9/24/2010

No hay prosperidad en AL, sin vida digna para todas y todos: Ulloa


Ausencia de Estados y debilidad de instituciones, acusa CATWLAC

Por Elizabeth Muñoz Vásquez, enviada

Puebla, Pue 23 sep 10 (CIMAC).- Aún no se puede hablar de prosperidad humana en América Latina, si no se garantiza el respeto a los derechos humanos, la gobernabilidad, la democracia y condiciones de vida digna para todas y todos, afirmó aquí Teresa Ulloa Ziaurriz, directora Regional contra el Tráfico de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe Asociación Civil (CATWLAC).

En su tercera conferencia impartida en el II Congreso Latinoamericano sobre Trata y Tráfico de Personas: Migración, Género y Derechos Humanos, sostuvo que la creciente violencia e inseguridad que se vive en las ciudades más grandes de Latinoamérica, debe ser prioridad en la agenda de los gobiernos y de la ciudadanía.

Con el tema “Seguridad Multidimensional en América y Trata de Mujeres y Niñas”, afirmó que si las autoridades apostaran por ciudades más democráticas y seguras, significaría la erradicación de la violencia contra las mujeres que representan más de la mitad de la población del continente, su empoderamiento y la promoción de sus derechos como ciudadanas, apuntó.

Refirió que mientras en la Declaración sobre Seguridad en las Américas se estableció que “La paz es un valor y un principio en sí mismo y se basa en la democracia, la justicia, el respeto a los derechos humanos, la solidaridad, la seguridad y el respeto al derecho internacional“.

Ahora, dijo, existe una gran variedad de amenazas como el trafico de drogas, la trata de personas, la industria global del sexo, la corrupción institucional, el lavado de dinero y el crimen organizado.

Es lamentable, que aunado a lo anterior, en los países de América Latina, se sumen fenómenos como el feminicidio, la pobreza, la feminización de ésta, las enfermedades, la degradación al medio ambiente, la crisis alimentaria, la infiltración del narcotráfico en los gobiernos, la crisis financiera y la recesión económica que no se acaban de ir, y están contribuyendo al deterioro de la seguridad humana.

Subrayó que la violencia multidimensional que se vive en Latinoamérica, inhibe el desarrollo humano, y lamentó que ante la problemática haya ausencia del Estado y debilidad en sus instituciones que lo único que ha provocado es la presencia de paramilitares, guerrillas, narcos y sicarios que “buscan imponer un orden por medio de la violencia, al margen de la ley “.

Los impactos de la violencia son graves, para la sociedad, el gobierno y sus instituciones, pues las mujeres y los hombres ahora vivimos con temor y desconfianza, la democracia cada vez esta más lejana, no hay inversiones privadas que ayuden a generar empleo, el gasto en seguridad es mayor y sin resultados y las políticas públicas carecen de efectividad, remarcó.

Consideró que en el caso de las mujeres, la inseguridad desafortunadamente inicia en sus hogares y no se ha podido avanzar en la erradicación de la violencia hacia ellas, a pesar de que los gobiernos de la región han firmado instrumentos internacionales como la “Convención de Belem Do Para” de julio de 1994.

A ello, se añade la violencia social e institucional que viven , debido a la ausencia de políticas publicas que no han permitido el reconocimiento a los pueblos indígenas, no se les protege de la prostitución y de otras formas de explotación sexual, no hay incorporación de mujeres jóvenes al sector productivo y tampoco se les ha garantizado calidad de vida a las mujeres de la tercera edad.

Teresa Ulloa, propuso a los gobiernos latinoamericanos que deben generar mecanismos de colaboración, comparar experiencias de intervención y “darle cabal cumplimiento al principio de la debida diligencia y la garantía de no repetición, pues todas las políticas publicas que diseñen para la prevención, protección asistencia, y persecución tienen que ser género sensitivas y con enfoque de derechos humanos de las víctimas”.

Reiteró que no se puede hablar de desarrollo sustentable, ni de desarrollo humano si no hay seguridad multidimensional que se traduce en garantizar la vida, la libertad, la dignidad, la integridad y la seguridad de todas y todos los habitantes de América Latina, a quienes no les han llegado los beneficios del desarrollo.

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