La nueva etapa de lucha que debemos construir
Una nueva etapa se vislumbra en el seno del movimiento social; al
parecer, la profundización del neoliberalismo ha dejado bastante claro
a todos que el capitalismo es en esencia sinónimo de despojo,
explotación, represión y que su estela de muerte y destrucción se
amplía y mancha todo el territorio nacional. Por supuesto, todo
legalizado y legitimado por los políticos, por los jueces, por los
voceros de la radio y la televisión, ah, y por los grandes analistas y
teóricos de la clase burguesa que se agazapa y diluye poniendo de
frente a sus paleros para que sobre ellos se descargue el enojo social
y no sobre los empresarios verdaderos beneficiarios de todas nuestras
desgracias.
Pero, ¿por qué hablamos de una nueva etapa en el seno del movimiento social?
En primer lugar porque las fuerzas anticapitalistas se fortalecen y han
creado la capacidad en este momento de arraigarse en nuevos sectores
descontentos: nos referimos fundamentalmente a las fuerzas
comunistas y socialistas; pero no sólo eso, ese mismo crecimiento les
plantea ya la necesidad de la construcción de frentes clasistas, de
coordinaciones con un carácter de clase ya sean socialistas o
comunistas y vislumbran ya la necesidad de la unidad, de arribar a un
proceso de dirección colectiva que les permita incidir en el más amplio
movimiento social.
En segundo lugar, las fuerzas
antineoliberales del movimiento social han dado un salto cualitativo al
dejar de encerrar sus luchas en el calendario electoral, aunque no han
renunciado del todo a las elecciones. El planteamiento de la
nueva constituyente tiene la virtud de no estar determinada por el
calendario electoral o por lo menos de intentar crear un movimiento con
el objetivo de refundar el país, aunque no se mencione con claridad la
alternativa al capitalismo.
Pero esta propuesta también tiene
una debilidad: apelar a una supuesta participación ciudadana que deje
de lado las posiciones políticas de las propias organizaciones
políticas que sostienen y que se han incorporado a este proceso.
Sin embargo, ambas fuerzas han logrado avanzar en las coordinaciones regionales por su cuenta, aunque encontrándose cada vez más seguido, sin llegar todavía a una coordinación nacional y mucho menos en una donde todas estén representadas.
Pero esta nueva etapa arrastra todavía aspectos negativos de la etapa anterior:
1.- La dispersión de las fuerzas.
2.- Dar mayor importancia a las luchas locales o regionales que a lo nacional.
3.- Sigue existiendo la incapacidad de dejarse llevar por lo inmediato.
4.-
Sigue existiendo la incapacidad de organizar permanentemente el
descontento y de planificar sus actividades conforme a objetivos a
largo plazo.
5.- Aunque se ha avanzado, las fuerzas
comunistas y socialistas siguen buscando las mejores formas para
engarzar de manera efectiva las luchas inmediatas con la lucha por la
superación del capitalismo.
De la rapidez con que las fuerzas
socialistas y comunistas resolvamos los aspectos negativos que
arrastramos en este momento dependerá la posibilidad de consolidar esta
nueva etapa de lucha en el movimiento social: de construir una dirección colectiva que construya un referente organizativo de clase proletaria que logre arrastrar tras de sí a los nuevos sectores que se incorporen a la lucha, que logre definir a los ambivalentes entre el reformismo y nosotros hacia nuestro lado, que aísle políticamente a las expresiones pequeño burguesas que oscilan entre el pacifismo estéril y el radicalismo que en lugar de organizar desorganiza y confunde; que sea capaz de ser una alternativa real de resistencia y organización
contra el despojo, el saqueo, la represión y la opresión que el
capitalismo nos impone como presente y como destino a largo plazo.
Lograr lo anterior no estará exento de contradicciones dentro del movimiento socialista y comunista; pero si en verdad somos marxistas consecuentes lograremos resolver las contradicciones desde la praxis y en función de la necesidad de la superación del capitalismo y no únicamente desde lo “teóricamente” correcto.
Como ya lo hemos dicho en números anteriores de nuestro FRAGUA,
las organizaciones socialistas y comunistas debemos construir nuestras
propias fuerzas y crear con base en ellas nuestras propias coyunturas.
Sólo así construiremos la capacidad de darle al movimiento social
la continuidad, la firmeza y la energía necesarias para contener la
ofensiva capitalista neoliberal y pensar en la posibilidad de superar
este sistema que, por más humano que pretenda ser, se nutre de la
sangre de millones de personas del pueblo trabajador y exige más sangre
que cualquier dios antiguo.
¡Contra el despojo, la represión y la explotación; resistencia, organización y lucha por el socialismo!
NOTA: Este artículo fue publicado como EDITORIAL del No. 8 de FRAGUA, órgano de prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), en circulación desde el 13 de junio de 2015.
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