1/30/2014

México: Desarticulación social




Gerardo Fernández Casanova
(especial para ARGENPRESS.info)

La Pax Priísta a que me he referido en los dos últimos artículos, en una primera instancia, permitió el crecimiento del país y el alcance de algunos de los postulados de la Revolución Mexicana pero, poco a poco, fue perdiendo su carácter impulsor del desarrollo con justicia social para convertirse en el mero grillete que impidió el avance democrático. El sistema se manejó de manera de cuidar de no afectar con medidas drásticas al conjunto social, sino dosificándolas en el tiempo y en el espacio, de suerte que el descontento se diluyese en movimientos y protestas aislados. Operó el caso de la rana y el agua caliente: si se sumerge una rana en un recipiente con agua caliente, de inmediato salta; pero si se le sumerge en una de agua tibia y se va calentando poco a poco, la rana se adormece hasta que muere ahogada.

Los panistas no supieron administrar la fórmula. Fox dilapidó el capital político de su triunfo electoral que sacó al PRI de Los Pinos, se enfrascó en absurdas batallas y siempre perdió, particularmente cuando pretendió sacar de la competencia electoral a López Obrador; el pueblo reaccionó en defensa del entonces Jefe de Gobierno del DF y Fox tuvo que recular. AMLO fue candidato y, no obstante la campaña en su contra emprendida por la oligarquía y los medios de comunicación a su servicio, ganó la elección; nuevamente tuvieron que trucarla para imponer al nefasto Felipe Calderón. Una parte del pueblo movilizado y consciente protestó y exigió el aseo del proceso electoral; pronto prevaleció la vieja paz. Además, por si las dudas, el régimen espurio se inventó una guerra contra el narcotráfico, sacó al ejército de los cuarteles y amedrentó a una sociedad de por sí temerosa. La violencia se generalizó y acabó de destruir el tejido social.

Vencido a la mala, Andrés Manuel se aplicó a la organización del pueblo con miras a la elección del 2012; recorrió el país municipio por municipio y barrio por barrio. Todo el aparato oficial se volcó a minarlo, manipulando los programas sociales; haciendo el vacío informativo a sus actividades y alimentando calumnias escandalosas para tratar de desprestigiarlo. En este marco, con el PAN derrotado de antemano, el PRI volvió por sus fueros, corrompiendo a más no poder a la sociedad mediante la descomunal compra de votos, rebasando por mucho los topes de gasto autorizado, para colocar al candidato elegido por Televisa y la oligarquía en el poder. La protesta quedó ahogada en la maraña de triquiñuelas orquestada con el aval del IFE y del Tribunal Electoral: se comprobaron los delitos pero no pasó nada; el pueblo siguió apechugando.

Toda esta relación histórica muestra la manera en que la derecha, vestida de PAN o de PRI (que son lo mismo) ha sometido por adormecimiento a la sociedad mexicana. Con la mano en la cintura, sin importar el calibre pesado de las protestas, se imponen las tan anheladas “reformas estructurales” en educación, laboral, fiscal y energética, contrarias al interés nacional y favorecedoras de los negocios del gran capital internacional. Basta una carretonada de spots de propaganda para engañar al pueblo y hacer de él lo que les venga en gana, pero han abusado y se les está haciendo bolas el engrudo: han permitido que confluyan las medidas drásticas en momentos de desaceleración de la economía. El descontento puede estallarles en las manos.

Lo que sucede en los estados del sur es sintomático. En Michoacán y Guerrero la violencia y la inseguridad llegaron a niveles insoportables para sus habitantes, los que han tenido que organizarse para sustituir a los gobiernos incapaces de protegerlos y que, incluso, han sido protagonistas de las actividades delicuenciales que debieran combatir. Por donde se le vea, se trata de una real insurrección contra el régimen.

Otras sociedades latinoamericanas tuvieron en suerte gobiernos menos duchos en materia de manipulación, los que quisieron meter a la rana en el agua caliente: los pueblos saltaron y se movilizaron para salvarse; esas naciones cuentan ahora con gobiernos comprometidos con las causas populares. Son las naciones que, siguiendo los liderazgos de Fidel Castro y Hugo Chávez, se han dado a la tarea de crear un área de integración emancipada del control yanqui. Hoy se reúne la asamblea de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en La Habana, en su seno se debate entre las posturas de quienes se mantienen con el dogal imperial al cuello (México como mejor ejemplo) y las de quienes han optado por la emancipación. Raúl Castro, el anfitrión, postula la recuperación de los recursos naturales para beneficio de las nacionales: Peña Nieto se pregunta ¿what?.



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