Alicia Bárcena*
Las
mujeres de América Latina y el Caribe podemos mirar este año que
termina con satisfacción y esperanza gracias a los compromisos asumidos
por nuestros países en materia de igualdad de género.
En dos importantes reuniones convocadas por la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (Cepal), los gobiernos suscribieron los
Consensos de Montevideo y Santo Domingo, que contienen acuerdos
específicos orientados a dotar de mayor autonomía física, económica y
política a las mujeres.
Los países latinoamericanos y caribeños participaron en la primera
reunión de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de
América Latina y el Caribe y en la decimosegunda Conferencia Regional
sobre la Mujer de América Latina y el Caribe (realizadas en Uruguay y
República Dominicana, respectivamente), después de un largo y fecundo
proceso de instalación del tema de la igualdad en el centro del debate
regional.
Durante décadas, las mujeres de nuestra región han abogado desde los
movimientos sociales y los mecanismos institucionales por la acción
efectiva del Estado para evitar la discriminación en la sociedad. El
hecho de que la igualdad oriente hoy las agendas gubernamentales es un
triunfo del cual pueden, legítimamente, considerarse protagonistas.
La decimosegunda Conferencia Regional sobre la Mujer, que tuvo lugar
en octubre, abordó, principalmente, el lugar que las mujeres ocupan en
la economía digital, tema que se sitúa en el corazón de la reflexión
actual de la Cepal.
Creemos que América Latina y el Caribe deben llevar a cabo un
proceso de cambio estructural, una apuesta por diversificar su matriz
productiva, aplicando una combinación de políticas industriales,
económicas, sociales, ambientales y laborales. Desde nuestra
perspectiva, esto permitirá a la región crecer de forma sostenida, con
responsabilidad ambiental y mayor igualdad.
El cambio estructural que proponemos pasa en gran medida por la
generación de conocimiento y la incorporación de innovaciones en el
sistema productivo y en el conjunto de la sociedad, tarea en la que las
tecnologías de la información y las comunicaciones (TIC) juegan un
papel crucial.
Ponemos
este debate en la perspectiva de género, porque en la economía digital
las oportunidades no se distribuyen de forma equitativa ni entre los
países ni entre las personas. Apreciamos brechas de primera y segunda
generación, no sólo de acceso a computadoras e Internet, sino también
de habilidades y usos de estas tecnologías. Los datos muestran que las
mujeres se benefician de los avances de la sociedad digital, pero con
rezago respecto de los hombres. Tomando el promedio simple de 10
países, la tasa de uso de Internet de las mujeres es 8.5 por ciento
inferior a la de los hombres.
Una política pública sensible a esta realidad debe reconocer que la
desigualdad de género en la economía digital se da principalmente en el
mundo del trabajo (tanto remunerado como no remunerado), por lo que
urgen políticas que prevengan la segregación laboral, eviten las
brechas de ingresos y promuevan una justa división sexual del trabajo.
La lentitud con que se cierran las brechas en el mercado laboral da
cuenta de algunos persistentes obstáculos de acceso, entre ellos, que
las mujeres sigan siendo las principales responsables del trabajo no
remunerado y el cuidado en los hogares. Asimismo, en nuestra región una
mujer con 13 y más años de estudio gana 37 por ciento menos que un
hombre en la misma condición.
Para la Cepal igualdad es sinónimo de titularidad de derechos,
escenario donde el Estado juega un rol insustituible de cara al logro
de umbrales mínimos de bienestar sin restar impulso ni recursos al
dinamismo económico.
Los avances progresivos registrados en los consensos de las
conferencias regionales dan cuenta de una sistemática defensa de la
integralidad e indivisibilidad de los derechos, de la valorización del
Estado, incluso a contrapelo de las miradas dominantes en el pasado
reciente, y de la búsqueda de una nueva ecuación entre el Estado, la
sociedad, el mercado y la familia. Se trata de cambiar las relaciones
de poder para que las mujeres de América Latina y el Caribe puedan
gozar efectivamente de sus derechos.
* Secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal)
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