Daniela y Virginia Ortiz Ramírez fueron desaparecidas en la mixteca oaxaqueña en 2007
Soledad Jarqín Edgar
Oaxaca
– México, 06 jul. 15. AmecoPress/SemMéxico.- El 5 de julio de 2007
desaparecieron Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, son ocho años de
ausencia para su familia, para su comunidad, el pueblo Triqui asentado
en la mixteca oaxaqueña.
Emelia
Ortiz García -prima de Virginia y Daniela Ortiz Ramírez, que ahora
tendrían 28 y 22 años de edad-, sostiene que esta fue una desaparición
forzada y que las autoridades oaxaqueñas, tanto del gobierno de Ulises
Ruiz como de Gabino Cué, no han dado respuesta a las demandas de
justicia.
Emelia Ortiz,
quien a raíz de la desaparición de sus primas se convirtió en una
defensora de los derechos humanos y ha visibilizado la violencia de
género hacia las mujeres triquis como resultado de las muchas
“intervenciones” del gobierno desde los años cincuenta y las
diferencias entre grupos políticos y sociales en que se encuentra
conformada la nación Triqui, apunta que si sus primas tuvieran dinero,
no fueran indígenas ni mujeres ya las habrían buscado.
Antonia
Ramírez, su madre, vive un calvario desde la mañana del 5 de julio de
2007, cuando en la puerta de su casa despidió a sus hijas quienes iban
a una población cercana y a las que nunca volvió a ver. La tristeza y
enfermedades se han apoderado de su vida, pero no se deja caer, espera
que un día regresen sus hijas o que las autoridades hagan justicia,
apunta Emelia Ortiz.
Antonia espera
despertar de esa pesadilla, agrega su sobrina en entrevista con
SemMéxico, quien como cada año desde 2007 no ha dejado de buscar una
respuesta de las autoridades que a la fecha tiene detenidos a dos
presuntos responsables, que se niegan a decir dónde están Daniela y
Virginia.
La pesadilla
de esta familia empezó un jueves 5 de julio de 2007, cuando Antonia
despidió a sus hijas en la comunidad de Rastrojo, población habitada
por la etnia Triqui, Virginia, que tenía entonces 20 años, le había
pedido a su hermana Daniela de 14 que la acompañara a San Marcos
Xinicuesta, porque había logrado que la cambiaran a la población de La
Luz Llano Nopal para estar más cerca de su familia.
Virginia es
profesora bilingüe, Daniela una adolescente que cursaba la secundaria,
salieron de su casa y le dijeron a su mamá que volverían al día
siguiente. Como no regresaban Antonia llamó al celular de su hija mayor
el sábado por la mañana desde la caseta telefónica de la población, un
hombre contestó y colgó. Pensó que se había equivocado, volvió a marcar
a su hija y esta vez una mujer respondió diciéndole que no conocía a
Virginia, “me preocupó que mientras me respondían, se escuchaban voces
de hombres, música y de botellas”.
Ese mismo día
inició la búsqueda de sus hijas. En la comunidad le dijeron que tal vez
ya tenían novio y que se habrían ido con ellos. Antonia no creyó porque
sus hijas le habrían avisado. Por eso salió de su casa e inició la
búsqueda en las terminales de transporte donde ellas transbordarían y
taxis pero nadie le dio una respuesta.
Días después,
le informaron que sus hijas fueron vistas cuando eran llevadas en una
camioneta con los ojos vendados y las manos atadas y que entre sus
captores estaban Miguel Ángel Velasco Álvarez y Francisco Herrera
Martínez, quienes permanecen en prisión el primero desde 19 diciembre
de 2011 y el segundo desde 9 enero de 2012; José Ramírez Flores quien
reside en Guadalupe Tilapa y Timoteo Alejando Ramírez, quien fue
asesinado en Yosoyuxi, el 20 de mayo 2010, mismo que había sido acusado
en 2006 de haber participado en la violación tumultuaria de una menor
de 13 años de edad y originaria de Rastrojo, caso que también se
archivó.
En una ocasión
Antonia Ramírez recibió la noticia de que sus hijas habían sido
asesinadas y sus cuerpos arrojados a un barranco en Cumbre Hierba
Santa, pero la familia buscó sin encontrar los restos, por lo que ella
tiene la esperanza de que sus hijas estén vivas y que un día las pueda
volver a abrazar, dijo la mujer de poco más de 50 años hace unos meses.
Desde hace
ocho años, Antonia expresa contundente que vive sin vivir y no entiende
el “odio y la saña que han tenido en contra sus hijas y contra su
familia”. Antonia recordó que ahora como en los años ochenta fue una
víctima de la violencia cuando miembros del ejército mexicano entraron
a su casa, la amarraron y le colocaron una soga al cuello simulando un
ahorcamiento si no les decía sobre el paradero de su esposo Amado
Ortiz. Ella no habló, defendió desde entonces a su familia. Su esposo
era señalado por un grupo contrario a la organización triqui más
antigua e importante, el Movimiento de Unificación de Lucha Triqui,
formado por los hombres de su familia.
Antonia, dice
su sobrina Adriana Ortiz, no se deja vencer porque piensa en sus otros
hijos e hijas, eso es lo único que la sostiene y la esperanza de que
alguna vez volverán a su casa Virginia y Daniela a quienes despidió en
la puerta aquella mañana del 5 de julio de 2007 y hasta hoy ninguna
autoridad le informa cuál ha sido el destino de las investigaciones,
investigaciones que la familia presume no se han realizado, a pesar de
que los hechos fueron denunciados el 13 de julio de 2007 en
subdelegación de la Procuraduría General de Justicia del Estado en
Putla, donde se abrió la averiguación 187/2007.
El caso que
fue atendido entonces por el procurador Evencio Nicolás Martínez
Ramírez, en el gobierno de Ulises Ruiz, tuvo muchas dificultades
derivado explicaba el procurador a los problemas que enfrentaba la
etnia triqui, lo que imposibilitaba enviar policías a inspeccionar la
zona. Hoy, en el gobierno de Gabino Cué aunque hay detenidos de nada
les sirve porque ninguno de los dos han dicho qué paso con las dos
jóvenes.
Emelia Ortiz
sostiene que desde entonces a la fecha hay al menos diez casos de
desapariciones forzadas y asesinatos contra mujeres y hombres de la
comunidad Triqui, todas pendientes en la Procuraduría General de
Justicia del Estado.
Foto: SemMéxico.
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