Un celular activo, un mensaje de texto y un depósito bancario son las únicas pistas a tres meses de la desaparición
CULIACÁN,
SINALOA (La Silla Rota).- Un celular activo, un mensaje de texto y un
depósito bancario es lo último que queda de los once jornaleros de Sinaloa desaparecidos que se dirigían a trabajar a campos de Sonora.
La zona norte del estado, Caborca, sería una señal según el rastro del móvil para la investigación.
El domingo 3 de mayo de este año, los once familiares y amigos salieron de Choix, Sinaloa,
para aprovechar la temporada de pizca de la uva en el
estado vecino,
conocida por dejar remuneraciones de hasta 500 pesos diarios en un buen
día de trabajo.
Previo al viaje, Luis Enrique, Édgar Adrián Rosas
Berrelleza, Santiago Berrelleza, Omar Berrelleza Izaguirre, Jesús
Gastelum Contreras, Arturo Medina Berrelleza, Jesús Izaguirre
Valenzuela, Jesús Hernán Antelo Rivas y Gabriel Alonso Berrelleza Rábano, todos vecinos de la comunidad del Mezquite Caído, se despidieron de sus familias.
Los hermanos Abel Antonio Lastra Berrelleza, de 20 años de edad y José Everardo N, de 15 años, hicieron lo propio, en su tierra natal las Colmenas.
Con tres mudas de ropa cada uno, partieron a bordo de una camioneta Chevrolet, matrícula UD 25401.Al filo de medio día, la señora, Juana Berrelleza, recibió en su
celular, un mensaje de su hijo mayor, en el que le comunicó que
tomarían un descanso para comer en algún punto de la ciudad de Guaymas,
Sonora, 120 kilómetros al sur de la capital, Hermosillo. Después de
eso, sus teléfonos celulares se desactivaron.
Tres días después, los padres y esposas visitaron al alcalde de Choix, Juan Raúl Acosta Salas, en busca de ayuda para localizarlos.
Un mensaje de texto registrado en el celular de uno de ellos da
testimonio que los once jóvenes fueron contratados por una mujer para
trabajar en la pizca de la uva.
La Procuraduría de Justicia del Estado confirmó que de forma
esporádica uno de los celulares de uno de ellos es activado por escasos
minutos, en la zona de Caborca, pero luego de breves llamadas lo
vuelven a apagar.
A más de dos meses de su extraña desaparición, la Procuraduría de
Justicia del Estado no ha logrado establecer una hipótesis sobre su
paradero.
Sus familias plantean viajar a Sonora para hablar con el Fiscal
General de esa entidad, Carlos Navarro Sugich, quien recientemente dijo
que no sabía ni dónde estaba Choix.
Los familiares forjados en un municipio de la sierra, con añejas
disputas violentas entre bandas delictivas rivales ligadas a los
cultivos ilícitos, no hablan fácil del tema.
La señora Juana Berrelleza, de la comunidad de las Colmenas, madre
de Abel Antonio, de 20 años y José Everardo, de 15, dos, de los once,
es una de la que ha emitido algunos comentarios, sobre las actividades
de sus hijos.
Ellos como la mayoría de los jóvenes, dice, tienen trabajos
temporales, en el cultivo de la tierra, cría de animales o en la
captura de especies de agua dulce, en el vaso de la presa de Huites,
ubicados, sobre el río Fuerte.
Jesús Izaguirre Osuna, un hombre de campo dice que su hijo, del
mismo nombre y de 26 años de edad, tiene amplia experiencia en el
trabajo de las siembras de la vid.
“Desde hace casi cinco años, él, cada temporada, junto con otros
familiares, se contrata con agricultores de Sonora, para trabajar en
forma temporal”, comenta.
En la primera reunión con los familiares de los 11 desaparecidos, el
Procurador de Justicia del Estado, Marco Antonio Higuera Gómez, detalló
que tienen rastros de una transferencia de dinero a nombre de uno de
ellos, por parte de la mujer que los contrató, y el retiro se realizó
en una sucursal de Banco Azteca. El dinero enviado, según el texto
registrado en el celular de responsable del grupo, cubría los gastos de
su traslado a tierra sonorense.
El Fiscal General del Estado, Higuera Gómez, les informó haber
rastreado varias llamadas telefónicas breves, en Caborca, Sonora,
procedentes del celular de uno de ellos. “Lo activan en forma
esporádica y lo vuelven a pagar”, fue todo lo que reveló.
En Sonora no los atienden, afirman los familiares.
“Las investigaciones no avanzan”, dice Juana Berrelleza, “ya
ni el teléfono contestan, en las oficinas del Fiscal General del Estado
de Sonora… sólo croquis, fotos e hipótesis de su trayecto de Choix a
Guaymas, nada concreto, sobre su paradero… Son buenos muchachos, uno
está casado, no tienen vicios, ni andan en malas compañías”.
CHOIX TIERRA VIOLENTA
Choix es un municipio con cerca de 39 mil habitantes dispersos en
comunidades y rancherías que abarcan 4 mil 512 kilómetros cuadrados,
pese a ubicarse muy cerca de la presa de Huites, enclavada en el río
Fuerte, sus actividades son la agricultura de temporal y la ganadería.
En esta tierra se vive una añeja violencia con brotes continuos de
disputas armadas entre grupos rivales de gavilleros, asociados con
grupos de la delincuencia organizada, por el control de una franja de
la sierra que limita con el estado de Chihuahua.
La miseria y los continuos ataques a rancherías, cuyas viviendas son
incendiadas han provocado un éxodo de familias a la cabecera municipal,
donde se concentra una población de más de doce mil habitantes.
En ese ambiente de violencia, se inscribe el atentado que fue
víctima el alcalde, Juan Raúl Acosta Salas, tres de sus colaboradores,
su esposa, María Luz Lerma y su hermana, Rosario, los cuales viajaban
en una camioneta con rumbo a la capital del estado.
Días previos a la partida de los once jóvenes a los campos agrícolas
de Sonora, la violencia se volvió hacer presente, con el hallazgo de
los cuerpos calcinados en una camioneta Ford 1984, de Raúl Villalobos
Duarte y Ramón Vega.
Sus viudas, Carlota Mares Gil y Emilia Domínguez, las cuales los
acompañaban procedentes de Chihuahua, narraron, como fueron
interceptados por un grupo armado y abandonadas en a su suerte en la
sierra. Ellas tuvieron que caminar por varias horas, hasta llegar a una
pequeña ranchería, donde les brindaron auxilio y solicitaron la
presencia del ejército.
Miguel Ángel Camacho Sánchez, diputado local por el ese distrito,
solicitó la presencia de la Marina para sellar las fronteras entre
Sinaloa y Chihuahua, por el libre tránsito que se tiene entre bandas
antagónicas.
HISTORIA DE MUERTES
La historia negra de este municipio destaca que en 2012, en una
cadena de hechos violentos que iniciaron en comunidad de Bacapoya, en
sólo cinco días, 38 civiles perdieron la vida en enfrentamientos entre
sí y con las fuerzas federales y estatales.En un primer hecho, registrado la tarde del 28 de abril de ese año,
un grupo mixto de agentes estatales y del ejército acudieron en auxilio
de pobladores, lo que generó un enfrentamiento con varios hombres
armados con vestimenta tipo militar que se desplazaban en vehículos
clonados como patrullas federales.Seis delincuentes abatidos, un piloto de un helicóptero militar y un
policía municipal de nombre, Héctor Ruiz Villa, fue el primer saldo.En una de las averiguaciones previas abiertas sobre estos hechos
Choix/0412/2012, reseña que tropas del ejército, agentes federales y
estatales en el camino entre los poblados de San Simón al Potrero de
los Fierro se toparon con nueve sujetos con vestimenta tipo militar a
bordo de Hummer, con fusiles Barret y una patrulla clonada de fuerzas
federales.Nueve presuntos delincuentes fueron abatidos, a los cuales se les
aseguró un arsenal compuesto por fusiles automáticos, lanza granadas,
miles de cartuchos, dos unidades, tipo militar, con blindaje artesanal.
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