Carlos Bonfil
Club sándwich
es, de nueva cuenta, una hilarante incursión en el mundo de la
adolescencia. Todo en el tono minimalista y los bien calculados ritmos
narrativos de Fernando Eimbcke, el siempre joven realizador de Lake Tahoe y Temporada de patos.
El guión es ahora enteramente suyo, y tan certero en su combinación de
comedia y drama intimista como en esas historias anteriores escritas en
colaboración con Paula Markovitch.
La premisa es sencilla: Paloma (Renée María Prudencio), madre
soltera de 35 años, pasa en compañía de su hijo Héctor de 15 años
(Lucio Giménez Cacho) unas vacaciones en tarifa de temporada baja en un
hotel casi desierto a orillas de una playa. La comunicación entre ellos
es equilibrada, impecable (cómplice fraternidad virtual que genera
singulares gratificaciones afectivas), hasta que la aparición de Jazmín
(Danae Reynaud), una huésped de 16 años, interrumpe el idilio edípico,
cautivando el interés de Héctor, atizando su sexualidad incipiente y
provocando en Paloma primero un malestar incierto y luego la decisión
de defender a toda costa el territorio amenazado.
Nadie como Eimbcke para cautivar a su vez a los espectadores con
juegos y ocurrencias adolescentes en las que él, como Paloma, participa
con disposición y naturalidad insólitas.
De
los cineastas mexicanos es él quien mejor oído tiene para un lenguaje
adolescente de clase media y para registrar sus crisis de crecimiento,
sus dudas, sus manías y obsesiones. Esta vez, sin embargo, ha elegido
dar un novedoso giro narrativo y centrar su atención ya no tanto en las
inquietudes juveniles, sino en la crisis de madurez de Paloma, la
madre, y sus dificultades para emprender el vuelo hacia horizontes
distintos.
A tiempo amar y desatarse a tiempo, diría el poeta Renato Leduc con esa sabia virtud suya de conocer el tiempo.
Del propio Eimbcke se espera también, y con enorme confianza, un
paso nuevo en su exploración temática y una variación mayor de sus
notables recursos estilísticos.
Mientras tanto, ese talento suyo para capturar y plasmar los
malestares afectivos en tiempos y espacios aparentemente vacíos, y
volcar la melancolía de los años mozos en alborozo y pasmo ante la
novedad del mundo, sigue insuperado en el cine mexicano.
Se exhibe en la Cineteca Nacional, sala 1, a las 12 16:30 21 horas.
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