Alejandro Nadal
El
Tratado de Libre Comercio para América del norte (TLCAN) fue concebido
con el propósito de hacer irreversible la imposición del neoliberalismo
en México. Las relaciones económicas con Estados Unidos crearon un
marco jurídico de subordinación que efectivamente parece hacer
inalterable las instituciones del neoliberalismo.
En el vigésimo aniversario del TLCAN no hay nada que festejar. El
comercio se encuentra concentrado con Estados Unidos (alrededor del 77
por ciento de las exportaciones mexicanas van hacia ese país). La
vulnerabilidad de la economía mexicana es la otra cara del incremento
del comercio con el país norteño.
El saldo comercial de México con Estados Unidos se mantiene
positivo. Pero si se observa la composición de las exportaciones hacia
Estados Unidos se puede comprobar que los dos componentes principales
son las maquiladoras y el petróleo. En el 2012 estos dos componentes
son responsables del 85 por ciento de las exportaciones hacia Estados
Unidos. Es decir, las principales exportaciones de México hacia el
vecino norteño son recursos naturales y mano de obra barata.
Las exportaciones de maquiladoras implican por definición el empleo
de mano de obra barata, o como prefieren decir los neoliberales, con
salarios competitivos. Eso significa que la aportación en materia de
creación de empleos es sobre la base de salarios deprimidos. Pero ese
no es el único punto negro de las maquiladoras.
La industria maquiladora prospera en la medida en que los segmentos
del proceso productivo de una mercancía que son intensivos en mano de
obra pueden ejecutarse en México. Pero los demás segmentos se llevan a
cabo en otro espacio económico y eso significa que los vínculos
inter-industriales son muy débiles. Eso es lo que explica el poco valor
agregado de las maquiladoras y su escaso efecto de arrastre sobre las
demás ramas de la industria en México. Por eso el comercio con Estados
Unidos creció en los veinte años de TLCAN mientras que la economía
mexicana se mantuvo estancada.
Quizás el sector más golpeado es el campo mexicano. El economista
Tim Wise acaba de publicar la culminación de una serie de estudios
sobre el impacto del TLCAN en el sector agropecuario (los resultados
pueden encontrarse en www.globalpost.com y en www.ase.tufts.edu/gdae).
Sus investigaciones dividen en dos etapas la vigencia del TLCAN y sus
efectos sobre el campo. En el primer lapso, que corre de 1994 a 2004,
Estados Unidos inunda el mercado mexicano con productos agropecuarios
fuertemente subsidiados y presiona los precios de los productores a la
baja. Para los tres millones de pequeños productores de maíz, el precio
cayó un 66 por ciento debido a que las importaciones de maíz
provenientes de Estados Unidos aumentaron 400 por ciento. Esas
exportaciones se realizaron a precios situados 19 por ciento por debajo
del costo de producción de los granjeros estadounidenses. Tim Wise
bautiza esta etapa como la Era del dumping agrícola.
En
esos años los gobiernos mexicanos no sólo no hicieron nada para frenar
el abuso, sino que dieron por terminado el plazo de transición que
originalmente se había introducido en el TLCAN para proteger el sector
maicero mexicano. Los demás apoyos al campo siguieron su caída
vertiginosa.
Una suerte similar marcó las exportaciones de Estados Unidos hacia
México de soya, trigo, algodón y arroz. Y aunque las exportaciones de
hortalizas de México a Estados Unidos también aumentaron, la balanza
agropecuaria no pudo equilibrarse por el peso de los alimentos básicos.
Para 2005 México ya estaba importando alrededor del 42 por ciento de
los alimentos que consume. La dependencia en maíz pasó del 8 por ciento
antes del TLCAN a 32 por ciento. México importa hoy 60 por ciento del
trigo y 70 por ciento del arroz que consume.
En 2007 la economía mundial experimentó un fuerte incremento de
precios en alimentos básicos. Para países como México que se habían
enganchado con la ilusión de importaciones de alimentos baratos, el
impacto fue desastroso. Aquí comienza la segunda etapa que Wise llama
la Era de la dependencia.
La política agrícola y energética de Estados Unidos tiene mucho que
ver con este aumento en los precios internacionales de alimentos.
Diversos subsidios y otros incentivos desviaron alrededor del 40 por
ciento del maíz estadounidense (15 por ciento de la oferta mundial de
maíz) a la producción de etanol. Esto provocó el incremento de precios
en toda una constelación de productos agrícolas y pecuarios. Las
importaciones mexicanas de productos agropecuarios superaron los veinte
mil millones de dólares y el déficit agrícola superó los cuatro mil
millones de dólares.
El neoliberalismno mexicano tiene tres pilares: el TLCAN, la
política monetaria (y financiera) y la política fiscal. Esa mezcla
explica que hoy tengamos 55 millones de mexicanos sumergidos en la
pobreza. Y no es exagerado decir que con el TLCAN México se convirtió
en un protectorado de Estados Unidos. Su política económica, energética
y de relaciones exteriores se definen en Washington.
Twitter: @anadaloficial
No hay comentarios.:
Publicar un comentario