién comienza y
que debe ser aplastado antes de que sea peligroso pues quieren anular
por la fuerza la victoria electoral popular.
Es necesario
defender al gobierno legítimo y cada medida justa y favorable a la
mayoría y al ambiente encarando una reestructuración a fondo de las
instituciones que fueron construidas para defender la explotación y los
privilegios y apoyar las decisiones legales con una movilización popular
que imponga la elección de los jueces y el juicio por jurados populares
seleccionados, como en Estados Unidos.
La objeción de que el
nivel cultural es muy bajo y que este sistema desataría ajustes de
cuenta y excesos del México bronco subestima a los ciudadanos comunes y
la existencia de leyes e ignora que con un bajo nivel de conocimientos
formales se puede decidir lo justo (hay muchos Sanchos en potencia
capaces de ser buenos gobernadores) y que, por otra parte, la cultura de
los estadounidenses medios es deplorable pero cuentan con letrados para
asesorarles.
En México se está reconstruyendo hoy un bloque
social antioligárquico y potencialmente anticapitalista entre las clases
medias pobres urbanas y rurales y los trabajadores de todo tipo que se
expresó durante el gobierno del general Cárdenas. República. Pero,
aunque ese bloque pueda tener expresiones electorales coyunturales- como
el triunfo de MORENA- no es ni puede ser meramente electoral.
Los
triunfos en las urnas son sólo el subproducto de las luchas, de las
movilizaciones y de la participación de los ciudadanos. Las clases y los
movimientos populares elevan su conciencia y adquieren seguridad
combatiendo. En la acción masiva se forma, politiza y organiza una masa
obrera que acepta todavía hoy el consumismo y las normas y valores
capitalistas y ve al mundo como una mera oposición entre ricos y pobres y
no entre explotadores y explotados.
Esa clase que adquiere
conciencia de serlo rompe así con la ilusión de la unidad nacional, del
“somos todos mexicanos” que la somete a sus explotadores y la divide de
sus hermanos de otros países y pasa así a tener conciencia de que
“ellos” se oponen a “nosotros” y con ese salto ideológico libera sus
fuerzas para organizarse y enfrentar a sus enemigos, que están unidos
por el funcionamiento del sistema capitalista que sigue controlando el
aparato estatal.
Los Chalecos Amarillos
franceses se desarrollaron en el terreno abonado por la rabia popular
nacida de las mentiras, las desilusiones, la explotación creciente y, en
24 días en que pusieron a sus explotadores de rodillas y paralizaron el
país, obligaron al gobierno de los multimillonarios a ceder. Son un
ejemplo de que la acción autónoma unida a la autogestión local puede
reconstruir la organización de la vida cotidiana desde abajo creando
confianza, conciencia y poder popular.
Para dar base firme al
triunfo electoral hay que asentarlo en la acción popular. Si, por
ejemplo, una empresa cierra por razones políticas o porque da menos
ganancia al patrón hay que ocuparla y hacerla producir directamente en
forma cooperativa porque el derecho al trabajo y a la vida está por
encima del derecho de propiedad y, si los acaparadores escondiesen
bienes para producir escasez y sabotear, es indispensable distribuir sin
indemnización lo escondido. Allí donde haya gente viviendo en pocilgas o
en la calle, es necesario ocupar las casas vacías y ubicarla en ellas y
si los trabajadores inmigrantes son rechazados, hay que ayudarles y
darles abrigo. No hay que esperar del Estado capitalista que sigue
condicionando los márgenes de acción de los gobiernos populares.
De
asambleas de comunidad, colonia o lugar de trabajo, deben surgir
comités revocables por sus mandantes que prevendrán los delitos,
reducirán la violencia familiar y los feminicidios, la corrupción y los
abusos y harán cumplir las leyes.
Al mismo tiempo es posible
establecer en cada localidad con qué se cuenta para un desarrollo
ambiental durable y cuáles son las necesidades y prioridades para
reorganizar el territorio, defender los recursos naturales y dar trabajo
para todos. La soberanía nacional reside en el pueblo, que debe crear
desde abajo, libremente, un nuevo Estado basado en comunas autónomas
federadas. El poder popular evitará la repetición de la experiencia
chilena.Q
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