El Estado no impide que las mujeres caigan en la miseria
México,
DF, 02 dic. 13. AmecoPress/Cimacnoticias.- Además de altos índices de
agresiones físicas y sexuales, las mujeres carecen de empleo y
condiciones de vida digna debido a la política económica del Estado
mexicano.
Según
la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE),
entre el 40 y 50 por ciento de las mexicanas ha vivido violencia física
o sexual de parte de su pareja, lo que las coloca como las más
violentadas de los países que pertenecen al organismo internacional.
En su más
reciente informe, “¿Cómo está la vida? 2013”, la OCDE señala que México
no ha logrado garantizar a sus habitantes el acceso a una vivienda
digna, condiciones ambientales adecuadas, servicios de salud, salarios
justos, así como tampoco garantiza que la vida laboral sea compatible
con la vida personal e individual.
De 10 puntos
que esta organización calificó para su informe, nuestro país apenas
obtuvo 3.42, lo que lo ubica en el penúltimo lugar de los 36 países
miembros del llamado “club de los ricos”.
Que el Estado
mexicano no garantice al 52 por ciento de la población una vida digna
es violencia, según la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida
Libre de Violencia (LGAMVLV).
La norma
define a la violencia económica como “toda acción pero también omisión
que afecta la supervivencia económica de la víctima”.
El artículo 18
de la Ley General define como una modalidad de violencia a “los actos u
omisiones de las y los servidores públicos de cualquier orden de
gobierno que discriminen o tengan como fin dilatar, obstaculizar o
impedir el goce y ejercicio de los Derechos Humanos de las mujeres, así
como su acceso al disfrute de políticas públicas”.
Para la
economista especializada en género, Carmen Ponce, las políticas
públicas creadas en México para atender a la población femenina no
conciben a las mujeres como agentes activos, sino que las vislumbran
como “mujeres pobres y carentes de tiempo propio”.
Sin derecho a una vida digna
Ejemplo de
ello es “doña Mari”, quien vive con su hijo de 15 años de edad en una
pequeña recámara rentada. Es sobreviviente de violencia, ya que durante
su embarazo fue golpeada, lo que provocó a su hijo sordomudez.
Su jornada
empieza todos los días a las seis de la mañana, limpia su cuarto,
prepara la comida y lleva a su hijo a la escuela antes de irse a
trabajar en la limpieza de casas.
Por jornadas
de más de nueve horas, “Doña Mari” recibe entre 150 y 200 pesos
diarios, dependiendo de la casa en la que le toque hacer la limpieza;
con ello paga la renta y tendría que pagar gastos de la escuela de su
hijo, alimento y vestido, y si acaso le alcanza, enviar cada mes una
pequeña cantidad a su familia que vive en Veracruz.
No le alcanza para ahorrar y todos sus ingresos los destina a las necesidades diarias.
“Mari” forma
parte de los 28.2 por ciento de hogares con jefatura femenina, pero que
tienen los ingresos más bajos ya que destinan el 37.3 por ciento de sus
ingresos a alimentación, según la Encuesta Nacional de Gastos en los
Hogares.
Carmen Ponce
refiere que la volatilidad en los precios de los alimentos es muy
importante para la economía familiar porque genera pobreza alimentaria,
pero este fenómeno sería menos importante si los salarios no tuvieran
esos aumentos “de miseria” y pudieran recuperar su poder adquisitivo,
se generaran suficientes empleos y se regularan algunos precios.
Si bien hoy 18
millones de mexicanas están dentro de la población ocupada, 11 millones
no cuentan con servicios de salud (62 por ciento). Si de ingresos se
trata, alrededor de 55 por ciento recibe dos salarios mínimos y
únicamente seis de cada 10 trabajadoras ganan más de cinco salarios
mínimos.
Para la OCDE
es fundamental que se incremente el bienestar de las mujeres, pues es
la clave en la salud y desarrollo de sus familias y de la sociedad,
toda vez que la salud de las y los menores de edad está “estrechamente”
relacionada con el acceso de las mujeres a los recursos, así como a los
servicios.
Con respecto a
la salud, el organismo reportó también la ampliación de la expectativa
de vida para las mexicanas, quienes llegan a vivir incluso 10 años más
que sus parejas varones, lo que no necesariamente implica que vivan con
mejores condiciones de salud y calidad de vida.
En otras
palabras –dijo la OCDE–, las mujeres “se enferman y los hombres mueren
rápidamente”. Por ejemplo, mientras en 2011 el 72 por ciento de los
varones (en el promedio de los países miembros) reportaron gozar de
buena salud, sólo el 68 por ciento de las mujeres lo hicieron.
La
especialista Carmen Ponce advierte que de no frenarse este
empobrecimiento y de no asegurar a las mujeres el acceso a condiciones
de empleo digno –debido a los cambios poblacionales futuros–, las
adultas mayores serían el grupo poblacional más afectado.
CIMACFoto: César Martínez López.
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