3/24/2014

“Premonición”




Teodoro Rentería Arróyave
 (especial para ARGENPRESS.info)

Pertenecemos al grupo de los periodistas que siempre hemos sostenido las tesis del complot, del magnicidio de Estado y la participación de cuando menos dos tiradores en el asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato presidencial del Partido Revolucionario Institucional, PRI, en aquel fatídico 23 de marzo de 1994, en la colonia Lomas Taurinas, Tijuana, Baja California, atentado que no fue cubierto por ningún periodista, puesto que en forma muy hábil algunos coordinadores les dijeron que era un acto sin relevancia y los invitaron a la “fayuca” al vecino país fronterizo.

En este 20 aniversario del magnicidio que cambio para mal el destino del país y del cual aún no nos reponemos, se han hecho infinidad de recuerdos, se han actualizado algunas posiciones y desde luego el clamor de justicia se sigue estrellando ante una muralla que justifica que el “caso jurídicamente está cerrado”.

Algo que se olvida, y que publicamos en el Comentario a Tiempo del 5 de octubre de 1995, en la primera plana de Excélsior y en otros muchos medios que amables alojan nuestras entregas diarias, hoy lo queremos actualizar en vista de que la apuesta al olvido es uno de los recursos más viles en las luchas y en el reclamo de justicia.

En el lead del artículo de esa fecha, que fue dividido en tres partes, está la sustancia del análisis: “Hombre de perspicacia ante el peligro que se cernía, o por qué no decirlo, en la angustia de la premonición de un magnicidio que se intuía entre la telaraña de los intereses que, como nunca, se tejió en los tiempos de la sucesión presidencial, Ernesto Zedillo Ponce de León, cuatro días antes de que asesinaran cobardemente a Luis Donaldo Colosio, le advirtió del peligro a que estaba expuesto y le propuso establecer –ojo-, una clara y precisa “alianza política” con el entonces presidente de la República, Carlos Salinas de Gortari”.

A continuación hacíamos referencia a la misiva de fecha 19 de marzo de 1994, del entonces coordinador de la campaña del candidato presidencial, misma que en forma exclusiva fue publicada en la víspera por los diarios el Norte de Monterrey y Reforma de la Ciudad de México. Dicha carta, apuntamos puede dividirse en dos grandes y transcendentes partes: la primera dedicada al diagnóstico mismo de la difícil campaña electoral que enfrentaban y la segunda a las acciones eminentemente políticas, que según el coordinador, tendría que efectuar el político sonorense para remontar las dificultades que enfrentaban.

Estuvimos presentes en las primeras filas en el mitin del Aniversario del PRI, en el cual Luis Donaldo lanzó su histórica y emblemática frase: “Veo un México con hambre y sed de justicia”. Mismo en el que no hizo ni la mínima referencia al saliente Presidente de la República, como era tradicional en protocolos políticos del priísmo.

Algunos amigos, ya en tareas de campaña, me preguntaron mi opinión del acto de masas, mi respuesta fue sincera: el discurso fue estupendo, sin embargo algo está fallando, el candidato no prende.

Días después, fuimos invitados por el licenciado, Netzahualcóyotl de la Vega, secretario general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Radio y la Televisión, STIRT, al desayuno de apoyo al candidato Colosio en el Casino Español, al término del acto, nos convidaron a participar en una charla con el Candidato Presidencial; en breves palabras nos invito a subirnos a su campaña, le explicamos que por razones profesionales teníamos que viajar a La Vegas a la reunión de la National Association of Broadcasters, NAB, a lo cual nos propuso que regresando de su compromiso en Baja California, nos incorporamos. Aceptamos y para ello se hicieron los arreglos sobre horarios y vuelos que eran un poco complicados.

En Las Vegas, poco antes de una cena con los hijos y demás jóvenes de la Comisión Juvenil de la Cámara Nacional de la Radio y la Televisión, CIRT, c, nos enteramos del atentado y muerte del licenciado Colosio. Apresuramos el regreso a México, en el vuelo escribimos también para la columna: nuestra mas fuerte condena al magnicidio y la titulamos: “No a la amargura”, en la exigencia de justicia. Justicia, que aún no llega

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