Cada año de forma más patente, se observa cómo la atención mediática es para el feminismo institucional y sus actos
“... si alguien sale mucho en la foto, esta cruz tiene su envés, y entonces se invisibiliza al movimiento feminista autónomo”
Madrid,
05 dic. 13. AmecoPress/Cuando llegan fechas como la del 25 de
noviembre, “Día internacional contra la violencia sexista”, se suceden
las actuaciones oficiales, institucionales y de varios agentes
sociales, que solo puntualmente en estos días especiales, salen a la
palestra de las celebraciones por temas denominados “de género”. Por
supuesto, desde el movimiento feminista, que es quien instauró el día y
la conmemoración, se realizan multitud de convocatorias y actividades.
Cada
año de forma más patente, se observa cómo la atención mediática es para
el feminismo institucional y sus actos. Y utilizo el término
institucional en el sentido más amplio posible de la palabra, pues
también se integran en estas celebraciones, partidos, sindicatos, ONGs,
universidades,.... además de todo tipo de entidades locales y
autonómicas, en su ámbito representativo y administrativo.
Y,
claro, si alguien sale mucho en la foto, esta cruz tiene su envés, y
entonces se invisibiliza al movimiento feminista autónomo, al
movimiento más callejero y alternativo y más cañero, que siempre ha
realizado sus propios actos al margen del poder institucionalizado.
Bueno, esto es una cuestión permanente para los movimientos y para las
organizaciones más contestatarias.
Ya se sabe que
los medios tienen sus deudos y sus preferencias, y por otro lado, las
instituciones y su mundo trabajan para su galería. Algunas
organizaciones y movimientos solo aparecen en los medios cuando su
gente es detenida, o multada, o reprimida por la policía, o cuando ha
realizado una protesta saltándose los márgenes de lo políticamente
correcto, por ejemplo, desnudándose para reivindicar el derecho al
aborto. Entonces ya no se informa sobre lo que están reivindicando, ni
sobre la justicia de su protesta, sino sobre las formas, que no son lo
debidamente encauzadas o que las personas que lo protagonizan tienen
antecedentes o pertenecen a diversos entramados o entornos que siempre
derivan en grupos terroristas, anarquistas o en el “todo es ETA”.
Así las
imágenes de este día se repiten con el siguiente formato: concentración
de cargos políticos del Parlamento del lugar, más varios del
Ayuntamiento de la capital, más algunos cargos políticos de cualquier
instancia, más sindicatos y algunas asociaciones y ONG,... que realizan
una declaración en la que denuncian la lacra que supone la violencia de
género y hacen un llamamiento a luchar de forma implacable contra ella.
Muchas veces
el mensaje va dirigido a la propia mujer, que está siendo víctima y no
se anima a presentar la denuncia: “¡Mujer denuncia, no te calles,
atrévete, termina tu calvario...!” Parece que es ella la que fácilmente
puede terminar con esta situación y le falta que el “arco
parlamentario” le anime un poco. Quizá son los mismos que no han
apoyado a la asociación de su pueblo en demanda de una guardería
pública y gratuita, o que incumplen la ley y no han puesto en su ciudad
el centro de asesoramiento a mujeres en situación de agresión, o los
que aprobaron una ley en la que la violencia de género sólo se
considera si los golpes los propina su pareja o ex-pareja, pero no los
guardianes de los CIES, varias veces denunciados por vejar y agredir
sexualmente a mujeres ahí internadas.... A veces, algunas de estas
personas tan “pulcramente” vestidas y que realizan sus declaraciones y
celebraciones dentro de los marcos reglamentarios del orden, son las
mismas que han decidido que las personas inmigrantes sin papeles no
tienen derecho a la asistencia sanitaria universal y gratuita, o a los
subsidios mínimos por falta de ingresos, o a permanecer en su piso
frente a los desahucios que ejecutan los bancos,...
Algunos
Ayuntamientos, por su parte, inauguran calles en homenaje a las
víctimas de la violencia de género, y realizan actividades, como
charlas, películas, teatros, músicas, meriendas y comidas incluso, para
celebrar tal evento. Todo esto supone una gran actividad y unas tareas
importantes para las nuevas profesionales denominadas técnicas de
igualdad.
Y las
feministas, a la vista de estos despliegues y de este inusitado interés
por la violencia contra las mujeres no dejamos de asombrarnos y de
preguntarnos cómo es posible que cada vez más se produzca mayor
violencia contra las mujeres, que se eleven de forma notable los
niveles de impunidad y de falta de protección para las previsibles
víctimas y, lo que es realmente muy grave, que la calificada como
violencia simbólica campee a sus anchas por el imaginario colectivo de
esta sociedad.
Así, reforma
tras reforma, de las que va imponiendo el gobierno, y también los
gobiernillos autonómicos, están dibujando un escenario donde los roles
masculino y femenino se configuran de la forma dicotómica y clásica,
apareciendo la figura de “la mujer” como la madre y la esposa, y en
todo caso, dentro de la familia, como miembro dependiente, debido a la
precarización del trabajo asalariado y al incremento del trabajo de
cuidados en los hogares, especialmente para ellas.
Dentro de este
panorama, de cierto, digamos, cinismo de las políticas oficiales,
frente a las agresiones contra las mujeres, creo que merece la pena
detenerse en dos sucesos importantes.
En primer
lugar, el intento pertinaz del gobierno y de los grupos de extrema
derecha que le jalean y los medios que le apoyan, de deslegitimar la
sentencia europea que anula la “doctrina Parot”, se ha focalizado de
una forma interesada y exagerada en los casos concretos de libertad de
violadores y asesinos. Llama poderosamente la atención que se
consideren unos execrables crímenes, que lo son, y que, sin embargo, no
son considerados crímenes sexistas por la legislación vigente.
No solamente
esto, sino que el sangrante caso del asesinato de Nagore Laffage, el
día 7 de julio, en Iruñea, por negarse a tener relaciones sexuales con
su asesino, que no era ni su novio, ni su pareja, ni su ex-pareja, no
fue considerado tal, y se le impuso una pena de 9 años –la misma que le
pedían a uno de los “tartalaris” que enmerengó a Barcina– que
seguramente se quedará en cinco de cumplimiento.
Y lo mismo,
para las dos mujeres extranjeras, asesinadas por el falso “xaolí” en
Bilbao, en junio pasado, que tampoco entra dentro del epígrafe de
violencia de género. A la hora de agitar a la opinión pública en contra
de una medida que piensan que favorece a la izquierda abertzale, no
dudan estos medios y estas autoridades en utilizar los casos de
violencia más grave y asesina contra las mujeres, y el dolor que ello
nos produce. Eso sí, sin mover un solo dedo, para que estos sucesos no
se vuelvan a producir ni poner en práctica medidas que aminoren estas
agresiones.
El segundo
caso que me ha llamado la atención estos días, tiene que ver también
con la violencia contra las mujeres, pero en este caso es directamente
alentada por el ministro Gallardón y su gobierno y ejecutada por las
huestes ultra-católicas que pululan por las tierras navarras. Alumnas y
alumnos de medicina de la Universidad del OPUS, están acudiendo a las
puertas de la clínica privada que realiza las IVEs en Navarra
(interrupción voluntaria del embarazo) –debido a que no se practican en
la red pública– a hacer su particular campaña de extorsión y amenaza.
Estos niñatos, se plantan a las puertas del edificio y acosan a las
mujeres que supuestamente van a abortar, ofreciéndoles consejos y
folletos y llamándoles a la reflexión para que no “asesinen” a sus
hijos y para que sigan adelante con el embarazo, y cumplan con los
designios divinos de ser madres.
Fotos de los
habituales fetos, de “ferminicos”, distorsionados de forma que parecen
criaturas 6 ó 12 meses, adornan su propaganda escrita. Obviamente esta
campaña está inscrita dentro de la necesaria agitación que el Ministro
necesita para imponernos su nueva ley penalizadora del derecho de las
mujeres a decidir libremente su maternidad.
Este sí es un
caso de violencia sexista y de género, auspiciado por el gobierno y
alimentado por la Iglesia Católica. Esto sí lo podrían denunciar las
fuerzas institucionales y también podrían tomar medidas ejemplares
contra sus ejecutores, por ejemplo, dejando de subvencionar a estos
centros de educación religiosos. Que además practican la ilegal
educación segregada por sexos.
*Begoña Zabala forma parte del Consejo Aseso de Viento Sur.
Foto: Archivo AmecoPress.
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