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Mientras aquí en México el
grupo en el poder se aferra al dogmatismo neoliberal, el gobierno de
Grecia ganó la apuesta contra esta infame estrategia y abrió las
puertas a la esperanza de un futuro mejor, al votar por el NO en el
referéndum al que convocó el primer ministro Alexis Tsipras, quien no
dudó en dar ese paso, aunque estaba en juego no sólo su propia
posición, sino el destino del país. El pueblo lo entendió y votó en
contra, no de la permanencia de Grecia en la comunidad europea, sino de
las políticas criminales impuestas por el Grupo de los Siete a la
humanidad.
Si los gobiernos de las
llamadas economías emergentes actuaran como lo hizo Tsipras, el mundo
tendría la oportunidad de enfrentar con éxito el salvajismo con el que
actúan las súper potencias, con el absurdo propósito de arrodillar a
los países y expoliar sus riquezas sin ningún recato ni respeto al
derecho internacional. Los mexicanos sufrimos esta dramática realidad
como pocos pueblos del mundo, porque caminamos de espaldas a la
historia y cada vez nos alejamos más de la auténtica democracia. Sería
impensable aquí un referéndum con un propósito progresista, porque una
minoría oligárquica, corrupta y apátrida, es la que ejerce el poder
real en su exclusivo beneficio.
Los mandatarios de Alemania y
Francia, Ángela Merkel y Francois Hollande, se tragaron su rabia y no
les quedó más remedio que respetar la voluntad del pueblo griego. Sin
embargo, su conformismo es pasajero porque tampoco se mandan solos,
sino que obedecen instrucciones de quienes están empeñados en construir
un Nuevo Orden Mundial en el que la democracia es un anacronismo. Sin
duda pondrán en marcha acciones políticas y económicas con la finalidad
de romper la alianza entre el gobierno y el pueblo griegos, sobre todo
para que otras naciones no quieran seguir el ejemplo de la nación
helénica.
Por eso es vital que surjan
en el mundo movimientos solidarios en apoyo no sólo de Grecia, sino
particularmente en rechazo firme a las políticas neoliberales. Este es
el momento, no habrá otra oportunidad más adelante, porque la
plutocracia global, que es el motor del Grupo de los Siete, no dudará
en llevar al mundo al borde de una tercera guerra mundial con tal de
apuntalar su hegemonía. Sus ambiciones no tienen límite, como lo
demuestra la absurda estrategia de empobrecer aún más a los pueblos
flagelados por la pobreza, con el diabólico propósito de eliminar a
quienes consideran “estómagos prescindibles”, según dicho de Henry
Kissinger.
De ahí los inaceptables
programas de austeridad que han impuesto a la humanidad desde hace más
de tres décadas, los cuales han ido endureciendo al paso de los años;
de ahí también la imposición de créditos con intereses de agio que se
han convertido en deudas impagables, pero que penden como espada de
Damocles sobre el futuro de los países del llamado tercer mundo. El
pueblo griego lo ha entendido perfectamente y actuó con valentía,
sensatez y visión de futuro, a sabiendas de que no tendrán otra
oportunidad para hacerse escuchar.
El pueblo griego está
consciente de que los problemas más duros apenas empiezan, pero sabe
que no enfrentarlos ahora, con la decisión que reclaman las
circunstancias, los haría insuperables. La “troika” infernal que llevó
a Grecia al borde del suicidio sabe ahora que no será fácil seguir
adelante con sus planes de aniquilación de la resistencia helénica.
Tsipras contó con un amplio apoyo ciudadano, que en lo sucesivo será su
principal escudo contra las presiones que intente poner en marcha la
Comisión Europea (órgano ejecutivo de la Unión Europea), el Banco
Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Es preciso cerrar filas no sólo en
apoyo de Grecia, sino en contra de las políticas empobrecedoras del
Grupo de los Siete. Por fortuna, en este momento se cuenta con el
valiosísimo apoyo moral del Papa Francisco, quien no se ha prestado a
servir de peón de lo poderes fácticos neoliberales, como sus dos
antecesores. Sin embargo, si los plutócratas decididos a construir un
Nuevo Orden Mundial, quieren llegar hasta el último peldaño de la
escalera mortal, no se detendrán ante nada. Queda como último recurso
que todos los pueblos de la Tierra rechacen firmemente a los gobiernos
que, como el de México, están entregados al Grupo de los Siete.
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