9/07/2013

Documento final del 9º Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres


logo%20marcha.jpgDel 25 al 31 de agosto, 1.600 mujeres de 48 países estuvieron reunidas e São Paulo, Brasil para debatir sobre la trayectoria y las estrategias del feminismo frente a la ofensiva conservadora, durante el 9º Encontro Internacional de la Marcha Mundial de la Mujeres. Realizado por  primera vez en Brasil, el evento cerró con el  mandato brasileño del Secretariado Internacional de MMM  y la elección  de la próxima gestión que ahora será  la MMM de Mozambique. Las militantes también comenzaron a organizar la  4ª Acción  Internacional de la  Marcha Mundial de las  Mujeres, que  se realizará en 2015. Las acciones internacionales de la Marcha  son realizadas cada 5 años.

Después de una semana  de intensas actividades y discusiones políticas, la Marcha Mundial de las  Mujeres produció un documento final que pretende sintetizar el contenido de los debates  y sus principales éxitos de actuación, que recibió el  título del tema del Encontro: Feminismo em Marcha para cambiar el  Mundo. Lea a continuación.

Feminismo en Marcha para Cambiar el Mundo

Nosotras, mujeres brasileras presentes en el 9º Encuentro Internacional de la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), realizado en São Paulo, entre los días 25 y 31 de agosto de 2013, reafirmamos la resistencia, el enfrentamiento y la construcción de alternativas al modelo patriarcal, capitalista, racista, lesbofóbico e colonial.

La MMM construye desde el cotidiano, y a partir de la realidad de las mujeres, una acción local conectada a la articulación mundial en que la solidaridad es un eje estructurante. Esta experiencia se consolidó como una fuerza mundial, actualizando el feminismo como un proyecto para garantizar la igualdad entre todas las mujeres, en los marcos de la construcción de una sociedade de mujeres y hombres libres e iguales, sin discriminación de raza/etnia y con el libre ejercicio de su sexualidad. Reconocemos que es fundamental ennegrecer el feminismo y aprofundizar la reflexión entre patriarcado, colonialismo y opresión étnico racial, para rescatar nuestras ancestralidades y fortalecer la presencia de las mujeres indígenas entre nosotras. 
El capitalismo pasa por un importante proceso de reestructuración para mantener el orden actual de explotación y opresión, reforzado con la actual crisis mundial, evidenciando que vivimos en un modelo injusto e insustentable. Frente a todas las crisis, este sistema presenta falsas soluciones, que significam más mercado y más concentración de renta, impuestas por medio de un proceso violento de los Estados.

La expropriación de la naturaleza, los ataques a los derechos y la soberanía de los pueblos, el control sobre el cuerpo y la vida de las mujeres, el aumento de la militarización, la criminalización y la violencia son mecanismos que sustentan la acumulación por expoliación.

A una economía de mercado corresponde una sociedad de mercado, con destaque para la expansión de la mercantilización en todas las dimensiones de la vida humana. Eso se da especialmente con la explotación del cuerpo de las mujeres, desde la industria de la belleza, hasta el tráfico y la prostitución. Nuestro cuerpo es constantemente controlado y regulado, a partir de patrones morales de sexualidad –heteronormativa, fálica, lesbofóbica y enfocada en el placer masculino– y en la maternidad.

Reafirmamos que la prostitución es estructurante del sistema capitalista y patriarcal. Nuestra visión no es ni liberal, ni moralista, pero reconoce el derecho de las mujeres a vivir su sexualidad libremente. Repudiamos la cooptación del discurso feminista “mi cuerpo me pertenece” para “mi cuerpo es mi negocio”. Por eso, estamos contra el proyecto del Dep. Jean Wylis, que, en lugar de contribuir para la mejora de las condiciones de vida de las prostitutas, legaliza la sexualidade como un servicio mercantil, refuerza el proxenetismo y profundiza la explotación de las mujeres. Denunciamos la imposición de la maternidad como destino obligatorio de las mujeres y reafirmamos la autonomia de decisión sobre nuestros cuerpos y el derecho al aborto legal, seguro y público. Reafirmamos nuestra visión de que la sexualidad es construída socialmente, y defendemos la lesbiandad como fundamental para el libre ejercício de la sexualidad sin coerción, sin estereotipos y sin relaciones de poder.

La violencia patriarcal está presente en el cotidiano de la vida de todas las mujeres. Ella es, muchas veces, naturalizada y legitimada, y se fortalece también con las desigualdades de clase y raza, revelando el no reconocimento de las mujeres como sujetos autónomos. Los datos deberian asustar, principalmente mediante el hecho de que aún hay mucho para ser denunciado, como los estupros colectivos y correctivos, el abuso sexual contra niñas y niños y la impunidad en relación a un gran número de asesinatos de mujeres.
Exigimos la condena de los violadores integrantes de la Banda New Hit, que bárbaramente violaran dos adolescentes en Bahia, y dos violadores asesinos de Queimadas, en Paraíba. Exigimos la aplicación plena de la Ley Maria da Penha. 

En todos los casos, denunciamos la culpabilización de las mujeres por la violencia sufrida.
En este contexto, se intensifica la mercantilización de los bienes comunes y el avance y control de los territorios para el agronegocio. El avance sobre los territorios indígenas y quilombos provoca muerte y destrucción. El pueblo Guarani-Kaiowá en Mato Grosso do Sul ha sido víctima de homicidios en número mayor a países en guerra. En las áreas urbanas hay un aumento de la especulación inmobiliaria, incentivada por grandes obras encomendadas por los megaeventos. Las corporaciones mineradoras amplian las áreas de explotación, generando degradación de la naturaleza y retirando las formas de sustento de las mujeres. Eso está diretamente relacionado con el refuerzo de la militarización y de la exploración del cuerpo y trabajo de las mujeres.

Exigimos que los recursos públicos, en particular del BANDES, no sean destinados a las grandes empresas para el financiamento del agronegocio, de los megaeventos y del capitalismo verde. Denunciamos la imposición de los agrotóxicos y de las semillas transgênicas, generando dependencia de las agricultoras y agricultores. Somos protagonistas de la resistencia y de la defensa de nuestros territorios, por ejemplo de las mujeres de Apodi, en lucha contra el agro e hidronegocio, y de la afirmación de la agroecología como medio de producción de alimentos saludables, fundamentales para la garantía de la soberanía alimentaria.

En este modelo, el tiempo y el trabajo de las mujeres son utilizados como un factor de ajuste. La economía de mercado se sustenta a partir de nuestro trabajo no remunerado y de la desigualdad que vivenciamos en el trabajo remunerado. Presenciamos un aumento del conservadurismo, con la valorización del papel de las mujeres en la família para justificar su sobrecarga de trabajo.

Construir una economía feminista y solidaria significa alterar los patrones de (re) producción, distribución y consumo, además de reconocer y valorizar el trabajo doméstico y de cuidados como fundamental para la sustentabilidad de la vida humana.

El Estado capitalista y patriarcal, organizado a partir de una lógica androcéntrica que refuerza la división sexual del trabajo y las formas de control sobre el cuerpo y la sexualidad de las mujeres. El modelo de desarrollo hegemónico funciona al servicio de las grandes empresas, expropiando los derechos de los trabajadores y las trabajadoras, violentando a las mujeres y teniendo en la militarización uno de sus pilares de sustentación.

Luchamos para alterar esa lógica, lo que sólo será posible si hay voluntad política e incorporación de una perspectiva feminista, que hoy es traducida por la agenda de despatriarcalización del Estado. Es preciso garantizar políticas emancipatorias construidas con base en la soberanía y en la participación popular.
Somos solidarias con compañeras de varias partes del mundo que tienen sus medios de vida afectados por las empresas extrativistas, por la Vale y por la expansión del agronegócio como el proyecto Pró-Savana, en Mozambique. Cuestionamos la presencia militar de Brasil en miniones militares en Haiti y en la República Democrática del Congo, así como la compra de armas y tecnología militar a Israel. La Organización Mundial del Comércio retoma negociaciones que refuerzan la as asimetría entre los países y la mercantilización de la vida. El Brasil, al contrario debe promover otra integración, basada en la redistribución, en la solidaridad y en la reciprocidad, en la que las mujeres del mundo ya estamos construyendo a través de nuestros movimientos.

Nuestras formas de ocupación de los espacios públicos y políticos expresan la irreverencia y la osadía colectiva de las mujeres. A partir de nuestros métodos, ritmos y voces, construimos una cultura feminista contra-hegemónica, que incorpora a la juventud en un proceso integrador de varias generaciones como parte de un proyecto común de transformación de nuestras vidas. 

Resistimos al monopolio de los medios de comunicación, la lógica de la propiedad intelectual y al control de los flujos de información que violan nuestra privacidad y privilegian corporaciones transnacionales, construyendo nuestras alternativas de producción de contenidos, lenguajes y medios de comunicación vinculados a las luchas emancipatorias y por soberanía popular.

Afirmamos que la auto-organización de las mujeres y nuestra estrategia de fortalecimiento como sujeto político que construye una fuerza mundial, en alianza con los movimientos sociales que comparten la lucha anti-capitalista, y por una sociedad basada en los valores de libertad, igualdad, justicia, paz y solidariedad.

Marcha Mundial de las Mujeres
São Paulo, 31 de agosto de 2013.
Fuente original: Marcha Mundial de las Mujeres (marchamulheres.wordpress.com)

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