11/27/2013

La violencia hacia las mujeres y el VIH

OPINIÓN
   La Voz de la Coalición

Por: Eugenia López Uribe*
Cimacnoticias | México, DF.- 

A lo largo de los años, las feministas hemos hecho nuestra la lucha a favor de los derechos sexuales y reproductivos enmarcados en los grandes avances de las conferencias de los años 90 con un fuerte énfasis en la erradicación de la violencia de género, articulando nuestras demandas basándonos en la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer (CEDAW, por sus siglas en inglés).

CEDAW define jurídicamente el significado de discriminación contra la mujer y acota claramente las responsabilidades que tiene el Estado para atender las desigualdades que dicha discriminación ha creado en todos los niveles de la sociedad, incluyendo el ámbito de la salud.

Entre los compromisos que establece está la necesidad de que los gobiernos promuevan activamente políticas que permitan que las mujeres podamos tomar decisiones sobre nuestros cuerpos, nuestra sexualidad y el autocuidado de la salud.

Por otro lado, la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer, conocida como Belém do Pará, afirma que la violencia contra las mujeres constituye una violación de los Derechos Humanos (DH) y las libertades fundamentales.

A pesar del camino que hemos avanzado para conquistar nuestro derecho a la igualdad sustantiva entre mujeres y hombres, tales como las cuotas de género en la representación política y las leyes enfocadas en prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres; nosotras seguimos habitando espacios que reproducen sistemáticamente y en todos los niveles la discriminación hacia las mexicanas.

Dicha discriminación nos afecta en todos los espacios sociales y tiene un impacto significativo en nuestra calidad de vida y en nuestra salud. Citando a Eleanor Roosevelt:

“Los Derechos Humanos empiezan en lugares pequeños cercanos a nuestros hogares, tan cercanos y pequeños que no pueden ser vistos en ningún mapa. Sin embargo, son el mundo de las personas: Nuestros vecindarios, nuestras escuelas, las fábricas, granjas u oficinas en las que trabajamos.

“Esos son los lugares en donde cada hombre, mujer e infante busca equidad para la justicia, las oportunidades, y la dignidad sin discriminación. A menos que estos derechos signifiquen algo en esos lugares, no tienen sentido en ningún otro lugar. Sin una acción concertada desde la ciudadanía para acercarlos a nuestros hogares, buscaremos en vano por progreso en el mundo.”

Mientras que las mujeres no logremos la igualdad sustantiva en todos los espacios sociales y sigamos reproduciendo la idea de que nuestro valor depende de que tengamos una pareja masculina vamos a tener que seguir concediendo y sacrificando nuestros propios derechos, incluyendo los sexuales y los reproductivos.

Las ideas dominantes sobre el amor, el matrimonio y la “fidelidad” nos han puesto cada vez más en riesgo de relaciones sexuales violentas, embarazos no deseados e infecciones de transmisión sexual (ITS).

Se nos ha educado pensando que si “nos portamos bien”, es decir, tenemos solo una pareja sexual y le demostramos nuestro amor concediendo y obedeciendo, sin pedir que nos protejamos en las relaciones sexuales, estaremos protegidas de la violencia y las ITS.

Sin embargo, sabemos que en nuestro país la mayoría de las mujeres con VIH lo adquirieron en una relación estable de pareja. Son los aprendizajes relacionados con la sexualidad y los estereotipos de género lo que nos ponen en mayor vulnerabilidad de adquirir ITS.

Tenemos mucho camino por andar para vincular las políticas y estrategias de prevención y atención de la violencia con las que se busca responder a los embarazos no deseados y a las ITS, específicamente el VIH.

De la misma manera que nos falta articular en nuestros corazones y en nuestras agendas la importancia de reconocer las violaciones a los derechos de las mujeres con VIH, como violencia y discriminación contra las mujeres.

En la Declaración Política sobre VIH y Sida de 2011, documento internacional firmado por Naciones Unidas, aparece claramente vinculada la discriminación hacia las mujeres con su vulnerabilidad a adquirir el VIH.

Se establece la necesidad de eliminar las desigualdades de género, el abuso y la violencia de género, y la importancia de aumentar la capacidad de mujeres adultas y jóvenes para protegerse a sí mismas frente al VIH como un objetivo prioritario para la respuesta.

Quisiera resaltar la idea “protegerse a sí mismas” porque es efectivamente ese espacio disfrazado de amor en el que renunciamos a nuestro derecho a la salud, el que nos pone en peligro de adquirir el VIH.

Los principales mecanismos que nos ponen en vulnerabilidad de adquirir el VIH son:

a) El sexo forzado con una pareja que tiene el virus.
b) La inequidad que la violencia contra las mujeres genera para la negociación de las relaciones sexuales y de comportamientos protegidos.
c) El abuso sexual o físico de la niñez, mismo que ha sido asociado con comportamientos sexuales de alto riesgo, así como el uso de drogas y alcohol.

Existe mucha evidencia sobre la relación que existe entre la violencia física y sexual por parte de la pareja y la mayor probabilidad de vivir con VIH.

Asimismo, los hombres que reportan actos de violencia hacia su pareja femenina estable, tuvieron más comportamientos de riesgo para adquirir y transmitir el VIH, tales como sexo anal y vaginal no protegido, forzar a sus parejas a tener relaciones sexuales no deseadas y tener relaciones sexuales con múltiples parejas; comportamientos que se relacionan con las concepciones tradicionales de la masculinidad.

Por otro lado, existe información sobre la violencia que se ejerce en el ámbito familiar contra las mujeres con VIH por que son culpadas de ser las que llevaron el VIH a la casa, al ser las que muchas veces se enteran primero del diagnóstico por el control prenatal y su mayor interacción con los servicios de salud.

La violencia también se incrementa por la necesidad de la pareja masculina de que nadie se entere de que viven con el virus, incluyendo casos en los que les prohíben a las mujeres ir por el tratamiento para que no las vean en los servicios de VIH.

Con base en lo anterior, creemos que es fundamental que las instituciones gubernamentales:

1. Promuevan redes regionales para la prevención y atención de la violencia y el VIH, que incluyan a dependencias del sector judicial, educativo, social y de salud, así como el involucramiento de la sociedad civil en cumplimiento de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y la Norma Oficial Mexicana 046 Violencia familiar, sexual y contra las mujeres. Criterios para la prevención y atención.

2. Desarrollen e implementen campañas masivas y estrategias de prevención de la vulnerabilidad de las mujeres al VIH relacionada con la violencia.

3. Diseñen sistemas de referencia y contrarreferencia armonizados para los casos de violencia contra las mujeres identificados en los servicios de salud especializados en VIH, que contemplen asistencia legal y psicológica, albergues, generación y protección del empleo, y actividades productivas con base en información existente sobre la violencia contra las mujeres.

Este 23 de noviembre se celebró en nuestro país por primera vez el Día Nacional de la Prueba de VIH. Invitamos a todas las mujeres a que se acerquen a los servicios y la pidan. ¡Salgamos juntas a visibilizar que nosotras también somos clave en la respuesta al VIH y a la violencia contra las mujeres!

Este 25 de noviembre recordemos que la prevención de la violencia de género va de la mano con la prevención del VIH en las mujeres.   

*Directora de Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud A.C., México, www.redbalance.org.

**Balance Promoción para el Desarrollo y Juventud A.C., México,
es parte de la Coalición por la Salud de las Mujeres, una red de organizaciones civiles con trabajo en salud y derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
 

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