Sabina Berman
Peña y Videgaray durante el anuncio del plan de inversión de BBVA Bancomer en México. Foto: Octavio Gómez |
MÉXICO,
D.F. (Proceso).- En rueda de prensa el secretario de Hacienda, el
doctor Luis Videgaray, anunció el plan de este gobierno para la clase
media:
–Que se baje de clase.
Tomó un sorbo de un vaso de agua y explicó:
–Es decir, en el contexto presente, en que la economía no crece y
por lo tanto tampoco los salarios, haremos que la clase media pague más
impuestos, de manera que paulatinamente se vuelva pobre.
Misteriosamente, su público, constituido de reporteros
clasemedieros, no aplaudió el anuncio ni el razonamiento, pero el
secretario, conocido por su gran voluntad de seguir adelante a pesar de
reacciones adversas, luego de tomar otro sorbo de agua, se autoelogió:
–Es un gran plan social. Si somos disciplinados en nuestra
estrategia, al final de este sexenio los clasemedieros se habrán vuelto
pobres, con la gran ventaja para ellos de que ya no tendrán que pagar
impuestos y podrán gozar de los magníficos programas asistenciales que
sus propios impuestos habrán pagado.
De nuevo le respondió el silencio de su auditorio de clasemedieros. Y alegremente continuó:
–Creemos que las presidencias panistas fragmentaron al país en cinco
sectores. Ricos, clase política, clase criminal, clase media y pobres,
siendo las últimas dos casi del mismo tamaño entre sí. Bueno, nos
parece muy mal un país tan dividido, así que iremos eliminando
gradualmente a la clase media.
El proyecto económico de convertir a los clasemedieros en pobres se
complementará con una estrategia de desmoralización conocida en el
priismo como “ninguneo”.
–Al mismo tiempo que pagan más impuestos, no les aumentaremos los
servicios de seguridad, ni de otra índole, ni ejerceremos controles a
los ricos, de manera que la clase media quede atrapada entre los
empresarios, la clase criminal y la clase política, pagando a unos y a
otros buena parte de sus ingresos, hasta la gran meta propuesta. Es
decir, que se vuelvan pobres.
El secretario miró en silencio a su público. Tal vez esperaba por
fin el aplauso, así fuera un solo par de manos aplaudiendo, pero nada
más sonó un clic: un celular tomando una foto.
Entonces entró a la descripción de la faceta histórica del gran plan para la clase media.
–Sincerémonos –dijo–. Yo soy un hijo de la clase media rescatado por
la clase política, y la conozco como a la palma de mi mano. Es una
clase que en México ha crecido hasta ser el 50% de la población y vive
muy estresada. Cada clasemediero aspira a dejar de serlo. Quiere subir
y teme bajar. Además, proyecta ese deseo y ese miedo al país, cree
tener derecho a exigir al Poder que el país sea mejor y le aterra que
el país se desbarranque en la barbarie. Ni más ni menos nos exige a los
funcionarios un nuevo contrato social que incluya la Justicia y la
ausencia de Corrupción, mientras nosotros tenemos otro proyecto.
–Bueno –sonrió el secretario–, este gobierno acabará con el estrés de la clase media: lo dicho ya, la bajará de golpe.
Por su parte, el presidente Enrique Peña Nieto asistió al Teletón
para expresar su apoyo a los pobres del país, e incluso su gran afecto
por ellos.
–Amamos a los pobres –dijo ante las cámaras de televisión, y un
audio pregrabado lo ovacionó–. Nos gusta mucho que sean humildes y
estén muy necesitados y sean muy agradecidos. Nos fascina cómo sonríen
cuando les regalamos cosas sencillas. Una canasta de víveres o una
escoba.
La grabación lo ovacionó, y con ambas manos indicó que le bajaran el volumen.
–Gracias, pueblo de México –dijo–. Decía que nos sentimos confiados
con los pobres, porque carecen de la malicia para exigirnos los títulos
de libros que tampoco ellos han leído, o el reporte de nuestro
patrimonio, que ellos no saben ni qué significa, y tampoco nos gritan
en las universidades, porque no van a la universidad, ni mucho menos
exigen un cambio de contrato social, porque sus necesidades son más
simples. Esos, los igualados, los que exigen, los que nos tratan como
sus servidores públicos y no como sus jefes, son otros. Son como 132,
según me han informado. Gente que no votó por nosotros y ahora sabrá
que, como dijo Cervantes, la venganza se come con dulce. O algo así,
que ahora no recuerdo.
Una porra grabada respondió al presidente, que alzó la mano en señal de despedida de los pobres.
En entrevista breve en el vestíbulo del recinto que albergaba el
Teletón, el presidente dijo que él no distinguía entre los pobres:
–No, yo los veo a todos iguales. Generalmente ellos están abajo y yo
arriba, hablándoles, y ellos suelen responder al unísono, generalmente
con vivas y agitando matracas. Fíjese que tienen una gran unidad, una
gran identidad de clase, o tal vez es que me llevan a los mismos pobres
de una plaza a otra.
Acá se rió por tres segundos y retomando la seriedad remató:
–Una clase muy alegre, excepto en los desastres naturales.
Twitter: @SabinaBerman
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