Si
alguna vez Enrique Peña Nieto dijo a periodistas que en su sexenio no
gobernaría “con el retrovisor” y se propuso no escarbar en los actos,
decisiones o en la posible corrupción del pasado sexenio, hoy en Los
Pinos se revalora esa decisión a la luz del ya abierto activismo del ex
presidente Felipe Calderón que incomoda e irrita, por decir lo menos,
en la casa presidencial.
Por qué más allá de que Calderón haya roto pactos y reglas no escritas, según las cuales un ex presidente no interfiere ni critica a su sucesor por un principio de sensatez y ética política, está claro a estas alturas que ni las declaraciones ni la influencia que mantiene con un grupo de senadores del PAN totalmente opuestos a las reformas del presidente Peña Nieto son actos casuales y que parece haber una clara intención política detrás de los mensajes que envía el calderonismo.
No fue casualidad que el ex mandatario saliera a declarar en un diario extranjero que el narcotráfico se ha apoderado de las instituciones mexicanas y que cuestionara la violencia que, dijo, sigue en el país durante el actual sexenio. Además de respaldar a su polémica hermana que ha acusado los vínculos entre familias del PRI –como la del gobernador Fausto Vallejo— y el narcotráfico, Calderón no hace sino reiterar el que fue en algún momento su discurso cuando, hacia el final de su administración, se perfilaba ya el regreso del priismo a Los Pinos: si el PRI vuelve al gobierno los criminales se apoderarán de las instituciones.
Con ese discurso Calderón trató, todavía en 2011, de alertar incluso a sus aliados de Estados Unidos sobre la gravedad de un regreso del PRI al poder. Ya entonces las encuestas señalaban a Enrique Peña Nieto como el favorito para ganar las elecciones de 2012 y, conforme ese escenario se fue acercando y Washington avaló un retorno priista al poder tras aquella visita del vicepresidente Joe Biden a México en marzo de aquel año, el entonces presidente modificó su discurso y dejó de atacar al priismo; incluso Calderón llegó a pactar una transición tranquila con Peña Nieto después de que éste ganó los comicios.
Esa fue la lógica bajo la cual el gobierno de Peña Nieto no tocó prácticamente a ningún panista de la administración de Calderón, a pesar de los desórdenes y las irregularidades que se encontraron en varias dependencias federales. Por un lado los acuerdos no escritos con el ex presidente y por el otro la viabilidad del Pacto por México, llevaron al gobierno priista a pasar por alto un sin fin de problemas, dispendios y malos manejos financieros encontrados en varias áreas de la administración federal. “No pienso gobernar con el retrovisor”, dijo el presidente a los periodistas a bordo del avión presidencial en las primeras semanas de su sexenio.
Pero los dichos recientes de Felipe Calderón al diario paraguayo ABC color parecen apuntar directo hacia su antiguo discurso de que con el PRI en Los Pinos el narcotráfico se apoderó de las instituciones. Eso representa un dardo directo a su sucesor y a su estrategia contra el crimen a la cual, de paso, el ex presidente descalifica al decir que la violencia estaba antes, durante y ha seguido después de su sexenio.
La pregunta es cómo responderán a eso en la casa presidencial ¿mantendrán los pactos de no agresión con el calderonismo cuando está clara cuál es la posición de Calderón y los calderonistas? ¿seguirá la política de no mirar el retrovisor aun cuando haya obstáculos que vienen desde atrás? ¿qué van a hacer con el ex?
NOTAS INDISCRETAS… La disputa interna del panismo está rebasando todos los límites. Ayer en redes sociales al diputado Jorge Villalobos, vicecoordinador panista en San Lázaro y hombre cercano a Gustavo Madero lo acusaron de maltratar a su esposa; en una campaña azuzada por corderistas se presentó al legislador como agresivo y violento con su cónyuge a partir de una discusión qué éste tuvo con su pareja en el aeropuerto de Culiacán. Según la versión de Villalobos se trató, efectivamente de una desavenencia con su esposa pero el hecho no iba más allá, hasta de un tema de su vida privada hasta que operadores de Cordero se encargaron de distorsionar los hechos y mandar información a los medios y a las redes sociales para atacarlo por su cercanía con Madero y con Luis Alberto Villarreal. Si se van a empezar a meter en temas de vida privada la cosa se va a poner fea entre los panistas… Giran los dados. Doble Escalera.
Por qué más allá de que Calderón haya roto pactos y reglas no escritas, según las cuales un ex presidente no interfiere ni critica a su sucesor por un principio de sensatez y ética política, está claro a estas alturas que ni las declaraciones ni la influencia que mantiene con un grupo de senadores del PAN totalmente opuestos a las reformas del presidente Peña Nieto son actos casuales y que parece haber una clara intención política detrás de los mensajes que envía el calderonismo.
No fue casualidad que el ex mandatario saliera a declarar en un diario extranjero que el narcotráfico se ha apoderado de las instituciones mexicanas y que cuestionara la violencia que, dijo, sigue en el país durante el actual sexenio. Además de respaldar a su polémica hermana que ha acusado los vínculos entre familias del PRI –como la del gobernador Fausto Vallejo— y el narcotráfico, Calderón no hace sino reiterar el que fue en algún momento su discurso cuando, hacia el final de su administración, se perfilaba ya el regreso del priismo a Los Pinos: si el PRI vuelve al gobierno los criminales se apoderarán de las instituciones.
Con ese discurso Calderón trató, todavía en 2011, de alertar incluso a sus aliados de Estados Unidos sobre la gravedad de un regreso del PRI al poder. Ya entonces las encuestas señalaban a Enrique Peña Nieto como el favorito para ganar las elecciones de 2012 y, conforme ese escenario se fue acercando y Washington avaló un retorno priista al poder tras aquella visita del vicepresidente Joe Biden a México en marzo de aquel año, el entonces presidente modificó su discurso y dejó de atacar al priismo; incluso Calderón llegó a pactar una transición tranquila con Peña Nieto después de que éste ganó los comicios.
Esa fue la lógica bajo la cual el gobierno de Peña Nieto no tocó prácticamente a ningún panista de la administración de Calderón, a pesar de los desórdenes y las irregularidades que se encontraron en varias dependencias federales. Por un lado los acuerdos no escritos con el ex presidente y por el otro la viabilidad del Pacto por México, llevaron al gobierno priista a pasar por alto un sin fin de problemas, dispendios y malos manejos financieros encontrados en varias áreas de la administración federal. “No pienso gobernar con el retrovisor”, dijo el presidente a los periodistas a bordo del avión presidencial en las primeras semanas de su sexenio.
Pero los dichos recientes de Felipe Calderón al diario paraguayo ABC color parecen apuntar directo hacia su antiguo discurso de que con el PRI en Los Pinos el narcotráfico se apoderó de las instituciones. Eso representa un dardo directo a su sucesor y a su estrategia contra el crimen a la cual, de paso, el ex presidente descalifica al decir que la violencia estaba antes, durante y ha seguido después de su sexenio.
La pregunta es cómo responderán a eso en la casa presidencial ¿mantendrán los pactos de no agresión con el calderonismo cuando está clara cuál es la posición de Calderón y los calderonistas? ¿seguirá la política de no mirar el retrovisor aun cuando haya obstáculos que vienen desde atrás? ¿qué van a hacer con el ex?
NOTAS INDISCRETAS… La disputa interna del panismo está rebasando todos los límites. Ayer en redes sociales al diputado Jorge Villalobos, vicecoordinador panista en San Lázaro y hombre cercano a Gustavo Madero lo acusaron de maltratar a su esposa; en una campaña azuzada por corderistas se presentó al legislador como agresivo y violento con su cónyuge a partir de una discusión qué éste tuvo con su pareja en el aeropuerto de Culiacán. Según la versión de Villalobos se trató, efectivamente de una desavenencia con su esposa pero el hecho no iba más allá, hasta de un tema de su vida privada hasta que operadores de Cordero se encargaron de distorsionar los hechos y mandar información a los medios y a las redes sociales para atacarlo por su cercanía con Madero y con Luis Alberto Villarreal. Si se van a empezar a meter en temas de vida privada la cosa se va a poner fea entre los panistas… Giran los dados. Doble Escalera.
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