7/20/2016

Endebles respuestas de Enrique Peña Nieto



Ana María Aragonés
La Jornada 
Enrique Peña Nieto fue entrevistado por Fareed Zacaria, conductor del programa GPS de la cadena CNN, en el contexto de la reciente Cumbre de Líderes de Norteamérica en Ottawa, Canadá y, más allá de la falta de oficio para responder en forma fluida y clara a las preguntas del conductor, lo más preocupante es lo alejado que se encuentra Peña Nieto de la realidad del país. Por ejemplo, decir que de ninguna manera México pagará para construir un muro fronterizo en respuesta a los exabruptos de Donald Trump, es un argumento por demás simple y sin ninguna sustancia para responder a tamaño sinsentido.

Hubiera sido importante recordar que Estados Unidos ha estado construyendo un muro para controlar supuestamente la entrada de indocumentados desde 2006, y a la fecha se han completado mil 50 kilómetros de los 3 mil 200; un mosaico de acero y concreto al que se suman cámaras infrarrojas, sensores, aviones, dirigibles y otros mecanismos (Carlos Lazo ), a pesar de lo cual la migración indocumentada no se ha detenido.

Por otro lado, podía haber retomado datos del documental estadunidense, dirigido y narrado por Rory Kennedy, en el que se refiere que Washington ha gastado unos 3 mil millones de dólares en el proyecto, pero no ha logrado frenar la migración indocumentada, pues, de acuerdo con los datos del Centro Hispánico Pew, entre 2007 y 2009 ingresaron unos 300 mil indocumentados cada año, a pesar de la profunda crisis por la que estaba transitando la nación vecina.

Por lo tanto, claramente el muro no funcionó. Se señala además que es probable que los futuros gobiernos deban gastar unos 6 mil 500 millones de dólares para darle mantenimiento en los próximos 20 años, aparte de que terminar el muro resulta casi imposible financieramente, en la medida en que se trata de terrenos de pantanos y desiertos. La realidad es que la migración tiene otros determinantes que un muro no detiene.

Y aquí está la otra vertiente que Peña Nieto dejó pasar. No sólo por ponerse a la defensiva en el tema migratorio, negando enfáticamente que el país sea expulsor de migrantes, sino que mostró una total ignorancia al suponer que el fenómeno de los trabajadores indocumentados es consecuencia del tráfico de personas, para lo cual señala que los gobiernos están trabajando juntos y tienen una estrecha coordinación. ¡Increíble! ¿Dónde están sus asesores?

Lamentablemente hay que aceptar que México expulsa trabajadores por falta de opciones dignas de vida, pero el fenómeno migratorio se concreta cuando hay un polo de atracción, que en este caso ha sido precisamente Estados Unidos, país que con sus empresas y corporaciones se ha beneficiado de estos flujos, sobre todo a partir de 1994 con la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1994.

Destacaría la industria agroalimentaria exportadora, por la que Estados Unidos fue considerado por algún tiempo hegemónico en este rubro; la industria de la construcción, las industrias de la carne y del pollo, los servicios; todos incorporaron una gran cantidad de migrantes indocumentados, gracias a los cuales sus productos fueron más competitivos, pues los bajos salarios devengados se convirtieron en una forma de subsidio.

El TLCAN supuso la devastación del campo mexicano, y con ello la pérdida de autosuficiencia alimentaria. Cuando el 25 por ciento de los alimentos provienen del exterior se produce vulnerabilidad alimentaria, y en el caso de México se importa 60 por ciento de los alimentos (Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO). Los tres millones de campesinos desplazados de la producción de alimentos (Sinembargo.mx), se vieron forzados a irse a Estados Unidos, pues la producción agroalimentaria se trasladó a ese país.

Por otro lado, habría que añadir que debido al TLCAN México, para colmo, afianzó su posición como nación maquiladora, pues las fanfarrias sobre la exportación de coches no responden a una política industrial propia, sino a los complejos ensambladores que no suponen desarrollo, sino muestran que los trabajadores mexicanos, si bien están a la altura en calificación, lamentablemente no en los salarios percibidos, pues por eso se encuentran ahí estas plantas.

Pero Enrique Peña nunca reconocerá que la política económica del país está ligada a los intereses de Estados Unidos, pero alejada de las necesidades del pueblo mexicano, y explica, en parte, la expulsión de sus trabajadores, que al final ha beneficiado a Estados Unidos. Revertir esta situación supone cambiar las relaciones de subordinación con el país del norte, proyecto que de ninguna manera está en los planes de este gobierno.

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