MONEDERO
Por: Carmen R. Ponce Meléndez*
Conforme al estudio “Desigualdad extrema en México.
Concentración del poder económico y político”, autoría del doctor en
Economía Gerardo Esquivel Hernández de Oxfam, la desigualdad de género
en México es una de las desigualdades más marcadas que aún arrastra el
país.
El problema es tal que requiere de un estudio y recomendaciones
adecuadas. A continuación algunas cifras que ponen el acento en la
importancia del tema.
De acuerdo con el Global Gender Gap 2014, México ocupa el lugar 80 de
142 países en esta materia. El rubro en el que México tiene un peor
comportamiento es precisamente en lo que se refiere a la participación
y oportunidades económicas, en las que apenas se ubica en el lugar 120.
Dentro de este concepto, los peores resultados se obtienen en
Participación de la fuerza laboral (lugar 118); Igualdad Salarial para
Trabajo Similar (datos de encuesta, lugar 116), e Ingreso estimado
(114).
Sobre la participación laboral, la mujer ocupa un 48 por ciento
mientras que el hombre 83 por ciento. En cuanto a la Igualdad Salarial,
el ingreso obtenido por las mujeres fue de apenas el 46 por ciento del
que perciben los hombres.
En general, estos resultados se confirman por estudios. Por ejemplo, el
de la Cepal (2013) sobre “Trabajo Decente e Igualdad de Género” señala
que el ingreso laboral promedio mensual de las mujeres en México en
relación con el ingreso de los hombres fluctúa de un 67.2 por ciento
para las personas de más de 55 años, hasta un 84.4 por ciento para las
personas de entre 15 y 24 años.
Por su parte, un estudio del Inegi (2014) revela que el grado de
discriminación salarial para las mujeres en México fluctúa de manera
significativa de acuerdo con el tipo de trabajo. Así, por ejemplo, el
salario para las mujeres en actividades industriales o como operadores
de transporte es 30 por ciento y 24 por ciento inferior al de los
hombres, respectivamente.
Finalmente, un estudio reciente de Arceo y Campos (2014) ha estimado la
brecha salarial por género con base en la información de los censos
económicos de 1990 a 2010. De acuerdo con sus resultados, la brecha
salarial en México en 2010 entre mujeres y hombres fue de 26 por ciento.
Para Esquivel la desigualdad extrema que se vive en México y la
concentración de la riqueza es producto de la falta de crecimiento
económico y genera mayor pobreza. Cuando ha crecido el PIB los
beneficios se quedan en esa reducida minoría más rica. Esta
concentración económica también se refleja en una concentración de
poder político.
Las cifras sobre desigualdad extrema son escandalosas. Combatir la
desigualdad para reducir la pobreza es una tarea que nos implica a
todas y todos y beneficia a toda la población. México necesita un gran
pacto nacional por la IGUALDAD.
Resulta que al 1 por ciento más rico le corresponde un 21 por ciento de
los ingresos totales de la nación. El 10 por ciento más rico de México
concentra el 64.4 por ciento de toda la riqueza del país.
Entre 2007 y 2012 la cantidad de millonarios en México creció en 32 por
ciento. En el resto del mundo y en ese mismo periodo, disminuyó un 0.3
por ciento.
Al día de hoy son sólo 16 millonarios en el país. Lo que ha aumentado y
de qué forma es la importancia y la magnitud de sus riquezas. En 1996
equivalían a 25 mil 600 millones de dólares; hoy esa cifra es de 142
mil 900 millones de dólares.
Esta es una realidad: en 2002, la riqueza de cuatro mexicanos (Slim,
Larrea, Salinas Pliego y Bailleres) representaba el 2 por ciento del
PIB; entre 2003 y 2014 esa proporción subió al 9 por ciento. Se trata
de un tercio del ingreso acumulado por casi 20 millones de mexicanos.
Al ordenar a los países por desigualdad ascendente, México ocupa el
lugar 107 de 132; es decir, 80 por ciento de los demás países tienen
menor desigualdad. En ambos casos, México está dentro del 25 por ciento
de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo.
Los recursos naturales de la nación entera han beneficiado sólo a unos cuantos.
Pero el documento referido no sólo contiene un atinado diagnóstico,
también plantea propuestas, expresadas en cinco soluciones para hacer
de México un país más justo:
1. La creación de un auténtico Estado Social y un cambio de enfoque, de
un Estado dador a un Estado que garantice el acceso a los servicios
básicos bajo un enfoque de derechos.
2. Si se crea una política fiscal progresiva y una distribución más
justa, se podrá hablar de una política más acorde con los objetivos a
mediano y largo plazo.
3. El gasto ha de focalizarse en educación, salud y acceso a servicios
básicos, en infraestructura, en escuelas que cuenten con los servicios
para que la brecha de desigualdad no crezca más.
4. La política salarial y laboral asimismo debe cambiar: es impostergable fortalecer el nivel de compra del salario mínimo.
5. La transparencia y rendición de cuentas: si realmente se quiere
combatir la corrupción, las declaraciones fiscales de todos los
miembros del gobierno deben hacerse públicas. Sólo así se fortalecerá
el Estado de Derecho.
Todas y cada una de estas propuestas son factibles y traerían enormes
beneficios a las mujeres, en aras de lograr una mayor igualdad. Ya que
tal como lo refiere el propio Esquivel, la desigualdad de género es una
de las más marcadas en México, sobre todo en participación y
oportunidades económicas.
El conjunto de propuestas (un programa para la igualdad) deberían ser
objeto de análisis y discusión en el Congreso, requieren un golpe de
timón en la política económica que el actual gobierno no está dispuesto
a dar, son cómplices de esa desigualdad extrema que también está
asociada a mayores niveles de violencia.
No es posible que actualmente el IVA –un impuesto al consumo altamente
regresivo– represente más de la mitad (54 por ciento) del total de
ingresos, cuando que en los países miembros de la OCDE esta cifra
apenas alcanza 32.5 por ciento.
Significa que la estructura fiscal del país está más orientada a gravar
el consumo que el ingreso personal o empresarial. Es sabido que los
impuestos al consumo como el IVA son regresivos (producen más pobreza),
porque los hogares relativamente pobres tienden a gastar un porcentaje
más alto de su ingreso que los hogares relativamente ricos.
En una economía tan desigual como la mexicana esto significa que los
hogares pobres pueden terminar pagando, en forma de impuestos más que
los hogares ricos.
Y todavía se dan el lujo de aplicar IVA del 16 por ciento en alimentos
procesados, que son casi todos, otro golpe al bolsillo de las mujeres
pobres, se reduce el poder adquisitivo de los salarios y aumenta la
desigualdad.
Tal como refiere el documento, el diseño de la estructura impositiva
tiende a favorecer a las personas que más perciben y cuyas fuentes de
ingreso son gravadas a tasas inferiores a las de las personas de
ingresos bajos o medios, quienes derivan la mayor parte de sus ingresos
de fuentes laborales. Eso tiene que cambiar hacia una política fiscal
progresiva y una distribución más justa.
PD.
Oxi. La crisis griega tendrá que resolverse bajo nuevas modalidades; el
pueblo griego respondió con un rotundo NO a las medidas de austeridad y
términos de negociación que querían imponer el Fondo Monetario
Internacional y la Unión Europea. Se abren nuevas avenidas para la
democracia en Grecia y muy posiblemente en el resto del mundo.
Twitter: @ramonaponce
*Economista especializada en temas de género.
CIMACFoto: César Martínez López
Cimacnoticias | México, DF.-
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