La abogada y activista estadounidense fue liberada por razones humanitarias tras cuatro años en prisión
La
presa política de 74 años Lynne Stewart fue liberada el 31 de diciembre
tras pasar casi cuatro años en prisión, acusada de haber "colaborado
materialmente con un grupo terrorista". El hecho a partir del cual el
gobierno de EE.UU. inició el juicio contra Stewart fue que la abogada
defensora del clérigo egipcio Sheik Abdel-Rahman, mientras este estaba
en prisión, entregó a la agencia de noticias Reuters un comunicado de
prensa del sheik sobre la situación política de Egipto. La abogada y
activista, cuya larga trayectoria en defensa de prisioneros políticos
incluye reconocidas figuras políticas como David Gilbert del grupo
político-militar Weather Underground y Willie Holder de la agrupación
Panteras Negras, está gravemente enferma de cáncer. Por razones
humanitarias la condena de diez años fue reducida a cuatro.
Lynne
Stewart formó parte del equipo liderado por el jurista y ex fiscal
general de la nación Ramsey Clark a cargo de la defensa de
Abdel-Rahman. Conocido como el "Sheik ciego", Abdel-Rahman fue acusado
de pertenecer a una organización islámica armada opositora al régimen
dictatorial de Mubarak en Egipto. Fue condenado por "conspiración para
cometer actos terroristas" a cadena perpetua más 65 años de cárcel en
1995. Lynne Stewart continuó visitándolo en la cárcel y representándolo
legalmente. En el año 2000 el Sheik le pidió que difundiera un
comunicado de prensa. Lynne explicó posteriormente: "Cuando visité al
Sheik lo encontré en un estado deplorable, mentalmente alterado y
sufriendo alucinaciones. No tenía con quien hablar. Estaba
imposibilitado por la ceguera para poder escaparse en las páginas de un
libro; y privado de leer en Braille porque había perdido el sentido del
tacto. Observé con impotencia cómo su enorme intelecto y su apasionada
fe habían sido desplazados por la paranoia y las elucubraciones. Los
ocho años de cárcel, tres bajo el régimen de SAMs [Medidas
Administrativas Especiales], estaban consiguiendo el efecto buscado. No
pude soportarlo. Mi entrenamiento profesional y mis sentimientos me
condujeron a tomar una posición entre el Sheik y el gobierno." [1]
En la misma carta, Stewart explica que no comparte la fe religiosa ni las posturas políticas del Sheik, que actuó motivada por el concepto básico de que un abogado debe ayudar a su defendido, y que un acusado político puede ser hoy terrorista y mañana un disidente político legal, e incluso ocupar altos cargos. Más allá de cualquier interpretación de los hechos, en el momento en que Lynne Stewart le entregó a Reuters el comunicado del Sheik, no existían leyes que penalizaran dicha acción. Sin embargo, después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, las leyes cambiaron. Y en 2002, el fiscal general del gobierno de Bush, John Ashcroft acusó a Lynne Stewart de "ayudar a un grupo terrorista" al difundir un comunicado de prensa del Sheik.
El juez la condenó a 28 meses de prisión, tanto Stewart como el fiscal del nuevo gobierno -Obama ya había asumido la presidencia- apelaron la sentencia. Stewart cuestionó la legalidad del juicio y pidió su anulación. El gobierno de Obama reclamó que 28 meses representaban un castigo "muy leve". En noviembre de 2009 la Corte de Apelaciones aumentó drásticamente la condena a 10 años al usar las propias declaraciones de Stewart cuestionando la validez del juicio como una falta de respeto a las leyes del país.
Al principio del proceso, Stewart sufrió cáncer de mama, con el encarcelamiento el tratamiento fue suspendido, y el cáncer hizo metástasis en los ganglios linfáticos, huesos y pulmones. Su médico evalúa que solo le queda un máximo de un año y medio de vida.
El caso del gobierno de EE.UU. contra Lynne Stewart fue considerado por numerosos juristas como un claro ejemplo de violación de los derechos básicos de un acusado al acceso a un abogado defensor al igual que la negación del derecho de un preso a privacidad en la relación con su abogado. Según el abogado Daniel Alterman, ex presidente de la seccional New York de la Asociación Nacional de Abogados y profesor de la Escuela de Leyes de la Universidad de New York: "Creo que el veredicto, al igual que la decisión del gobierno de enjuiciar a Lynne Stewart tendrán un tremendo efecto paralizante en la decisión de un abogado para asumir la defensa de clientes impopulares". Martin Stolar, presidente de la seccional New York de la Asociación Nacional de Abogados dijo que Stewart hizo lo que su deber como abogada defensora le imponía y que se sentía "un poco nervioso porque yo me hago cargo de este tipo de casos y siento que seré un blanco de ataque". [2]
Numerosas personalidades, entre las que se cuentan el premio Nobel de la Paz Desmond Tutu, Noam Chomsky y Peete Seeger junto a cientos de otros defensores de los derechos humanos firmaron hace unos meses una petición por la libertad de Stewart. Finalmente, Lynne Stewart fue liberada en la víspera del año nuevo del hospital de una cárcel federal para mujeres de Texas. Al llegar al aeropuerto La Guardia de Nueva York fue recibida por familiares, amigos y algunos periodistas de medios alternativos, como Amy Godman de Democracy Now! y Mimi Rosenberg de la radio WBAI. Lynne, a pesar de la cruenta enfermedad que la aqueja, mostró un ánimo inquebrantable; visiblemente emocionada de reencontrarse con sus seres queridos dijo que, además de luchar por su vida, continuará luchando por los presos políticos y por las mujeres encarceladas.
La libertad de la abogada y activista política Lynne Stewart es un motivo de celebración y al mismo tiempo, como ella misma lo señaló, un recordatorio de que en los cadalsos del gigantesco complejo de cárceles de EE.UU. permanecen silenciados y maltratados, condenados a increíblemente largas condenas un gran número de presos políticos y millones de pobres y marginalizados. Laura Whiterhorn, que estuvo 14 años en una cárcel de California como presa política recordaba en el aniversario de su liberación: "Herman Bell cumplirá 42 años en prisión... Jalil Muntaqim ya lleva 42 años preso. Herman y Jalil forman parte de una gran cantidad de ex miembros del Partido de los Panteras Negras que siguen encarcelados como presos políticos casi medio siglo después de la era revolucionaria generada por el movimiento por los derechos civiles de 1960-1970".
Podemos agregar que a aquella generación de disidentes políticos encarcelados, entre los que se cuentan los independentistas puertorriqueños, se ha sumado la nueva generación de perseguidos políticos de la esfera del hacktivismo (activistas y hackers) desde Chelsea Manning, condenada a 35 años de cárcel, hasta Jeremy Hammond, condenado a 10 años de prisión.
Lynne Stewart, abogada del pueblo, con treinta años al servicio de los pobres, los discriminados y los perseguidos fue víctima de un aparato gubernamental que en la guerra contra los individuos catalogados como terroristas ha borrado garantías constitucionales, como el derecho a la defensa. Por defender a un miembro de la mafia, no la acusaron de ser mafiosa; por defender a un sheik musulmán acusado de terrorismo, no pueden acusarla de ser terrorista, como reclamó Stewart hace algunos años. Sin embargo, no solo la acusaron sino que también la condenaron. En vísperas del año nuevo, se corrigió una parte del oprobio: Lynne Stewart quedó en libertad.
Notas:
[1] Carta de Lynne Stewart al Juez John Koeltl del Distrito Sur de Nueva York (texto traducido al castellano por la autora): http://www.lynnestewart.org/Stewart%20Letter%20(Ex%201)%20scanned.pdf
[2] The Villager - Lynne Stewart still combative after terror verdict, artículo de Mary Reinholz (texto traducido al castellano por la autora): http://thevillager.com/vil_94/lynnestewart.html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
En la misma carta, Stewart explica que no comparte la fe religiosa ni las posturas políticas del Sheik, que actuó motivada por el concepto básico de que un abogado debe ayudar a su defendido, y que un acusado político puede ser hoy terrorista y mañana un disidente político legal, e incluso ocupar altos cargos. Más allá de cualquier interpretación de los hechos, en el momento en que Lynne Stewart le entregó a Reuters el comunicado del Sheik, no existían leyes que penalizaran dicha acción. Sin embargo, después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, las leyes cambiaron. Y en 2002, el fiscal general del gobierno de Bush, John Ashcroft acusó a Lynne Stewart de "ayudar a un grupo terrorista" al difundir un comunicado de prensa del Sheik.
El juez la condenó a 28 meses de prisión, tanto Stewart como el fiscal del nuevo gobierno -Obama ya había asumido la presidencia- apelaron la sentencia. Stewart cuestionó la legalidad del juicio y pidió su anulación. El gobierno de Obama reclamó que 28 meses representaban un castigo "muy leve". En noviembre de 2009 la Corte de Apelaciones aumentó drásticamente la condena a 10 años al usar las propias declaraciones de Stewart cuestionando la validez del juicio como una falta de respeto a las leyes del país.
Al principio del proceso, Stewart sufrió cáncer de mama, con el encarcelamiento el tratamiento fue suspendido, y el cáncer hizo metástasis en los ganglios linfáticos, huesos y pulmones. Su médico evalúa que solo le queda un máximo de un año y medio de vida.
El caso del gobierno de EE.UU. contra Lynne Stewart fue considerado por numerosos juristas como un claro ejemplo de violación de los derechos básicos de un acusado al acceso a un abogado defensor al igual que la negación del derecho de un preso a privacidad en la relación con su abogado. Según el abogado Daniel Alterman, ex presidente de la seccional New York de la Asociación Nacional de Abogados y profesor de la Escuela de Leyes de la Universidad de New York: "Creo que el veredicto, al igual que la decisión del gobierno de enjuiciar a Lynne Stewart tendrán un tremendo efecto paralizante en la decisión de un abogado para asumir la defensa de clientes impopulares". Martin Stolar, presidente de la seccional New York de la Asociación Nacional de Abogados dijo que Stewart hizo lo que su deber como abogada defensora le imponía y que se sentía "un poco nervioso porque yo me hago cargo de este tipo de casos y siento que seré un blanco de ataque". [2]
Numerosas personalidades, entre las que se cuentan el premio Nobel de la Paz Desmond Tutu, Noam Chomsky y Peete Seeger junto a cientos de otros defensores de los derechos humanos firmaron hace unos meses una petición por la libertad de Stewart. Finalmente, Lynne Stewart fue liberada en la víspera del año nuevo del hospital de una cárcel federal para mujeres de Texas. Al llegar al aeropuerto La Guardia de Nueva York fue recibida por familiares, amigos y algunos periodistas de medios alternativos, como Amy Godman de Democracy Now! y Mimi Rosenberg de la radio WBAI. Lynne, a pesar de la cruenta enfermedad que la aqueja, mostró un ánimo inquebrantable; visiblemente emocionada de reencontrarse con sus seres queridos dijo que, además de luchar por su vida, continuará luchando por los presos políticos y por las mujeres encarceladas.
La libertad de la abogada y activista política Lynne Stewart es un motivo de celebración y al mismo tiempo, como ella misma lo señaló, un recordatorio de que en los cadalsos del gigantesco complejo de cárceles de EE.UU. permanecen silenciados y maltratados, condenados a increíblemente largas condenas un gran número de presos políticos y millones de pobres y marginalizados. Laura Whiterhorn, que estuvo 14 años en una cárcel de California como presa política recordaba en el aniversario de su liberación: "Herman Bell cumplirá 42 años en prisión... Jalil Muntaqim ya lleva 42 años preso. Herman y Jalil forman parte de una gran cantidad de ex miembros del Partido de los Panteras Negras que siguen encarcelados como presos políticos casi medio siglo después de la era revolucionaria generada por el movimiento por los derechos civiles de 1960-1970".
Podemos agregar que a aquella generación de disidentes políticos encarcelados, entre los que se cuentan los independentistas puertorriqueños, se ha sumado la nueva generación de perseguidos políticos de la esfera del hacktivismo (activistas y hackers) desde Chelsea Manning, condenada a 35 años de cárcel, hasta Jeremy Hammond, condenado a 10 años de prisión.
Lynne Stewart, abogada del pueblo, con treinta años al servicio de los pobres, los discriminados y los perseguidos fue víctima de un aparato gubernamental que en la guerra contra los individuos catalogados como terroristas ha borrado garantías constitucionales, como el derecho a la defensa. Por defender a un miembro de la mafia, no la acusaron de ser mafiosa; por defender a un sheik musulmán acusado de terrorismo, no pueden acusarla de ser terrorista, como reclamó Stewart hace algunos años. Sin embargo, no solo la acusaron sino que también la condenaron. En vísperas del año nuevo, se corrigió una parte del oprobio: Lynne Stewart quedó en libertad.
Notas:
[1] Carta de Lynne Stewart al Juez John Koeltl del Distrito Sur de Nueva York (texto traducido al castellano por la autora): http://www.lynnestewart.org/Stewart%20Letter%20(Ex%201)%20scanned.pdf
[2] The Villager - Lynne Stewart still combative after terror verdict, artículo de Mary Reinholz (texto traducido al castellano por la autora): http://thevillager.com/vil_94/lynnestewart.html
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de la autora mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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