Centroamericanas e indígenas sufren acoso y discriminación
Por: Daniela Mendoza Luna, corresponsal
Cimacnoticias | Monterrey.-
La
capital del estado de Nuevo León (NL), lugar de paso o de residencia
para población migrante interna o del extranjero, se caracteriza por su
hostilidad y violencia contra las mujeres en tránsito hacia Estados
Unidos o que buscan mejores condiciones de vida fuera de las
comunidades indígenas.
A decir de defensoras de Derechos Humanos (DH) e investigadoras, la
discriminación y el acoso contra las mujeres migrantes –ya sean
centroamericanas o indígenas– es “pan de cada día” en la ciudad de
Monterrey, lugar donde las autoridades no brindan apoyo alguno a los
albergues y carecen de políticas de atención a este grupo
poblacional.
Maricela Hernández, politóloga y colaboradora del albergue de migrantes
Casa Nicolás –que opera en esta capital– puso como ejemplo que la
delegación del Instituto Nacional de Migración (INM) en NL se enfoca
totalmente en tareas de control y no presta ningún tipo de apoyo social
a esta población vulnerable.
La defensora relató que este año realizó un sondeo entre siete mujeres
que vivieron en la Casa Nicolás y que dieron cuenta de los tipos de
violencia que padecieron durante su estancia en la ciudad norteña.
Según el estudio, María –una hondureña procedente de la ciudad de
Copán, de 25 años y madre de cuatro hijos– contó el intento de
violación del que fue víctima en una fábrica de Monterrey.
Y es que, destacó la defensora, el abuso sexual es una de las
principales formas de violencia que padecen las mujeres migrantes en su
camino hacia EU.
En otro testimonio, Maritza, hondureña de 28 años y procedente de San
Pedro Sula, dijo que conciente de los riesgos ante una eventual
agresión sexual durante el trayecto por la ruta migrante, ella siempre
lleva condones masculinos como medida de protección ante cualquier
infección de transmisión sexual.
LABOR SIN APOYOS
Durante 2012 Casa Nicolás recibió a 12 mujeres, en su mayoría
hondureñas. La proporción es de dos por cada 10 hombres, pero no existe
una estadística confiable sobre cuántas mujeres transitan por Monterrey
en su camino a EU.
“El albergue no trabaja en conjunto ni recibe apoyo de ninguna índole
por parte de autoridades de ningún orden de gobierno, pues al menos en
Nuevo León el denominador común es la ausencia de acciones a favor de
la promoción y protección de los DH de las personas migrantes y de sus
defensoras”, advirtió Maricela Hernández.
Monterrey es también el segundo destino nacional de migración interna,
encabezada por integrantes de comunidades indígenas procedentes en su
mayoría de las tres huastecas (potosina, tamaulipeca y veracruzana).
El último Censo de Población y Vivienda del Instituto Nacional de
Geografía y Estadística mostró que en NL viven 42 mil hablantes de
lenguas originarias, de los cuales un 52 por ciento son mujeres.
Séverine Durin, investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios
Superiores de Antropología Social (Ciesas) Noreste, señaló que 22.48
por ciento de las y los indígenas económicamente activos se dedican al
servicio doméstico y un 80 por ciento son mujeres.
De este grupo, un 12 por ciento vive en las casas donde trabajan,
residencias ubicadas en los municipios de San Pedro Garza García,
Monterrey y Guadalupe.
El primer problema al que se enfrentan es el desconocimiento de los
usos y costumbres, así como las necesidades de un hogar en la ciudad,
lo que se traduce en la primera confrontación y maltrato por parte de
sus jefes.
Estas situaciones perpetúan el estereotipo de que las mujeres,
especialmente las de origen indígena “no saben hacer nada”, por lo que
la primera parada de estas migrantes en el área metropolitana de
Monterrey es la discriminación.
El trabajo puertas adentro puede brindar la oportunidad de la seguridad
de una casa y alimentación, pero también se presta a la explotación
laboral, explicó Durin.
“Hay patrones que una vez que las jóvenes terminan sus labores en casa,
las llevan a los negocios o casas de sus hijas; o bien quedan en una
percepción salarial a la que después les descuentan una parte por
concepto de alimentos o habitación”, agregó.
En la calle, el abuso de autoridad es el principal conflicto, debido a
que las y los indígenas acostumbran ciertos nichos de reunión como la
Alameda Central Mariano Escobedo o la Macroplaza, donde sufren
agresiones por parte de policías, taxistas y prestadores de servicios.
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